¿Nos encaminamos a otro 1939? Los conflictos regionales se "conectan" y la UE alza la voz para no terminar en una Guerra Mundial - Venezuela
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¿Nos encaminamos a otro 1939? Los conflictos regionales se «conectan» y la UE alza la voz para no terminar en una Guerra Mundial

Publicado: septiembre 14, 2025, 1:30 pm

El mundo se ha vuelto peligroso. Eso es un hecho incontestable y hay unas palabras de la Alta Representante de la UE, Kaja Kallas, que resumen el sentir de la realidad actual. «La forma en que se desarrollen los escenarios depende en gran medida de nosotros, de cómo reaccionemos ante esto», sostuvo esta semana la dirigente estonia sobre la guerra en un Ucrania. Y llenó su mensaje de avisos: «Durante la Segunda Guerra Mundial se cometió el error de considerar todos los conflictos del mundo como partes separadas, cuando en realidad estaban todos conectados«, algo que según ella también pasa en la actualidad. Y puso como ejemplo no solo las intenciones de Rusia, sino también las ínfulas de China. «Creo que todos los países pequeños del mundo están en peligro», espetó.

Pero, las preguntas son: ¿es el mundo de 2025 parecido al de 1939 justo antes de que se desatase la Segunda Guerra Mundial con la que Europa quedó completamente arrasada y dividida?¿Está el planeta ahora mismo más cerca de la III Guerra Mundial?

David Gómez, de El Orden Mundial, explica a 20minutos que hay que huir de alarmismos aunque el término de una nueva guerra global tenga «cierto tirón mediático». La realidad es diferente. «No niego que ahora mismo estamos en un orden internacional más inestable que hace unos años que, en cierto modo, existen algunos paralelismos con otros contextos internacionales que terminaron desembocando en una guerra mundial, como en el caso de la Primera Guerra Mundial», asume Gómez, que reconoce que el multilateralismo está en crisis.

Aunque existan estas coincidencias, que se ven con «conflictos militares cada vez más potentes como la guerra de Ucrania, la situación en Oriente Próximo con la genocidio en Gaza, las tensiones entre India y Pakistán o una hipotética invasión china de Taiwán», la verdad, añade el analista, es que las posibilidades de una guerra a gran escala son «remotas». Por varias razones. «Primero, la más importante, la disuasión nuclear. Siempre tendemos a olvidar que la disuasión nuclear fue precisamente el factor que evitó una conflagración directa entre Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría y ese factor sigue estando ahí», explica Gómez.

Tendemos a olvidar que la disuasión nuclear fue el factor que evitó una conflagración entre EE UU y la Unión Soviética durante la Guerra Fría y ese factor sigue estando ahí

«En segundo lugar, otro elemento importante también es el nivel de interdependencia económica entre los países en la era de la globalización. Ahora mismo hay un nivel de interconexión a gran escala, a escala global, que no existía hace 100 años y ya hemos visto, por ejemplo, las repercusiones de una guerra comercial como la que lanzó Donald Trump con sus aranceles el día de la liberación en abril. El impacto económico y la inestabilidad que estaba generando era tan grande que el propio Trump acabó reculando con la mayoría de países», desarrolla.

Y en último lugar, está también el asunto de las alianzas. «En la Primera Guerra Mundial y en la Segunda Guerra Mundial, teníamos bloques de alianzas bastante estables, bastante sólidas y bien preparadas para un conflicto militar. Y buena prueba de ello fue que un acontecimiento como el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria terminó desembocando en una reacción en cadena que derivó en la Primera Guerra Mundial», sostiene. Y eso ha cambiado hacia un escenario que dificulta un conflicto a gran escala. «Los países están priorizando sus intereses en diferentes áreas, o sea, economía, recursos a nivel energético, político… Están priorizando sus propios intereses por encima de esas alianzas multilaterales. Y el hecho de que se prioricen los intereses internos dificulta también que se formen bloques sólidos, bloques férreos que puedan enfrentarse entre sí», termina.

