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Sonia Díaz Rois, coach en gestión de la ira: «El bienestar emocional no consiste en estar bien siempre, sino en saber qué hacer cuando no»

Publicado: septiembre 26, 2025, 2:00 am

«El bienestar emocional no consiste en estar bien siempre, sino en saber qué hacer cuando no lo estás». Esta es una frase que comparte Sonia Díaz Rois, mentora y coach, experta en gestión de la ira y autora de Y si me enfado, ¿qué? (ed. VR Europa). Muchas veces hemos oído la palabra bienestar emocional y lo relacionamos, en ocasiones, con estar bien con uno mismo. No obstante, para ella, no es únicamente eso: es también reconocer cuando uno no lo está, aprender a conocer nuestras propias emociones y a abrazar cualquier sentimiento; desde la alegría hasta la tristeza, desde el miedo hasta la frustración.

Desde 20minutos nos hemos puesto en contacto con ella para desgranar y profundizar en el mensaje que quiere decir: saber qué hacer cuando uno no está bien, un factor clave para lograr el bienestar emocional.

Qué es el bienestar emocional

Según Díaz, «pensamos que bienestar significa estar siempre feliz y en calma. Pero bienestar no es una emoción, es un estado más amplio: sentirte en paz contigo, aunque no todo sea perfecto». Es decir, «no se trata de vivir sin sobresaltos, sino de poder sostenernos con más claridad y respeto cuando la vida aprieta».

Pensamos que el bienestar emocional es sentirnos a gusto siempre, vivir felices, sin pensar en las preocupaciones, en las situaciones que nos dan miedo, pero es algo que la experta no comparte: «El reto no es evitar lo doloroso ni perseguir solo lo agradable, sino aprender a transitar cada etapa desde lo que sentimos«. Asimismo, «aunque intentemos negarlas o taparlas, las emociones van a estar ahí. Lo importante es entender que todas, bien escuchadas, nos ayudan a adaptarnos, a cuidarnos y a avanzar». Por ello es «esencial escuchar lo que cada emoción nos dice«. Pone como ejemplo la tristeza, una sensación que «acompaña en las pérdidas, y no solo de personas: también de sueños o ilusiones. Reconocer qué has perdido y por qué es importante, te ayuda a darle su lugar».

También menciona el miedo, que «no viene a fastidiar. Quiere asegurarse de que estás preparado y de que tienes lo que necesitas. El problema es cuando lo callamos: nos bloquea», y el enfado, un sentimiento que «si no lo escuchas cuando susurra, acaba gritando».

Sobre la tristeza y los errores como sinónimo de debilidad

Vivimos en un mundo donde estar tristes, llorar o cometer errores puede parecer sinónimo de debilidad. La experta opina que es porque «nos genera frustración y culpa». No obstante, «si piensas que ‘estar bien’ significa estar siempre contento, cualquier emoción incómoda la vives como si algo estuviera mal en ti. Y no es así«.

«La tristeza, por ejemplo, nos pide un respiro. Esa pausa necesaria a veces la confundimos con estar bloqueados, cuando en realidad es justo lo que necesitamos: bajar revoluciones, sentir la pérdida y después seguir avanzando con más claridad», aclara Sonia Díaz.

En cuanto a las situaciones en las que cometemos errores, «también generan la sensación de fracaso. Vivimos con la idea de que todo tiene que salir bien a la primera. Y si no, parece que hemos fallado. Pero si miras las historias de quienes admiramos, casi siempre hay detrás varios intentos, tropiezos y aprendizajes que no solemos ver».

¿Qué hacer cuando uno no se siente bien?

Hemos dicho que el bienestar emocional no sólo es estar bien, también es saber qué hacer cuando no lo estamos. Una manera, según Díaz, es aceptarlo: «Hay días torcidos desde que suena el despertador: el café se cae, los semáforos parecen ir en nuestra contra, cualquier comentario sienta mal. Y aun así, intentamos disimular, porque nos han enseñado a tirar para adelante y sonreír aunque no tengamos ganas. Pero fingir solo empeora las cosas. Mucho mejor admitir: ‘hoy no es mi día’. Esa frase libera. Te quita la obligación de aparentar y evita malentendidos».

Por ello, «lo primero es reconocerlo sin juicio: ‘Hoy no estoy bien, y está bien no estarlo’. Luego, preguntarte qué necesitas: ¿descansar, hablar con alguien, poner un límite, llorar un rato? Ese primer paso ya es un gesto de autocuidado». Además, «decirlo con naturalidad aligera el ambiente: ‘Aviso, hoy estoy más irritable, no es personal’. Eso abre la puerta a la comprensión mutua. Porque nadie está al 100% todos los días».

Conocer tus propias emociones: otro factor clave

En un vídeo que publicó en sus redes sociales hablando sobre el bienestar emocional, la también escritora mencionaba que un buen punto para alcanzarlo es que uno mismo conozca sus propias emociones. ¿Cómo lograrlo? «Una manera sencilla de empezar es diferenciar entre emociones de evitación (miedo, tristeza, asco) y emociones de aproximación (enfado y alegría). Unas nos piden parar y alejarnos, y otras acercarnos», subraya la mentora especializada en gestión de la ira.

A su vez, «ponerles nombre también aclara. No es lo mismo decir “estoy mal” que “estoy triste porque necesito apoyo”. Y si notas que la emoción se está “inflamando”, apóyate en recursos entrenados en calma: respirar, dar un paseo, escribir lo que sientes. Cuanto más practicas la calma, más disponible está cuando la necesitas».

Compartir la emoción también es esencial, según la experta: «No se trata de callar. Encuentra el momento y la manera de decirlo para que el otro pueda escucharte». Asimismo, defiende que «detenernos en la sorpresa también ayuda. Es la emoción más breve, pero muy útil hoy en día: nos conecta con la curiosidad, con observar lo que ocurre sin apresurarnos antes de tiempo o cuando no hay necesidad».

Y por último, «entrena tu capacidad para registrar los momentos de alegría que tantas veces pasamos por alto, porque lo normalizamos. Esta emoción se nos escurre porque seguimos más pendientes del peligro y del fallo que de disfrutar».

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