Publicado: abril 28, 2025, 12:30 am
Se ha ido como llegó. El papa Francisco dirigió las primeras palabras de su pontificado sin oropel alguno, de blanco, con cruz de plata y zapatos de conductor. Y una de sus últimas imágenes, unos pocos dÃas antes de morir, en silla de ruedas con un sencillo poncho y sin los hábitos papales –ni siquiera el solideo en la cabeza– nos indicaba cómo querÃa ser recordado, como un anciano más, frágil, pero con tanta fe como para ir a rezar a la iglesia. Un pastor de barrio que no cedió ante el lujo vaticano.
Bergoglio siempre manejó a la perfección la comunicación no verbal, que no olvidemos que es la que más impacto tiene, en especial ahora con tanta información que genera al mismo tiempo tanta desatención. Un Papa que en su primer dÃa de ejercicio en febrero 2013 se presentó en una humilde pensión a pagar la cuenta pendiente de los dÃas que estuvo hospedado a la espera de que un nuevo cardenal ocupase el trono de San Pedro. Un pontÃfice que tres dÃas antes de morir dona sus ahorros a una humilde fábrica de pasta montada por presidiarios.
Un Papa que en su primer viaje oficial se empeñó en llevar en su mano un viejo maletÃn de cuero negro al subir las escaleras del avión –a pesar de que su equipo ya lo habÃa colocado en la cabina–. Un pontÃfice que un dÃa antes de morir recibe al segundo hombre más poderoso de la tierra, su némesis, el vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance, a pesar de que sus fuerzas apenas le daban para exhalar un breve saludo. FotografÃas aseguradas y grabadas en las retinas de medio mundo.
Desde el principio hasta el final, Francisco ha buscado comunicar con sus gestos. Muy consciente de la era pop que le tocó vivir, en la que la imagen es la reina de la comunicación. También, quiso epatar con sus palabras y sus textos, siempre con temas de moda. Pasarán a la historia sus encÃclicas como laudato si –dedicada al medio ambiente– o fratelli tutti –en el que glosa la amistad para luchar contra la soledad y las guerras–.
Por supuesto acaparó también titulares con sus palabras gruesas sobre la homosexualidad («hay que ayudar con psiquiatrÃa a los niños gais»); las familias numerosas («no tenemos que reproducirnos como conejos») o sobre la economÃa de mercado («el capitalismo mata»). Y cómo no, con las redes sociales y la televisión. El primero que estuvo en Twitter, Instagram o YouTube y el que nunca se cansó de dar entrevistas por muy controvertidos o polarizados que fuesen los periodistas.
Cuántos directivos de organizaciones mucho más pequeñas que la Iglesia deberÃan aprender de su valentÃa y genialidad para manejar las herramientas del momento y asà trasladar el mensaje del catolicismo del siglo XXI. A modo póstumo, este fin de semana, se cobró su último gran triunfo en su propio funeral: la foto de Donald Trump y Volodomir Zelenski en la catedral de San Pedro, que puede cambiar el destino de la guerra en Ucrania. Descanse en paz un Papa bueno, un buen Papa