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El complejo desembarco de la traducción automática en el mundo de los negocios

Publicado: junio 8, 2025, 11:57 pm

La irrupción de la inteligencia artificial en los procesos de traducción ha supuesto una transformación silenciosa pero profunda en el tejido empresarial. Aunque durante años la traducción fue considerada un servicio auxiliar, casi invisible –solo evidente cuando algo fallaba–, hoy se ha convertido en un elemento estratégico para muchas organizaciones, especialmente aquellas que operan en entornos multilingües y globalizados. «En el ámbito de la traducción profesional , muchas de estas tecnologías no son nuevas. Lo que ha cambiado no es tanto la tecnología, sino el relato que se ha construido en torno a ella», puntualiza Arancha Caballero, fundadora y CEO de Nuadda Translations y presidenta de la Asociación Nacional de Empresas de Traducción e Interpretación (Aneti). Desde hace más de una década, los traductores profesionales utilizan sistemas de traducción automática basados en redes neuronales, y aunque no se vendía bajo la etiqueta de IA, en realidad ya lo era. En entornos profesionales, la IA no se usa como una solución genérica, sino que se integra en sistemas avanzados de gestión de traducciones que permiten comparar versiones, consultar memorias previas, mantener la coherencia terminológica y reutilizar fragmentos traducidos anteriormente. «Todo esto ocurre en plataformas especializadas , no en interfaces generalistas como ChatGPT o Gemini», explica Caballero. «Los traductores trabajamos, además, en entornos cerrados y seguros con servidores dedicados, generalmente alojados en Europa, para cumplir con las estrictas normativas de protección de datos», añade. Los expertos coinciden en que cuando se recurre a plataformas sin protocolos robustos de seguridad, existe también el riesgo de fugas de información confidencial, lo que puede derivar en brechas de datos o sanciones por haber incumplido normas de privacidad y protección de datos (RGPD, Reglamento [UE] 2016/679). Y esto es crucial, especialmente cuando se trata de traducir documentos sensibles como contratos legales, informes o documentos privados. «La traducción automática puede insertar errores críticos en cláusulas contractuales o financieras, lo que podría provocar interpretaciones erróneas que acaben en litigios o en pérdidas millonarias», analiza la doctora Alexandra Santamaría Urbieta, catedrática en traducción de UNIR. En esta misma línea, indica Caballero, lo que sí ha cambiado es que la IA generativa puede ofrecer una agilidad incomparable. En tareas rutinarias como la localización de terminología o la redacción de resúmenes puede acelerar significativamente el trabajo de los lingüistas. Sin embargo, no puede asumir la responsabilidad final de una traducción profesional. Un sistema de IA puede traducir un correo electrónico de forma aceptable, pero no debería encargarse, sin supervisión humana, de una web corporativa que representa la imagen de una empresa ante el mundo. Ya existen modelos que recurren a representaciones vectoriales contextuales ‘embeddings’ para captar matices culturales y jerga empresarial. Además, se están desarrollando proyectos que integran datos multimodales para enseñar a los modelos a identificar ironía y expresiones idiomáticas en otro idioma. No obstante, todos estos avances, hoy por hoy, aún presentan dificultades con ironías muy sutiles y referencias culturales profundas . Los algoritmos a menudo pierden contexto social o interpretan las metáforas de forma literal, lo que obliga al traductor humano a realizar una postedición, puntualiza Santamaría. Lo que sí ha traído consigo la IA es una velocidad sin precedentes. Frente a la media diaria de 2.000 a 3.000 palabras que puede manejar un traductor humano , los sistemas automatizados son capaces de producir más del doble en menos tiempo . Esto ha permitido a las empresas acortar plazos, responder más ágilmente a mercados dinámicos y reducir costes operativos. En algunos casos, el ahorro económico ha alcanzado hasta un 50%, especialmente en tareas repetitivas y de alto volumen, como la traducción de catálogos, ofertas de empleo o boletines internos. ¿Y qué pasa con la fiabilidad en estos sistemas? Según los últimos estudios científicos de los años 2024 y 2025, los sistemas de traducción automática basados en inteligencia artificial, como DeepL y ChatGPT , muestran unas puntuaciones equivalentes a un 88-91% de calidad en traducciones del inglés al español para textos generales y técnicos, explica la doctora Santamaría. Es decir, un alto grado de fiabilidad, pero solo en textos traducidos del inglés al español y que podría no aplicarse a todos los pares de lenguas, ni tampoco a todos los tipos de documentos. Sin embargo, esta automatización tiene matices. El impacto real de la traducción automática varía enormemente según el tipo de contenido y el sector. En contextos técnicos, «donde los textos son más estructurados y predecibles, la IA puede ofrecer resultados aceptables, incluso sin intervención humana directa. Pero cuando entramos en territorios sensibles –como el legal, el financiero o el creativo–, los riesgos se multiplican», continúa Santamaría. Un error en una cláusula contractual, una ambigüedad en una política de cumplimiento o una mala interpretación en una campaña de marketing pueden tener consecuencias millonarias. Y estos errores no son hipotéticos: ya hay empresas que han perdido tráfico, visibilidad e incluso reputación al confiar ciegamente en traducciones generadas por máquinas sin revisión, revela Caballero. A pesar de los claros beneficios en velocidad y ahorro de costes, los sistemas de IA siguen cometiendo errores en aspectos como matices culturales, tono y terminología especializada. Por eso, cada vez más compañías se están dando cuenta de que la clave no está en sustituir al traductor humano, sino en integrarlo dentro del flujo automatizado. El profesional no solo revisa el texto final, sino que también participa en fases previas –como la preedición del texto fuente– y posteriores, como la adaptación cultural, el control de calidad y la verificación de coherencia terminológica. Esta supervisión no solo evita errores: también aporta valor añadido, preserva la voz de marca y garantiza el cumplimiento de normativas, algo esencial en sectores regulados. Si nos centramos en el uso que las compañías pueden dar a estas herramientas, responde a la lógica funcional de optimizar procesos sin renunciar al control . Desde pequeñas empresas hasta grandes corporaciones multinacionales, pasando por administraciones públicas, cada organización recurre a ellas en función de sus necesidades específicas. Desde Traductores Va explican que estos dispositivos están pensados como herramientas de apoyo, no como sustitutos del traductor. «Trabajamos con herramientas como auriculares multilingües para reuniones internacionales fluidas, en los que cada participante escucha en su idioma, y sistemas de chat grupal multilingüe que permiten reuniones en las que una conversación entre personas que no comparten idioma fluya sin fricción, o que se pueda trabajar sobre documentos en distintos idiomas sin necesidad de intermediarios inmediatos», puntualiza Fernando Santoja, regional manager de Traductores VA By Vasco.

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