Publicado: mayo 14, 2025, 3:00 pm
Desde la concepción, anuncio e implementación de la denominada megafarmacia se ha suscitado un debate significativo en torno a su potencial para mitigar los problemas de desabasto de medicamentos que aquejan al sistema de salud. Si bien la concentración de un volumen considerable de fármacos en un solo espacio podría interpretarse, en principio, como una solución tangible, una evaluación más profunda revela la imperiosa necesidad de un componente fundamental que trasciende la mera acumulación física: un sistema de gestión integral y tecnológicamente robusto. No obstante, abordar esta necesidad con ligereza, sin la debida planificación y la adopción de soluciones probadas, conlleva el impacto de que la iniciativa se haya visto comprometida desde su concepción.
La analogía resulta clara: un cuerpo humano, por imponente que sea su estructura muscular, carecerá de la capacidad de acción coordinada y eficiente sin un sistema nervioso central que procese información, gestione respuestas y garantice la integridad funcional. De manera similar, la Megafarmacia, en su configuración actual, se asemeja a un vasto depósito carente de un sistema nervioso digital que permita la trazabilidad, asegure la integridad de la información, gestione el inventario de manera precisa y eficiente, y proporcione un repositorio digital homologado de la documentación esencial. Ignorar la complejidad de implementar un sistema de esta naturaleza y abordarlo de manera superficial podría traducirse en fallas operativas significativas en el futuro cercano.
Este tema, al menos en mi caso había quedado como uno de los elefantes blancos que se quedaban en el anecdotario de proyectos inconclusos de la administración anterior y que desde la presentación de “República Sana” parecía se iba a abordar en el marco de la Salud Digital, sin embargo, hace unos días se ha vuelto a poner en el aparador por lo expresado por las autoridades de salud en diversos foros.
De ahí la necesidad de retomar la discusión:
La trazabilidad de los medicamentos emerge como un elemento crítico en la cadena de suministro farmacéutico. Sin un sistema que registre de manera exhaustiva el recorrido de cada lote, desde su producción hasta su dispensación, la posibilidad de infiltración de productos falsificados o defectuosos se incrementa exponencialmente. Un sistema robusto, similar en su concepción y funcionalidad a plataformas como el SAI (del IMSS) o SICAMED (propuesto en la legislatura anterior), permitiría un seguimiento pormenorizado, generando una cadena de custodia digital que brinde certeza tanto a las autoridades sanitarias como a los pacientes sobre la autenticidad y la calidad de los fármacos que se distribuyen. Esta capacidad de rastreo no solo es fundamental para la seguridad del paciente, sino también para la eficiencia en la gestión de retiros de mercado en caso de detectarse alguna anomalía (la llamada Farmacovigilancia). Subestimar la sofisticación requerida para un sistema de trazabilidad efectivo, y optar por soluciones improvisadas o incompletas podría generar una falsa sensación de seguridad, con consecuencias potencialmente graves.
La integridad de la información constituye otro pilar fundamental. En un sector tan sensible como la salud, la precisión y la confiabilidad de los datos son innegociables. Un sistema digital centralizado garantizaría que la información relativa a los medicamentos – incluyendo su composición, lote, fecha de caducidad, condiciones de almacenamiento y distribución – sea inalterable, accesible de manera controlada y esté disponible para los actores relevantes del sistema de salud. La transición de registros en papel a un repositorio digital homologado no solo optimizaría los procesos administrativos, reduciendo la posibilidad de errores humanos y la pérdida de información, sino que también facilitaría la interoperabilidad entre diferentes instituciones y niveles de atención médica. Imaginemos la eficiencia que se lograría si la información sobre un medicamento prescrito en un centro de salud fuera automáticamente accesible para su dispensación en la Megafarmacia, evitando así la duplicidad de procesos y la potencial confusión. Sin embargo, la implementación de un sistema de gestión de información robusto requiere una planificación meticulosa y la adopción de estándares claros.
