Publicado: septiembre 28, 2025, 11:30 am
La Plaza de Mayo, una céntrica explanada en el corazón de Buenos Aires que décadas atrás un grupo de mujeres utilizaron para luchar contra la dictadura argentina, se ha convertido este sábado en el lugar de encuentro para miles de personas que se han acercado a pedir justicia y arropar a las familias de Lara, de 15 años, y de Brenda y Morena, de 20. Estas tres jóvenes son desde el pasado fin de semana la triste imagen de la crueldad y la violencia que envuelve no solo al narcotráfico en Argentina, sino también al ejercido contra las mujeres.
Lara Gutiérrez, Brenda del Castillo y Morena Verdi fueron torturadas, asesinadas y descuartizadas el pasado viernes en la localidad bonaerense de Florencio Varela tras haber sido engañadas para acudir a una fiesta a cambio de dinero. Una invitación que terminó convirtiéndose en un macabro espectáculo en el que 45 personas contemplaron a través de una emisión en vivo de Instagram como eran atormentadas hasta la muerte. El caso de este triple crimen ha sacudido a la sociedad argentina por mostrar una brutalidad y ensañamiento público nunca antes visto; ni siquiera en los múltiples caso de ajustes de cuenta relacionados con las drogas o la prostitución que cada año se producen en este país.
Este sábado, los argentinos han salido a la calle para recordar a Lara, Morena, Brenda y “todas las que faltan”, como reza el lema de Ni Una Menos, el colectivo que ha convocado la movilización. «Los feminicidios son una de las cosas más graves que pasan y vienen pasando desde hace mucho tiempo en este país», explica a 20minutos María Alicia, una socióloga y profesora de la Universidad de Buenos Aires. «No es un asesinato más. Las torturas, el ensañamiento con el cuerpo de estas tres chicas y la forma en que se hizo son de una crueldad aleccionadora hacia las mujeres», añade mientras se acelera el paso y comienza la marcha en dirección Avenida de Mayo.
Aunque la justicia bonaerense ha declarado el secreto de sumario, son muchos los datos que se han ido filtrando o recabando a través de las informaciones que facilitan las autoridades. Por el momento se sabe que el pasado viernes 19 de septiembre Lara recibió una invitación para acudir a una fiesta en la que, según afirman fuentes de la investigación a medios locales, se le iba a pagar 300 dólares por realizar actos sexuales. Fue ella la que invitaría a Brenda y Morena para que se unieran al negocio. Como se puede ver en las cámaras a las que ha tenido acceso la Policía, sobre las 21.30 horas las tres se subieron a una Chevrolet Tracker blanco que les llevaría al lugar de encuentro.
No es un asesinato más. Las torturas, el ensañamiento con el cuerpo de estas tres chicas y la forma en que se hizo son de una crueldad aleccionadora hacia las mujeres
Fue en ese momento cuando el conductor puso rumbo a la Villa 1-11-14, un barrio dentro de Buenos Aires que es conocido como el supermercado de la droga y que está controlado por varios grupos de narcotraficantes de origen peruano. Los investigadores supieron por las señales que daban los teléfonos móviles que de ahí irían después a Florencio Varela, donde estaba todo preparado por el grupo narco para realizar la tortura y el posterior asesinato de las tres chicas.
Según confirmó este miércoles el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Javier Alonso, este crimen responde a «un acto de disciplinamiento para las chicas, pero también para diferentes integrantes» de la organización. Esto se debe a que en el vídeo se puede escuchar como una voz dice: «Esto le pasa al que me roba droga». Es aquí donde hay todavía muchas especulaciones sobre el móvil de este triple asesinato. Fue la propia madre de Morena la que en una entrevista afirmó que se rumoreaba «que la hermana de Lara adormeció al hijo de un narco y le robó kilos de cocaína», lo que podría haber fomentado la venganza. De hecho, la casa de la familia de Lara sufrió un tiroteo al día siguiente de que se encontrara el cadáver de su hermana, aunque por el momento se desconoce el autor y la familia niega que el robo sea el motivo de la muerte de las jóvenes.
Lo que sí se ha probado tras el visionado del vídeo es que las tres fueron torturadas y asesinadas una a una ante la mirada de las demás. Otro de los elementos que han llevado a las autoridades a hablar de un mensaje de ajuste de cuentas fue que a una de las chicas le cortaron los dedos de la mano y una oreja, un símbolo que, sin embargo, es más común en el mundo narco de otros países latinoamericanos. Tras los asesinatos fueron enterradas en un pequeño agujero en el jardín trasero de la casa de Florencio Varela.
Por el momento hay cinco detenidos. Cuatro el jueves cerca de la casa o en el propio escenario de los hechos —dos personas fueron sorprendidas por la propia policía limpiando la sangre— y este mismo viernes el conductor del vehículo blanco que aparece en las imágenes difundidas. Este último fue detenido en Bolivia tras haber cruzado la noche anterior. Continúan en búsqueda y captura dos implicados: el propio líder de la banda e ideólogo de los asesinatos, identificado como Tony Janzen Valverde Victoriano, alias ‘Pequeño J’, de 20 años, y su mano derecha, Matías Ozorio.
Un feminicidio dentro de un crimen narco
Aunque el caso está relacionado con el mundo del narcotráfico, las formas del asesinato, así como las multiples aristas socioeconomicas y de explotación sexual —o incluso de agresión sexual en el caso de la joven de 15 años—, abren la mirada de este caso a algo que va más allá de un simple crimen de drogas, sino que también guarda relación con la violencia sobre la mujer.
En este sentido, según el propio protocolo de la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres del Ministerio Público Fiscal argentino, la investigación preliminar de un caso como este debe ser realizada siempre con el contexto de genero; independientemente de como termine la condena. De hecho, dentro del feminicidio, en ese mismo documento se recoge que la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado que las autoridades tienen el deber de investigar de oficio, entre otras cosas, «las posibles connotaciones discriminatorias por razón de género en un acto de violencia perpetrado contra una mujer, especialmente cuando existen indicios concretos de violencia sexual de algún tipo o evidencias de ensañamiento contra el cuerpo de la mujer»
«Ha sido un caso aberrante», comenta a este medio Rubí, una joven de 35 años que asegura que cada una de las mujeres que están en la marcha de este sábado «va también por su historia y por sus ‘muertas'». «A mí me ha pasado ir a una comisaría y que me digan que si algo había hecho yo para que me levantara la mano o le pegue a mi hija», reconoce antes de insistir en que «la realidad es que cada 36 horas se mata a una mujer en Argentina».
Según el Observatorio de Femicidios de la Defensoría del Pueblo de la Nación, solo en 2024 se registraron 295 víctimas de feminicidio confirmadas, 14 de ellas relacionadas con el narcotráfico y crimen organizado. «El Estado no nos escucha como debería y encima recorta en cosas tan esenciales como el teléfono de atención a violencia de género. Por eso hacemos estas marchas, para ser la voz de todas las que no están», afirma Sofía, una administrativa de 31 años que ha acudido a la marcha con varias pancartas.
Solo en 2024 se registraron 295 víctimas de feminicidio confirmadas, 14 de ellas relacionadas con el narcotráfico y crimen organizado
Mientras tanto, las incógnitas y los detalles alrededor de este caso seguirán coleando durante semanas o incluso meses en Argentina. Tiempo en el que las familias esperan que se mantenga el apoyo popular para que se haga justicia y se conozca la verdad.