Publicado: abril 22, 2025, 12:00 am
Curie. Un nombre que resuena en los anales de la ciencia, sinónimo de descubrimientos revolucionarios y una abnegación casi mística por el avance del conocimiento. Y sí, en gran medida, esa imagen es cierta. Pero como en todo buen drama, detrás del telón de la colaboración fructífera se escondían tensiones, pequeñas batallas de ego y la inevitable fricción que surge cuando dos mentes brillantes comparten no solo un laboratorio, sino también el desayuno, la cena y, presumiblemente, discusiones acaloradas sobre la última lectura del electrómetro. Pongámonos en contexto. París, finales del siglo XIX. Marie Sklodowska , una joven polaca con una determinación de acero y una mente prodigiosa, llega a la capital francesa para labrarse un futuro en la ciencia,… Ver Más