Publicado: mayo 14, 2025, 8:00 am
El presentador Jordi González estuvo a punto de morir durante una estancia en Medellín (Colombia) cuando se vio afectado por una neumonía que obligó a inducirle el coma durante tres semanas, según ha contado recientemente a los medios.
«Lo que yo tenía era una bronconeumonía bilateral, que es la enfermedad que ha matado al papa Francisco, agravada con una crisis renal», explicaba el presentador, asegurando que es una afección con un alto índice de mortalidad.
¿Qué es la neumonía?
Tal y como explicó a 20minutos el neumólogo Joaquín Lamela López, miembro de Top Doctors, «la neumonía es una infección de los pulmones. Puede afectar a personas de cualquier edad, pero es más grave en personas muy jóvenes, mayores de 65 años, alcohólicos, pacientes con enfermedad cardíaca congestiva, diabetes, enfermedad pulmonar crónica o sistema inmune debilitado. En pacientes con enfermedades subyacentes puede llegar a amenazar la vida si no es tratada».
En casos como el de Jordi González, la bilateralidad se refiere a que se produce en los dos pulmones de manera simultánea.
«La neumonía», continúa Lamela, «puede estar causada por una gran variedad de microorganismos, incluyendo virus, bacterias y menos comúnmente hongos. La causa más común de neumonía es la bacteria neumococo».
«A medida que se multiplican los microorganismos, los alveolos pulmonares se van inflamando y acumulan líquido», desarrolla. «Son estos cambios los que provocan los síntomas de la neumonía».
¿Cuáles son los síntomas?
Sobre ellos, el doctor recuerda que incluyen:
- Escalofríos y fiebre, normalmente mayor de 38º, aunque puede estar ausente en los más mayores.
- Dolor torácico al respirar.
- Dificultad respiratoria y cardíaca.
- Tos con producción de esputo amarillo o verdoso, ocasionalmente teñido de sangre.
- Náusea, vómito y diarrea.
- Cambios en el estado de conciencia.
Además, el experto incide en que es importante diferenciar la neumonía de otra condición respiratoria mucho más común, como es la bronquitis aguda: esta última, dice, «habitualmente no causa fiebre; suele ser producto de un virus y, por tanto, no requiere tratamiento con antibiótico».
¿Cómo se diagnostica?
«El diagnóstico de la neumonía», aclara Lamela, «suele requerir una historia médica completa, un buen examen físico (sobre todo pulmonar y cardíaco) y una radiografía de tórax. La necesidad de otras pruebas depende de la severidad de la enfermedad y el riesgo de complicaciones».
También añade que «la neumonía puede disminuir la cantidad de oxígeno disponible en la sangre. Este nivel se mide con un pulsioxímetro o, en los más enfermos, se puede hallar sacando una muestra de sangre de una arteria».
«La evaluación de una neumonía», cuenta, «comienza con una historia médica o entrevista. «El médico preguntará qué síntomas tiene y cuándo comenzaron. Es importante mencionarle si ha habido fiebre, dificultad respiratoria, dolor torácico o dolor al respirar».
«Las personas con neumonía a menudo tienen estertores crepitantes con la inspiración, ruidos similares al que se obtiene al frotar con los dedos un pequeño mechón de pelo, y disminución de los ruidos respiratorios en el área de la neumonía», apostilla.
Y concluye: «Con la sospecha clínica y la exploración, el médico confirma el diagnostico con una radiografía de tórax, la mejor prueba para diagnosticar neumonía. Si la radiografía de tórax ofrece dudas el médico puede solicitar una TC de tórax».
¿Cómo se trata?
Lamela explica que una persona con neumonía normalmente comienza a mejorar al cabo de entre tres y cinco días con tratamiento antibiótico. «La mejoría puede ser definida», apunta, «como sentirse mejor y tener menos síntomas como tos y fiebre. La fatiga y una tos persistente pero suave podrían durar hasta un mes, aunque la mayor parte de las personas son capaces de reanudar sus actividades habituales en siete días. Los pacientes tratados en el hospital pueden necesitar tres o más semanas para reanudar sus actividades normales».
«La neumonía puede ser tratada con éxito sin complicaciones», aduce: «Sin embargo, pueden aparecer en algunos pacientes, especialmente en los grupos de alto riesgo. Por ejemplo, puede acumularse líquido entre la cubierta de los pulmones (pleura) y el recubrimiento interno de la pared torácica; a esto se le llama derrame pleural. Si el líquido se infecta como resultado de la neumonía (empiema), puede ser necesario colocar un tubo en el tórax para drenarlo».
«Otra posible complicación es el absceso, una acumulación de pus en el área infectado con neumonía. Y bacteriemia, cuando la infección de los pulmones se extiende a la sangre; esta es una complicación seria ya que la infección puede diseminarse del torrente sanguíneo a otros órganos».
Aún así, concluye, «la mayor parte de las personas se recuperan de neumonía. Sólo es fatal en algunos casos: menos del 3 por ciento de las personas que son hospitalizadas y menos del 1 por ciento de las que son tratadas en casa morirán como resultado de la neumonía o sus complicaciones».
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