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Descubren en Brasil una 'hormiga del infierno' de hace 113 millones de años, la más antigua conocida

Publicado: abril 24, 2025, 1:00 pm

«Poseen el arte de utilizar todas las circunstancias, de sacar partido de todos los accidentes». «Construyen ciudades, excavan galerías, levantan puentes, tienden caminos, cultivan hongos, crían pulgones, organizan ejércitos, libran batallas, establecen comunicaciones lejanas». «Su memoria parece prodigiosa, su facultad de orientación en el espacio casi infalible». «En resumen, presentan, en una escala reducida y bajo una forma extraña, casi todos los fenómenos esenciales de la vida de las sociedades superiores». Son solo algunas frases entresacadas de ‘La vida de las hormigas’, el delicioso libro del nobel belga de literatura Maurice Maeterlinck, que supo retratar como nadie el diminuto universo de estos insectos prodigiosos. Un universo pequeño en tamaño, pero de una complejidad que recuerda a la de nuestra propia sociedad. Las hormigas surgieron en plena época de dinosaurios, en el Cretácico, hace más de cien millones de años y, a diferencia de ellos, muchas sobrevivieron a la catástrofe causada por la caída de un gigantesco meteorito hace 65 millones de años, un evento que exterminó a más del 70% de los seres vivos del planeta. No todas las especies de hormiga, sin embargo, lo consiguieron, y muchas sucumbieron a la catástrofe, entre ellas una familia única a la que los científicos se refieren como ‘hormigas del infierno’. Ahora, y aprisionada en roca caliza de hace 113 millones de años, un equipo de investigadores dirigido por la Universidad de Sao Paulo acaba de descubrir, en el corazón del noreste brasileño, a la hormiga más antigua conocida por la ciencia, una nueva especie de ‘hormiga del infierno’ perteneciente a la extinta subfamilia Haidomyrmecinae, que sólo vivió en el Cretácico. El hallazgo se acaba de publicar en ‘ Current Biology ‘. Llamadas así por sus temibles y únicas adaptaciones depredadoras, estas hormigas poseían mandíbulas especializadas en forma de guadaña que probablemente utilizaban para inmovilizar o ensartar a sus presas. A diferencia de las hormigas modernas, cuyas mandíbulas se mueven lateralmente, las de esta especie se proyectaban hacia adelante, paralelas a la cabeza, lo que sugiere estrategias de caza muy diferentes a la de sus parientes modernos. «Nuestro equipo -explica Anderson Lepeco, autor principal del artículo- ha descubierto una nueva especie de hormiga fósil que representa el registro geológico indiscutible más antiguo de hormigas. Lo que hace que este descubrimiento sea particularmente interesante es que pertenece a la extinta ‘hormiga del infierno’, conocida por sus extrañas adaptaciones depredadoras. A pesar de pertenecer a un linaje antiguo, esta especie ya mostraba características anatómicas muy especializadas, lo que sugiere comportamientos de caza únicos». Según los investigadores, el descubrimiento desafía lo que sabemos sobre la evolución de las hormigas. Los fósiles más antiguos conocidos anteriormente, en efecto, se encontraron en Francia y Birmania, y estaban preservados en ámbar en lugar de piedra caliza. Ahora, la existencia de una hormiga del infierno en Brasil demuestra que las hormigas ya estaban ampliamente distribuidas y diversificadas en una etapa muy temprana de su evolución. «Aunque se han descrito hormigas del infierno en ámbar -señala Lepeco -, esta es la primera vez que podemos ver una en un fósil de roca». El espécimen, notablemente bien conservado, fue descubierto durante el examen sistemático de una de las colecciones de insectos fósiles más grandes del mundo, procedente de la Formación Crato, un yacimiento de renombre mundial y conocido por sus fósiles cretácicos excepcionalmente preservados. La colección, que incluye escorpiones, arácnidos y otros artrópodos, ofrece una ventana única a la vida en la Tierra hace más de 100 millones de años y se encuentra en el Museo de Zoología de la Universidad de Sao Paulo. «Cuando me encontré con esta extraordinaria muestra -asegura Lepeco-, inmediatamente reconocimos su importancia, no solo como una nueva especie, sino como potencialmente la evidencia definitiva de hormigas en la Formación Crato. Este hallazgo destaca la importancia de un examen exhaustivo de las colecciones existentes, privadas o de museos, y pone de relieve la paleontología brasileña y la fauna de insectos fósiles poco explorada del país». La tomografía microcomputarizada, una técnica de imagen en 3D que utiliza rayos X para ver el interior de un objeto, reveló que la hormiga recién descubierta estaba estrechamente relacionada con hormigas del infierno conocidas previamente sólo a partir de especímenes preservados en ámbar birmano, un tipo de ámbar encontrado en Myanmar. El hallazgo, según los autores, muestra que las hormigas estaban ampliamente distribuidas por todo el mundo y que debieron cruzar las vastas masas de tierra del Cretácico en repetidas ocasiones. Pero lo que más asombró a los científicos fueron las características únicas que mostraba su hallazgo. «Aunque esperábamos encontrar características de otras hormigas del infierno -dice Lepeco- nos sorprendieron las características de su aparato de alimentación». De hecho, y a diferencia de las hormigas modernas, que disponen de mandíbulas de movimiento lateral, esta especie poseía mandíbulas que corrían hacia adelante paralelas a la cabeza. «Encontrar una hormiga anatómicamente tan especializada de hace 113 millones de años – prosigue el investigador- desafía nuestras suposiciones sobre la rapidez con la que estos insectos desarrollaron adaptaciones complejas. La intrincada morfología sugiere que incluso estas primeras hormigas ya habían desarrollado estrategias depredadoras sofisticadas significativamente diferentes a las de sus contrapartes modernas». La diversidad de mandíbulas y cuernos observada en las 16 especies conocidas de hormigas del infierno sugiere que estas adaptaciones fueron clave para su éxito como depredadores en el Cretácico. Sin embargo, este linaje de hormigas desapareció junto con muchos otros grupos de hormigas tempranas durante el evento de extinción del Cretácico-Paleógeno, hace 65 millones de años. El hallazgo, por último, abre nuevos interrogantes. ¿Qué tipo de presión evolutiva llevó a este grupo de hormigas a desarrollar unas armas tan temibles? Gracias a herramientas de imagen avanzadas, los científicos se asoman ahora a los secretos fosilizados con una nitidez sin precedentes, desentrañando los misterios de un mundo perdido, donde pequeñas criaturas como esta hormiga del Brasil cretácico protagonizaron su propia y fascinante historia de supervivencia.

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