Publicado: junio 14, 2025, 10:30 am
A sus 43 años, Xabi Alonso ha regresado al Real Madrid. Lo ha hecho sustituyendo a Carlo Ancelotti para convertirse en el nuevo técnico del equipo blanco e intentar levantarlo tras una temporada bastante mediocre. Tiene tiempo: ha firmado para las tres próximas temporadas y, aunque oficialmente asumirá el cargo el día 1 de junio, ya se ha puesto manos a la obra para intentar emular lo que ha conseguido al frente del Bayer Leverkusen —además de la Copa y la Supercopa de Alemania, especialmente esa Bundesliga invicto— y levantar el primer título que tiene apuntado en la agenda desde la zona noble del Santiago Bernabéu: el Mundial de Clubes que se estrena como competición los meses de junio y julio.
En su presentación no podía estar mejor acompañado, pues el eterno número 14 de la selección española que ganó el Mundial de Sudáfrica tenía al lado a la mujer de su vida, Nagore Aranburu, con quien ya ha decidido dónde van a vivir en esta nueva etapa de sus vidas junto a sus tres hijos: se acaban de instalar en una espectacular casa, valorada en unos 15 millones de euros, en el conocido barrio de lujo de El Viso, cerquísima, de hecho, del estadio madridista.
Un nuevo hogar de alrededor de 920 metros cuadrados construidos que están repartidos en cinco plantas, con seis habitaciones, ocho baños y un espacioso jardín de 300 metros cuadrados con piscina privada. Una vivienda de absoluto lujo para el exjugador del Liverpool, Bayern de Munich o Real Sociedad, la etapa en la que conoció a su futura esposa, quien curiosamente no encaja en la idea popular de «esposa de futbolista», ya que ha primado por encima de cualquier cosa la discreción y la privacidad.
Quizá se deba a que se conocieron cuando el tolosarra no era, ni siquiera se podía llegar a barruntar, el futbolista que podía llegar, y que llegaría, a ser. Eran adolescentes. Alonso, junto a otro gran jugador y ahora también entrenador de éxito, Mikel Arteta, jugaban para el Antiguoko, un modesto equipo local guipuzcoano con el que jugaban los fines de semana. Estamos hablando de hace más de 20 años, antes de que a Arteta se lo llevasen los ojeadores del FC Barcelona y al centrocampista la Real Sociedad.
Ambos comenzaban su carrera profesional y eran amigos dentro de un grupo mucho más grande, ya que frecuentaban a amistades comunes y locales cercanos —al fin y al cabo, ella nació en Azpeitia, localidad a unos 20 kilómetros de Tolosa—. «Formábamos parte de la misma pandilla y, una noche, me pidió mi móvil. Yo creí que había olvidado el suyo, pero lo quería para otra cosa: se hizo una llamada a su número para registrar el mío. Así yo también lo tendría», reveló la propia Aranburu para la revista Vogue en 2011.
El futbolista no dudó en pedirle una cita y ella aceptó inmediatamente. «Al día siguiente me llamó, fuimos a cenar a un restaurante precioso en San Sebastián y después a un club de jazz donde nos encontramos con Mikel Arteta y su novia», añadió, en una de las pocas entrevistas que ha concedido. Y desde aquella primera vez, hasta ahora. Nagore trabajaba de modelo en su juventud, si bien más tarde abriría su propia tienda multimarca en Donosti, Neroli by Nagore, especializada en moda infantil, hasta su cierre, en 2016, debido a las pérdidas que acumulaba.
Pero aunque no sea una influencer al uso ni se dedique por entero al mundo de la moda, no lo ha dejado de lado, ya que actualmente es creadora de contenido y en su Instagram, donde acumula alrededor de 165.000 seguidores —que a buen seguro aumentarán ahora que su esposo está en el banquillo del Real Madrid—, se puede observar su gusto por los estilos sobrios pero modernos, con una eleganci que aúna sobriedad y savoir faire con la que ha conseguido convertirse en rostro de firmas tan conocidas como Hugo Boss o Emidio Tucci.
Aranburu siempre ha seguido a su marido allá donde su carrera futbolística le ha llevado, de Liverpool a Madrid o a Múnich, ya que apenas seis años después de comenzar su relación pasaron por el altar. Fue el 11 de julio de 2009 en una ceremonia de carácter íntimo celebrada en la iglesia donostiarra de Zorroaga, con la novia luciendo un vestido de la diseñadora vasca Isabel Zapardiez. La pareja ya estaba tan consolidada antes de darse el «Sí, quiero» que, de hecho, unos meses antes ya se habían convertido en padres primerizos. Al primogénito le pusieron de nombre Jon, aunque de forma cariñosa le llaman Jontxu.
A él le siguieron dos hijas: Ane, que vino al mundo en 2009, y Emma, la benjamina, que nació en 2013. Una familia unida que, sin embargo, también ha tenido que enfrentar altibajos. Entre ellos, obviamente, la retirada del futbolista, algunos cambios de residencia, el acoso en ocasiones de la prensa rosa o los problemas con Hacienda de Alonso, a quien le acusó de haber defraudado dos millones de euros usando de pantalla una sociedad en Madeira que gestionaba sus derechos de imagen.
Una de las claves de su éxito como pareja ha sido, de hecho, su compenetración con los pequeños. «Busco pasar todo el tiempo que pueda junto a mi familia y mis tres hijos. Los días que estoy en casa, solo quiero pasarlos con ellos, escuchar sus historias. Es maravilloso poder ver a tus hijos crecer. Hago lo imposible para criar a buenas personas», declaró el futbolista hace apenas unos meses. Pero igual también tendría que haber dicho «y a buenos futbolistas».
Porque Jon ha heredado de su padre no solo su posición en el campo, siendo mediocentro, sino también su dorsal, el 14, y su liderazgo, pues fue el capitán de su equipo, el Zuatzu, durante un torneo en Cataluña, la Mediterranean International Cup, hace casi un año, en el que cayeron en octavos ante el Girona. Queda por saber si sus hijas se decantarán por el fútbol igualmente o si seguirán los pasos de su madre en el mundo de la moda, aunque de ser así a buen seguro que llevarán una vida tranquila, sin estridencias y con una imagen pública prácticamente inmaculada.