Tomar atajos o implementar soluciones no integradas podría resultar en silos de información y una falta de interoperabilidad que anule los beneficios esperados. Por alguna razón suena muy familiar.
La gestión de inventarios, con especial énfasis en el control de la caducidad, representa un desafío logístico de gran magnitud en una operación de la escala de la Megafarmacia. Sin un sistema de inventario en tiempo real que monitoree las existencias, las fechas de vencimiento y los patrones de demanda, se corre el riesgo de incurrir en desabasto de medicamentos esenciales en ciertos momentos y, paradójicamente, en la acumulación de fármacos próximos a su fecha de caducidad, generando pérdidas económicas significativas y, lo que es más grave, la potencial inutilización de recursos valiosos. Un sistema avanzado permitiría la implementación de alertas tempranas sobre medicamentos con fechas de caducidad próximas, facilitando su distribución oportuna y evitando el desperdicio. Asimismo, la capacidad de analizar los patrones de demanda contribuiría a una planificación de adquisiciones más eficiente, optimizando los recursos financieros y asegurando la disponibilidad de los medicamentos necesarios cuando y donde se requieran. Abordar la gestión de inventarios con herramientas inadecuadas o procesos manuales en una operación de esta escala es una receta segura para el caos y la ineficiencia, con un alto riesgo de errores costosos y desabasto perjudicial.
La homologación de documentos digitales se erige como un elemento facilitador crucial para la eficiencia y la transparencia. En un sistema de salud que involucra a múltiples actores – desde los fabricantes y distribuidores hasta almacenes estatales y centros de salud u hospitales – la estandarización de la documentación digital (órdenes de compra, facturas, guías de remisión, certificados de calidad, etc.) simplificaría los procesos administrativos, reduciría la burocracia y facilitaría la auditoría y la rendición de cuentas. Un sistema con capacidad para gestionar documentos digitales de manera uniforme y segura permitiría una comunicación más fluida y eficiente entre los diferentes eslabones de la cadena de suministro, minimizando errores y agilizando los trámites. Intentar implementar la homologación de documentos digitales de manera fragmentada o sin una estrategia clara y coherente podría generar más problemas de los que resuelve, dificultando la interoperabilidad y la eficiencia.
En este contexto, la mera existencia de un almacén de gran tamaño, aunque represente un avance en términos de concentración de recursos, no garantiza por sí sola la solución a los problemas de desabasto y eficiencia en la distribución de medicamentos. La verdadera transformación radica en la implementación de un sistema integral que actúe como el sistema nervioso de esta vasta operación logística. Un sistema que permita la trazabilidad punta a punta asegure la integridad y disponibilidad de la información crítica, gestione el inventario de manera inteligente y eficiente, y facilite la interoperabilidad y la transparencia a través de la homologación de documentos digitales.
La inversión en un sistema de estas características no debe considerarse un gasto superfluo, sino una inversión estratégica fundamental para garantizar el éxito a largo plazo de un sistema de abasto integral y, lo que es más importante, para asegurar que los pacientes reciban los medicamentos que necesitan de manera oportuna, segura y eficiente. La urgencia de adoptar un sistema único, robusto y probado es innegable si se busca una solución real y sostenible a los desafíos del sistema de salud en materia de abasto de medicamentos.
La magnitud del desafío requiere una respuesta integral, donde la infraestructura física se complemente con una infraestructura digital inteligente y eficiente. Cualquier intento de implementar esta infraestructura digital de manera superficial o sin la debida diligencia técnica y operativa eleva considerablemente el riesgo de un fracaso costoso y perjudicial para la salud pública.
Hoy cierro con una frase que se atribuye a Sun Tzu: “La línea divisoria entre el orden y el caos reside en la logística.
*El autor cuenta con 25 años de experiencia en el sector de la salud en México y Latinoamérica, es socio fundador de una consultoría enfocada en el análisis de las políticas públicas en salud, salud digital y sostenibilidad.