Todo lo anterior no cambia la foto que tenemos delante. Hay conflictos abiertos ahora mismo, perennes, a punto de estallar o en un punto muerto. La concentración de guerras a mayor o menor escala es indudable en 2025, especialmente en África y Medio Oriente. Sudán continúa sumido en una devastadora guerra civil entre el ejército y las Fuerzas de Apoyo Rápido, generando la mayor crisis humanitaria del planeta. En el este de la República Democrática del Congo, el grupo rebelde M23 mantiene control sobre zonas estratégicas pese a un reciente acuerdo de paz con Ruanda, mientras Etiopía enfrenta combates en la región de Amhara contra la milicia Fano. Somalia, Mali y otros países del Sahel siguen luchando contra insurgencias yihadistas que amenazan la estabilidad de la región.

Todo parece escrito ahora mismo en Europa, donde la invasión rusa de Ucrania sigue activa, con ofensivas y bombardeos que afectan la infraestructura energética y civil. Ya van más de tres años de ofensiva, pero si hablamos del este de Ucrania se trata de un conflicto latente desde 2014, con disputas en las zonas de Donetsk y Lugansk. Eso sí, en la fecha actual la invasión rusa de Ucrania sigue activa con Rusia controlando menos del 20% del territorio ucraniano, incluida casi toda Lugansk, tres cuartas partes de Donetsk y grandes partes de Zaporiyia y Jerson.

El conflicto ha dejado, hasta ahora, un saldo humano devastador: según estimaciones de la ONU y autoridades ucranianas, al menos 11.000 civiles ucranianos han muerto y más de 21.000 han resultado heridos, aunque se cree que las cifras reales son mayores por las zonas ocupadas de difícil acceso. Ucrania calcula que las fuerzas rusas han sufrido más de un millón de bajas entre muertos y heridos, junto con la destrucción de 11.177 tanques y 23.266 vehículos blindados. La guerra ha provocado el desplazamiento de más de seis millones de ucranianos al extranjero y millones más internamente, mientras los combates y bombardeos siguen destruyendo infraestructura energética y urbana.

El hecho de que se prioricen los intereses internos dificulta también que se formen bloques sólidos, bloques férreos que puedan enfrentarse entre sí

Pero en el viejo continente por ejemplo acaba de resolverse la disputa histórica entre Armenia y Azerbaiyán por el territorio de Nagorno Qarabaj y la maniobra de Moscú se extiende en forma de amenazas híbridas en otros países como Moldavia o Georgia. «En conjunto, estos conflictos generan millones de desplazados, crisis alimentarias y económicas, y mantienen al Consejo de Seguridad de la ONU en un estado de deliberación constante sobre posibles intervenciones y misiones de paz», resumen los expertos.

En Oriente Medio todo lo marca la situación en Gaza. Es una conflicto extendido desde los años sesenta y que se ha recrudecido de manera paulatina, con altos y bajos, con el paso de las décadas. El punto más grave es probablemente el actual, desatado por los ataques de Hamás sobre Israel el 7 de octubre de 2023 y con una respuesta de Tel Aviv que se alarga durante casi dos años. El grupo terrorista secuestró a 251 personas, algunas de las cuales ya han sido liberadas: según los datos más recientes 48 personas siguen en cautiverio y 83 han sido asesinadas.

En la otra parte, la ofensiva israelí en Gaza ha dejado alrededor de 64.656 palestinos muertos y 163.503 heridos según el Ministerio de Salud de Gaza, mientras que Israel reporta 454 soldados muertos y 2.870 heridos desde el inicio de su operación terrestre. Israel calcula que ha desplazado ya a 200.000 personas y controla cerca del 40% de ciudad de Gaza, con combates intensos en barrios como Al-Naser y Rimal. Solo en los últimos días se reportaron más de 100 palestinos muertos en distintos ataques, incluyendo civiles que buscaban alimentos, y se contabilizan 411 muertes por hambre, entre ellas 142 niños. Organismos internacionales alertan que las zonas de evacuación como Al Mawasi no cuentan con condiciones adecuadas para los desplazados, lo que agrava la crisis humanitaria en el enclave.

