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El éxtasis de Trump

Publicado: septiembre 25, 2025, 8:30 am

Estos días el mundo entero se ha quedado fascinado nuevamente por la capacidad de los británicos a la hora de escenificar con maestría la pompa de la monarquía británica: el espectacular desfile de la guardia de honor que el rey Carlos III le preparó a Donald Trump, que fue recibido por el monarca británico con la mayor ceremonia militar registrada, marcando un momento clave en la relación bilateral entre el Reino Unido y los Estados Unidos.

Pero retrocedamos unas cuantas décadas al pasado: el 2 de junio de 1953 los hogares de los cinco continentes siguieron la retransmisión de la coronación de la reina Isabel II de Inglaterra. Dos de esos millones de espectadores eran Mary Anne McLeod y su hijo, Donald Trump, ambos fascinados ante la pantalla del televisor.

Muchos años más tarde, ya como exitoso empresario inmobiliario, Trump relató el impacto que el amor de su madre por la realeza británica tuvo en él en su libro The Art of the Deal. Y es que la monarquía británica es el ejemplo a seguir por excelencia para las monarquías de todo el mundo. Gobierno y monarquía trabajan perfectamente sincronizados para maximizar los beneficios a favor del país y por este motivo despliegan toda su grandeza y el poderío de siglos de historia.

Trump tiene un profundo aprecio por el boato, la ceremonia y un pronunciado sentido del espectáculo. Todo ello estuvo muy presente en la segunda visita de Estado de Donald Trump al Reino Unido.

El ceremonial empezó al otro lado del Atlántico, cuando el primer ministro británico, Keir Starmer, le entregó personalmente la invitación del rey Carlos III en el Despacho Oval, en lo que se consideró una apelación directa al amor de Trump por lo ceremonial en un momento en que el Gobierno británico buscaba concesiones comerciales de un líder que ha hecho de la imposición de aranceles una de sus banderas.

El arte de la seducción prosiguió con la cena de Estado que el rey Carlos III ofreció al presidente de Estados Unidos en el Castillo de Windsor. El cónclave de asistentes pareció un nuevo momento de éxtasis para Trump: un escaparate de los poderosos del planeta superándose a sí mismos para conservar o ganarse el favor de un presidente cuyo segundo mandato se ha caracterizado por las demostraciones de poder.

¿Y cuál ha sido el resultado del esfuerzo de los británicos por agasajar debidamente a Trump? Pues la firma de una histórica alianza militar y tecnológica de en torno a 205.000 millones de dólares. Starmer calificó el acuerdo como «el mayor paquete de medidas de inversión en la historia británica», algo que «rompe todos los récords».

En esta lucrativa visita el rey Carlos III destacó que: «El vínculo entre nuestras dos naciones es realmente extraordinario. Al renovarlo mostramos una confianza inquebrantable en nuestra amistad y en nuestro compromiso compartido con la independencia y la libertad». Y a esto, Trump respondió: «Es un privilegio singular ser el primer presidente estadounidense recibido aquí«.

Al pronunciar estas palabras Trump estaba en éxtasis. Tomemos nota los españoles de la habilidad de nuestros vecinos británicos para recibir debidamente al hombre más poderoso del planeta. Y es que el éxtasis de Trump en estos momentos es casi, casi como el éxtasis de Santa Teresa y bien vale el desembolso de unos cuantos millones de euros. Mucho que aprender de la pérfida Albión.

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