Publicado: agosto 11, 2025, 12:00 am
Desde el salón de su casa y sin más herramientas que un ordenador portátil que «echaba humo», María Jesús Puerta ha logrado lo imposible: vencer en solitario a equipos de investigadores, universidades y empresas de 80 países en el concurso ‘Lunar Recycling Challenge’, de la NASA. Lo ha hecho compaginando su trabajo, su vida familiar y un cáncer. «Haciendo malabares» con todo y trabajando de madrugada en cafeterías o en bibliotecas. Cuando llegaba el momento de trabajar en el proyecto, solo había una cosa que ardía en su interior. «El único propósito era intentar demostrar a mis hijos y a mí misma que, aunque vengo de una enfermedad, de un cáncer en pleno tratamiento, podía alcanzar el objetivo de presentar el proyecto y que lo admitieran. Ese era mi triunfo. Todo lo demás ha sido un sueño», explica a ABC. Para cualquier aspirante, la gloria sería conquistar la NASA. Pero para ella, la verdadera hazaña estaba en enseñarle a sus hijos que el miedo y el dolor pueden transformarse en esperanza. Esta ingeniera de minas, de 56 años, sabe bien lo que es enfrentarse a grandes retos, tanto en su vida personal como en la profesional. Puerta se encuentra actualmente en proceso de superar el cáncer de mama que le fue diagnosticado hace siete años. Después de acudir a los especialistas para iniciar el tratamiento, se dio cuenta de la importancia de la detección precoz para «afrontar bien esta enfermedad». Fue entonces cuando decidió aprovechar sus conocimientos y su experiencia personal para idear una tecnología, entrenada con IA que «ayudase a las pacientes» a tener una segunda opinión sobre el cáncer de mama. ‘Esperanza’ fue el nombre elegido para aquel proyecto. El mismo que, en estos momentos, ha heredado su nuevo trabajo: un gemelo digital con una solución para reciclar residuos en la Luna. En concreto, consigue reducir 4.500 kilos de desechos a apenas 50. El resto lo aprovecha para generar materiales útiles para futuras misiones espaciales. «Mi marido me habló de la iniciativa de la NASA y decidí presentar un proyecto, aun sabiendo el reto que suponía. En aquel momento tenía dos grandes limitaciones: las personales, por el tratamiento de mi enfermedad, y las profesionales, por la carga de trabajo», recuerda. El gemelo digital que desarrolló simula cómo funcionaría en la Luna un sistema capaz de reciclar residuos —como polvo, plásticos y otros materiales— aplicando el mismo principio que en la Tierra: aprovechar los recursos siguiendo el modelo de la economía circular. Puerta llegó, por ejemplo, a crear hormigón lunar. La clave del éxito, en sus palabras, se encuentran en haber podido trabajar con datos reales. «Me conecté a la NASA y me los bajé. Soy un poco friki y generé una simulación bastante real, como si trabajara desde dentro. La agencia estadounidense lidera el programa internacional Artemis para volver a la Luna y le preocupa bastante la cuestión de los residuos». Pese a lograr lo inimaginable y hacerse con el triunfo, la ingeniera se ha quedado sin el millón de dólares que prometía la NASA por no ser estadounidense. «El galardón tenía una letra pequeña de la que nadie me avisó. En el anuncio dejaban claro que podías hacerte con el dinero si ganabas la primera fase del desafío, pero yo me enteré que era la única —de seis ganadores— que no iba a contar con el dinero cuando me comunicaron que era ganadora». Puerta trató de negociar con la NASA y explicarles su situación. «Les dije que tengo 56 años, que voy completamente sola y que cargo con una mochila muy grande a mis espaldas», explica, pero la respuesta fue una negativa rotunda: «Las normas son las normas». Aún así, la tarraconense no guarda rencor a la NASA. «No siento que me hayan hecho de menos. Hubiera sido muy fácil para ellos quitarme de la foto de ganadores y no lo han hecho. Han tenido el gesto de valorar mi proyecto, felicitarme y darme el mismo reconocimiento que al resto, aunque yo sea de fuera de su país», afirma. Para ella, ese gesto tiene más peso que cualquier cifra. «Siento que es más importante el reconocimiento de la NASA a mi proyecto que el dinero, aunque sea un millón de dólares», asegura. Puerta cree que la decisión de dejarla fuera de la dotación económica responde a una cuestión estratégica. Sostiene que en el concurso, en realidad, hay dos tipos de ganadores. Por un lado, uno internacional -ella en esta edición- y por otro, los cinco equipos de Estados Unidos. Según averiguó después, estos grupos llevan años trabajando y participando en este tipo de certámenes, y la NASA suele concederles subvenciones que, en la práctica, mantienen el dinero dentro del país y refuerzan la imagen de que la agencia invierte únicamente en empresas y proyectos estadounidenses. Pese a su logro, ninguna institución oficial española se ha puesto en contacto con ella. Ni el Ministerio de Ciencia, ni la Agencia Espacial Española. «Supongo que debe haber muchos españoles que han ganado concurso de la NASA para que no se fijen en mí, y mira que mi perfil es cuanto menos curioso», lamenta, a la vez que menciona que «solo la Universidad Politécnica de Cataluña, donde estudié, me ha escrito para felicitarme». Aún así, sin dinero y sin apenas apoyo, Puerta pretende seguir en el desafío y presentarse a la segunda fase. «Ya he demostrado a mis hijos que puedo hacerlo, ahora quiero enseñar al resto mi mejor versión. Más allá de lo técnico, mi objetivo es demostrar que una mujer sola, sin medios, desde España, puede liderar innovación espacial de primer nivel. Si consigo apoyo, quiero que Esperanza sirva también como inspiración y motor para crear un ecosistema de ciencia disruptiva desde lo local, con impacto global».