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Los gases verdes buscan una pista de despegue para materializar su potencial

Publicado: septiembre 28, 2025, 5:32 am

El biogás y el biometano representan una oportunidad única para España: los proyectos en desarrollo se han multiplicado en los últimos cinco años y pueden aportar importantes beneficios ambientales, económicos y sociales como el tratamiento sostenible de residuos, la generación de fertilizantes orgánicos, la descarbonización de sectores clave como el transporte y la agricultura, y la creación de empleo local. El biogás es un combustible 100% verde, ya que proviene del tratamiento de residuos orgánicos derivados de las actividades agroalimentarias (frutas, vegetales, carnes y pescados), las deyecciones ganaderas –como el estiércol o los purines–, y los lodos de las depuradoras, así como de la gasificación de la biomasa. «Se trata de una alternativa sostenible a los vertederos y la incineración capaz de devolver valiosos recursos a la economía y la producción industrial y construir a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero», explica Joan Batalla presidente de Sedigas (Asociación Española del Gas). Solo en España se producen alrededor 111 millones de toneladas anuales de residuos, de los cuales sólo se recicla entorno a un tercio. El resto termina en vertederos donde se descomponen emitiendo a la atmósfera grandes cantidades de metano y CO2. Tal y como explican desde la Agencia Internacional de la Energía (IEA), pese a que se generan miles de millones de toneladas mundiales de residuos orgánicos anualmente, menos del 5% de estos recursos se aprovechan para producir biogás y biometano: «El potencial es especialmente significativo en economías emergentes y en desarrollo, que concentran casi el 80% de los residuos orgánicos disponibles para esta producción sostenible», se afirma desde este organismo. La Unión Europea apuesta por esta fuente energética, ya que una de sus directivas tiene como objetivo que el 55% de los residuos municipales (procedentes de hogares y empresas) sea reciclado para 2025, el 60% para 2030 y el 65% para 2035. La idea de la Unión Europea es que el biometano producido a partir del proceso de ‘upgrading’ del biogás se aproveche principalmente como carburante de vehículos, ya que se ha fijado que el 14% de la energía utilizada en el transporte sea renovable en 2030, de la cual al menos un 3,5% debe proceder del biometano. En España, el biogás cuenta ya con varias centenas de instalaciones operativas, alrededor de 260, principalmente dedicadas al tratamiento de aguas residuales, residuos agroganaderos, lodos de depuradora y la fracción orgánica de residuos municipales. El biometano –biogás depurado para inyectar en la red o utilizar como combustible– todavía se encuentra en fase de despegue, con pocas plantas en operación, aproximadamente dieciséis, aunque con una cartera de proyectos en desarrollo muy significativa. El potencial del biometano es enorme y se estima que si se usaran todos los residuos orgánicos para su desarrollo se podría abastecer el 20% de la demanda de gas mundial. «En España tenemos un enorme potencial para la producción de biometano –explica Joan Batalla–. Desde Sedigas, hicimos un análisis detallado de cuál era el potencial que existía en función de los diferentes residuos orgánicos, industria agroalimentaria, fracción orgánica de los residuos sólidos urbanos, purines, inyecciones ganaderas… y llegamos a la conclusión de que actualmente el biometano podría cubrir la mitad de la demanda de gas natural, prácticamente la totalidad del sector industrial. La otra mitad se podrá cubrir con gases sintéticos, hidrógeno verde y quizás electrificación. Es decir, si aprovecháramos todo este potencial de producción de biometano para descarbonizar, podríamos descarbonizar una parte muy significativa de la industria, si no toda». En los últimos años, el crecimiento del biogás y el biometano en España se ha visto impulsado por varios factores clave: la disponibilidad de residuos agroganaderos, lodos y biorresiduos que requieren una gestión más eficiente; la creciente demanda de gas renovable por parte de la industria y de los operadores de red; y un marco regulatorio algo más claro , con procedimientos de conexión a la red y sistemas de garantías de origen ya activos. No obstante, la consolidación de nuevos proyectos aún se enfrenta a importantes obstáculos, como la complejidad y lentitud de las tramitaciones administrativas, la falta de un marco económico suficientemente competitivo frente a otros países europeos, la necesidad de mayor claridad y homogeneidad en la gestión del digerido y los requisitos ambientales, así como la aceptación social en determinadas localizaciones. Los expertos del sector consideran que lo que realmente está frenando el desarrollo del biogás en España es una burbuja de contestación social. A medida que el número de proyectos de biogás ha comenzado a aumentar, también lo han hecho las voces de oposición, especialmente en las zonas rurales donde suelen instalarse este tipo de plantas. Las razones detrás de esta oposición son variadas y complejas. En algunos casos, las preocupaciones giran en torno a los impactos sobre la salud pública, porque las plantas de biogás, si no se gestionan adecuadamente, pueden generar malos olores y contaminación del aire . Además, la concentración de residuos en un solo punto, sobre todo en áreas donde estos no se producen originalmente, genera malestar entre los residentes locales. «Este es un claro caso del fenómeno conocido como ‘Nimby’ (Not In My Backyard), donde las personas aceptan la necesidad de gestionar residuos, pero no quieren que esto ocurra cerca de sus hogares», explica Luis Puchades, presidente de Aebig (Asociación Española de Biogás). «Desde luego, el éxito de la implantación de los proyectos depende tanto de la excelencia técnica, como de superar barreras sociales. Sin aceptación social, peligra la transición energética. Fomentar la participación activa de las comunidades desde el inicio del desarrollo de los proyectos permite que los vecinos comprendan y se impliquen en los beneficios que el biometano puede aportarles», asegura Puchades. «Cada proyecto debe desarrollarse en función de las necesidades y la realidad de la región en la que se instala», concluye. No es el único escollo. David Fernández, vicepresidente de Aebig, explicaba esta semana desde la quinta edición del Salón del Gas Renovable, celebrado en Valladolid, que España se encuentra absolutamente rezagada en comparación con prácticamente la totalidad de países de la UE en lo relativo a la implantación de proyectos de biometano . «La ausencia de incentivos es casi total tanto para la construcción y operación de plantas de biogás como para su conexión a la infraestructura energética. Esta situación, que se prolonga desde hace años, ha limitado el desarrollo de proyectos de pequeña y mediana escala», explica. En términos de número de plantas y producción efectiva, todavía estamos por detrás de países europeos líderes como Francia, Alemania, Dinamarca o Italia, donde ya existen más de 1.600 plantas de biometano operativas, mientras que España apenas inicia su escalada. Aun así, «la UE reconoce a España como uno de los países con mayor potencial técnico para producir biometano, gracias a la disponibilidad de recursos , lo que indica que el crecimiento del sector puede ser significativo si se consolidan las condiciones adecuadas», recuerda Fernández Desde el sector se advierte: si se mantiene la actual incertidumbre regulatoria y no se agilizan las tramitaciones, existe un riesgo real de que se haga solo una fracción del biometano que España necesita. Si eso ocurre, nuestras empresas invertirán en otros países, nuestro sector agroalimentario perderá una oportunidad única, y, al final, nos tendremos que descarbonizar con biometano producido fuera.

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