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La científica que abandonó la ciencia

Publicado: octubre 2, 2025, 8:00 am

Este año el gobierno de México ha destinado el menor presupuesto para ciencia, tecnología e innovación de los últimos 18 años. El presupuesto inicial fue de 57.8 mil millones de pesos, 0.16% del Producto Interno Bruto, una caída de 7.4% del aprobado el año pasado. La recomendación de la Unesco es que se invierta al menos uno por ciento del PIB.

Era de creerse que con la llegada de una profesionista con estudios de doctorado en ciencias, Claudia Sheinbaum es doctora en Ingeniería en Energía, se destinarían mayores recursos para la educación, la ciencia y la tecnología; no ha sido así. Para la educación se destina poco más del 3%, cuando se sugiere entre 4 y 6%, de hecho, este año México es el penúltimo lugar entre los 37 integrantes de la OCDE.

Todos los países que vienen marcando la pauta en crecimiento económico han invertido grandes cantidades en capital humano, ciencia, tecnología e innovación. De los emergentes, India y Corea del Sur son ejemplos de los avances que se han conseguido con sus proyectos, que hoy los tienen en la vanguardia en diversas especialidades.

Estados Unidos, ante la crisis en la producción de semiconductores, se vio obligado a desarrollar un ambicioso programa para la producción de chips, particularmente para la industria del automóvil. El expresidente Joe Biden impulsó un agresivo proyecto con la Ley Chips a fin de depender menos de la producción de Taiwán.

Al inicio de su gobierno, la presidenta Sheinbaum creó la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación, que se debe coordinar con la Secretaría de Educación. Un año después, no hay grandes novedades; por el contrario, la deserción escolar en el ciclo recién terminado creció al grado que más de 800,000 alumnos abandonaron preescolar, primaria, secundaria y, sobre todo, bachillerato. Solo 60% de los jóvenes de 15 a 19 años está matriculado (en algún programa de educación), cifra por debajo del promedio de la OCDE, que es de 84 por ciento.

Los resultados de la prueba PISA registran un atraso en matemáticas y lectoaprendizaje.

Si las bases de la instrucción y la formación son endebles, los programas de alta especialización están peor. Solo el 1% de la población ingresa a estudios de maestría y doctorado. Datos del Centro de Posgrados del Estado de México revelan que solo 20% de los estudiantes que se gradúan de una carrera universitaria continúa estudios de posgrado. Menos del 30% de los estudiantes de maestría y doctorado son mujeres. Solo el 2% de los estudiantes de maestría y doctorado proviene de comunidades indígenas.

En los siete años del obradorato se ha privilegiado la apertura de universidades, la mayoría de bajísimo nivel. Los recursos que se han canalizado hubieran tenido mejor destino en las universidades públicas o en becas para estudiantes de excelencia.

De acuerdo con México Evalúa, se pone más énfasis en las transferencias directas y deja fuera la formación docente. La producción de materiales educativos y las evaluaciones quedan debilitadas por los recortes, lo cual compromete la calidad de la enseñanza y la capacidad del sistema para responder a la diversidad de sus estudiantes.

Pero no se trata solamente de los estudios de posgrado; también se han estancado los tecnológicos, pocos apoyos para aquellas instituciones cuyo vocacionamiento son las tecnologías, en muchos casos indispensables para apuntalar las áreas productivas regionales.

El impacto se puede observar en el bajo número de patentes. Hace dos años solo se registraron 15,630 solicitudes, muy por debajo de las de Brasil y Chile, los líderes en Latinoamérica.

El nearshoring no se consolidó; por el contrario, se vienen fortaleciendo los proteccionismos, empezando por Estados Unidos. Precisamente por eso se necesita un agresivo programa de educación, tecnología, ciencia, innovación y desarrollo. Sin embargo, el proyecto de presupuesto del gobierno federal para 2026 es insuficiente y electorero.

Así, nomás no se puede.

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