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Rusia pone en marcha su nuevo 'Archipiélago Gulag': el FSB tendrá cárceles propias sin control judicial

Publicado: agosto 3, 2025, 11:30 pm

La expresión «nuevo Gulag» ha resurgido con fuerza tras la aprobación en Rusia este julio de una nueva ley que otorga al FSB (Servicio Federal de Seguridad, sucesor del KGB) la facultad de operar nuevamente sus propias prisiones y centros de detención preventiva. Esta reforma, aprobada por la Duma Estatal rusa, permitirá que el organismo de inteligencia controle todos los aspectos del proceso de detención: desde el procesamiento de los detenidos hasta la investigación del caso, según informaba ‘The Moscow Times’. Para expertos como Andrei Soldatov, investigador especializado en los servicios de seguridad rusos, e Irina Borogan, periodista de investigación, este nuevo esquema marca un retroceso peligroso: « El FSB está construyendo silenciosa pero metódicamente una base para un nuevo Gulag», advierten. Según denuncian, «la reforma legal contempla la creación de una nueva red de prisiones y centros de detención preventiva bajo el control exclusivo del FSB —y no del FSIN (Servicio Penitenciario Federal)—, replicando un sistema represivo paralelo«. El Center for European Policy Analysis (CEPA) señala que el FSB ya planea una infraestructura logística propia, evocando las prácticas del NKVD en los años 30. La ley le otorga al FSB facultades para escoltar prisioneros, controlar procedimientos judiciales internos e incluso gestionar sobornos en prisión, lo que, según Soldatov y Borogan, «indica preparativos para la represión a una escala que no hemos visto antes». La medida entrará en vigor el 1 de enero de 2026 y permitirá al FSB recuperar instalaciones como el centro de detención de Lefortovo, en Moscú, junto con otros siete centros similares. Lo más polémico es que el FSB podrá regular internamente las condiciones de reclusión, el transporte, la disciplina y la vigilancia de los detenidos, sin estar sujeto al Código Penal ni a la Ley de Procedimiento Penal, es decir, sin depender del sistema judicial ordinario. Los diputados rusos también p lanean reforzar esta medida con dos proyectos de ley complementarios que ampliarían este marco legal. Al quitar la supervisión judicial y legal a estas detenciones, los medios rusos independientes coinciden en decir que el Estado ruso restablece un modelo de reclusión extrajudicial y opaco, con un alto potencial de abuso y arbitrariedad. Este modelo se asemeja al sistema de represión estalinista, cuando la policía secreta podía detener, juzgar y encarcelar en secreto a los considerados enemigos del régimen. La referencia inevitable es el «Archipiélago Gulag», la obra testimonial de Aleksandr Solzhenitsyn, escrita entre 1958 y 1968 , en la que relata sus años en campos de trabajo forzado soviéticos y recoge cientos de testimonios de presos políticos en una vasta red de prisiones distribuidas por toda la URSS. Solzhenitsyn describe cómo el Estado usaba la legalidad como disfraz para el terror. Lo mismo se teme que ocurra ahora: una estructura jurídica formalmente legal pero moralmente ilegítima, que permite encarcelar sin rendición de cuentas, bajo definiciones amplias como «extremismo» o «alta traición». Solzhenitsyn también advertía que el Gulag no era un error del sistema, sino su inevitable consecuencia cuando el poder no tiene límites ni transparencia. Más que una simple regresión, el nuevo marco legal ruso parece ser una reconfiguración moderna de un viejo patrón autoritario. El nuevo marco legal ruso recrea muchos de los pilares del sistema descrito por Solzhenitsyn : represión sin garantías y un aparato de seguridad con poder absoluto. Durante la era de Stalin, el FSB —entonces conocido como NKVD y más tarde como KGB— operaba las prisiones más brutales del sistema represivo. Los detenidos eran incomunicados, sin acceso a abogados ni familiares, y frecuentemente acusados de delitos inventados o con confesiones forzadas mediante tortura. Entre los métodos más comunes se encontraban las palizas, los simulacros de ejecución, la tortura psicológica, y el castigo físico prolongado como permanecer de pie durante días. Las cárceles estaban diseñadas para deshumanizar y quebrar a quienes el régimen consideraba una amenaza. El centro de Lefortovo , uno de los que volverá al control del FSB, fue escenario de fusilamientos masivos en sus sótanos durante las décadas de 1930 y 1940. Más tarde, tras la muerte de Stalin, se utilizó para encerrar a disidentes y presuntos espías. La frase con la que Solzhenitsyn cierra uno de los capítulos de ‘Archipiélago Gulag’ cobra una nueva vigencia en este contexto: «El alma humana desea ardientemente que su país no solo exista, sino que sea justo». Y la pregunta que subyace es: ¿cuánto puede soportar una sociedad antes de que el miedo sustituya por completo a la libertad?

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