El conflicto proxy entre Irán e Israel ha escalado en los últimos tiempos, con ataques aéreos, drones y misiles que involucran también a grupos hutíes en Yemen y acciones puntuales de Estados Unidos. ¿Qué es en realidad un conflicto proxy? Es aquel en el que dos potencias o actores externos que utilizan a terceros (grupos armados, países o actores no estatales) para luchar entre sí en su lugar, financiándolos y apoyándolos para alcanzar sus objetivos estratégicos sin un compromiso directo de sus propias fuerzas militares. En ese punto, Yemen sigue atrapado en su guerra interna, con implicaciones en la seguridad marítima internacional debido a ataques a buques comerciales en el mar Rojo. En Asia, por otro lado, Myanmar continúa su guerra civil contra la junta militar, y la disputa fronteriza entre Camboya y Tailandia ha desplazado a cientos de miles de personas en la región. Asimismo, siguen existiendo las tensiones de China sobre Taiwán.

En América Latina, la violencia de grupos armados y el crimen organizado sigue generando inestabilidad: Colombia sufre enfrentamientos entre el ELN, disidencias de las FARC y fuerzas estatales, mientras Haití padece una grave crisis de seguridad debido al control de pandillas sobre amplias zonas de Puerto Príncipe.

¿Qué pasaba en 1939?

La realidad es que en 1939 el mundo estaba al borde de un conflicto global. La Segunda Guerra Sino-Japonesa, iniciada en 1937, era ya la guerra más grande en curso, con Japón ocupando vastas zonas de China y extendiendo su control en Asia oriental. En Europa, la Guerra Civil española había terminado en abril con la victoria del bando franquista, pero sus efectos seguían siendo evidentes: España quedó bajo una dictadura nacionalista, con cientos de miles de exiliados y la llegada de un régimen que se prolongó durante 40 años. Mientras tanto, en Asia Central se desarrollaba la batalla de Jaljin Gol entre Japón y la Unión Soviética, que concluyó en septiembre con victoria soviética, frenando la expansión nipona hacia Siberia.

Europa vivía un clima de tensión extrema. Alemania, bajo el régimen nazi de Adolf Hitler, había anexionado Austria en 1938 (Anschluss) y ocupado Checoslovaquia a comienzos de 1939, desafiando el orden internacional. El Pacto Ribbentrop-Mólotov, firmado en agosto de 1939 entre Alemania y la URSS, incluyó la partición de Polonia, dejando a las democracias europeas sin margen de maniobra. El continente entero se preparaba para una guerra que parecía inevitable.

Fuera de Europa, el imperialismo y los movimientos de resistencia también marcaban esos momentos. Japón seguía su expansión en China y el sudeste asiático, mientras que en África y Asia crecían los movimientos anticoloniales, especialmente en la India británica. La Sociedad de Naciones -embrión de lo que después se convirtió en la ONU-, debilitada por su incapacidad para frenar las agresiones japonesas en Manchuria y las invasiones de Italia en Etiopía, había perdido legitimidad y no podía evitar el derrumbe del sistema de seguridad colectiva.

La conclusión es que no, el mundo no es el mismo, y los riesgos tampoco: ahora existe la guerra cibernética, las amenazas híbridas, la lucha tecnológica, ejércitos más modernizados, fuerzas paramilitares y Estados que buscan espacio en el panorama global con estrategias cada vez más sofisticadas. El mundo de 2025 no es el de 1939, pero eso no quiere decir que la seguridad se pueda dar por sentada.

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