Publicado: septiembre 24, 2025, 11:30 pm
En un cuento de Heinrich Böll (olvidado como casi toda su obra, lamentablemente), las tropas estadounidenses de ocupación llegan a una casa colindante con un campo de exterminio. Estamos en 1945 y los soldados les preguntan a los habitantes de la casa si no se habían enterado de lo que pasaba a su lado. Se podría decir que, impertérritos, responden que tuvieron las ventanas cerradas.
En un extraño paralelismo, puede que el pueblo de Israel, en 2025, también tenga sus ventanas cerradas. En eso que se denomina la única democracia de Oriente Medio, es siniestro que sus habitantes y sus votantes, su ciudadanía, no digan nada ante el horror que perpetra su Gobierno. Por supuesto que Hamás son terroristas. Ya está dicho. Pero eso no justifica la barbarie, no justifica ningún muerto a cargo de una supuesta democracia.
No importa repetirse: hay que seguir escribiendo y denunciando lo que está ocurriendo porque nos jugamos el futuro como humanidad. Después de un genocidio como el de Gaza, cualquier cosa es justificable.
Pero el horror no empezó hace dos años, empezó en 1948 cuando se le negó a los palestinos pan, sal y Estado. Y así estamos, en las consecuencias de un colonialismo salvaje que debería hacer que a los británicos les estallara la cabeza: los maestros del compás y el tiralíneas allá donde iban.
Con todo, se dicen muchas estupideces estos días. La honda preocupación de que el presidente del Gobierno de España utilice esto («lo que está haciendo Netanyahu» al decir de Aznar) para tapar sus presuntas vergüenzas. Bien, allá esas vergüenzas, pero que siga aventando conciencias por el mundo como está haciendo para parar el horror contra las personas palestinas. El pueblo español siempre ha estado en esa causa, y contra todos los terrorismos, por supuesto. No lo olvidemos.