Publicado: abril 12, 2025, 9:30 pm
Los accidentes de helicóptero no son un fenómeno aislado en la ciudad de Nueva York: el incidente que en la tarde de ayer acabó con la vida de una familia española tras estrellarse en el río Hudson es, al menos, el décimo que se ha producido en la Gran Manzana desde el año 2004. Desde el año 1977, en Nueva York han muerto al menos 38 personas en accidentes de estas aeronaves, según recoge AP. Pese a ello, cada día decenas de helicópteros sobrevuelan la isla de Manhattan y el Hudson en tours turísticos y vuelos tanto comerciales como privados, ya sea para ofrecer a los turistas una vista panorámica de la ciudad o para llevar a empresarios y ejecutivos de una parte a otra de Nueva York.
Según los datos de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB) y la Administración Federal de Aviación (FAA) de EEUU, la tasa de mortalidad en vuelos de helicópteros civiles es de, aproximadamente, 0,69 muertes por cada 100.000 horas de vuelo (en el periodo 2009-2019). Un porcentaje mucho mayor que en el caso de los aviones comerciales, que registran 0,01 muertes por cada 100.000 horas de vuelo. ¿Significa esto que volar en helicóptero es peligroso? La siniestralidad de estas aeronaves está más bien relacionada «con el trabajo» realizado y no tanto «con la máquina en sí», según explica a 20minutos David Abad, piloto de helicópteros y experto en investigación de accidentes del Sindicato Español de Pilotos de Líneas Aéreas (SEPLA).
El tipo de vuelos y operaciones propios de estos vehículos son los que disparan el riesgo. «La mayoría de los accidentes de helicóptero se producen por la operación que se realiza», señala el piloto. «Son trabajos que requieren de un alto grado de especialización o en los que estás siempre rodeado de obstáculos: estamos sujetos a inclemencias meteorológicas, orográficas… que hacen que el nivel de riesgo sea un poco más alto», añade. La mayor tasa de mortalidad, por tanto, se explica por la complejidad de las condiciones que, por lo general, pueden ser mayores que las de un vuelo comercial.
Sin embargo, Abad —que también es profesor de prevención de accidentes e incidentes de aviación en la Universidad Politécnica de Madrid— apunta que, si hablamos de la propia aeronave en sí, los helicópteros pueden ser «igual o más seguros» que cualquier otra. «Si cualquier cosa falla, podemos aterrizar en medio de un prado o de una carretera», cuenta.
Los helicópteros deben pasar estrictas revisiones
Al hablar de un vuelo en helicóptero, hablamos de una aeronave más expuesta a condiciones adversas y que, por tanto, requiere de una gran precisión. Sin embargo, todo ello depende siempre del tipo de operación: en el caso de un vuelo turístico privado, Abad señala que es una de las actividades «más sencillas» que se pueden realizar, aunque aclara que nunca existe riesgo 0, como ocurre con cualquier vehículo: de hecho, la mortalidad en los accidentes de tráfico es mucho mayor que en cualquier aeronave.
Para reducir el riesgo al mínimo, eso sí, los helicópteros deben pasar estrictos controles: «Primero, los mecánicos hacen una inspección exhaustiva en base a los procedimientos que marca el fabricante», explica Abad, que aclara que son dos procedimientos distintos para el motor y el helicóptero, puesto que normalmente son de distinto fabricante.
Cuando se ha certificado esa primera revisión, el piloto realiza una «inspección prevuelo»: «En base a los manuales del fabricante, de operaciones y el de vuelo, revisamos las luces, los sistemas eléctricos, los motores… una revisión sobre la que ya han hecho los mecánicos». Después, detalla Abad, el piloto realiza la «carga y centrado», es decir, «determinar el peso del combustible, de los pasajeros, etcétera» y con toda esa información, se elaboran las tablas de «performance o prestaciones»: el recorrido que se puede hacer, de cuánto tiempo, qué altura máxima… Después de todos los procedimientos, y tras un último vistazo, es momento de emprender el vuelo.
Además, están los programas de mantenimiento, que marcan cada cuantas horas de vuelo se deben revisar las piezas o cuantas horas de vuelo pueden realizar: «Nosotros, normalmente, los programas de mantenimiento cada 25 horas hacemos una revisión, cada 50 se hace un servicio y luego se hacen la de 100 horas, la de 200, la de 1000…».
En el caso del helicóptero siniestrado en Nueva York, un Bell 206, serán las investigaciones las que expliquen lo sucedido en la tragedia. Abad explica a 20minutos que el fabricante, la compañía canadiense Bell Helicopter, «ya no lo fabrica» y señala que, «de hecho, ya hay una versión nueva de ese helicóptero, totalmente diferente». Sin embargo, apunta, si los programas de mantenimiento se hacen bien y hay un seguimiento correcto, las aeronaves pueden volar «muchísimos años».
En una emergencia, los pilotos entran en autorrotación
En segundo lugar, hay que saber que los helicópteros sí pueden planear: aunque no tienen alas como los aviones, cuentan con «coeficientes de planeo», mayor o menor dependiendo del modelo. En caso de emergencia, el coeficiente de planeo juega un papel clave en la maniobra de autorrotación, una maniobra que los pilotos «entrenamos continuo y constantemente en los programas de entrenamiento», explica Abad.
Cuando un motor falla, los pilotos entran en esta maniobra, orientando las palas del rotor para disminuir la resistencia y que el propio aire fluya, haciendo rotar las palas y permitiendo al piloto planear manteniendo el control de la aeronave y aterrizar de forma controlada. Ahí destaca el punto fuerte de estas aeronaves, que pueden aterrizar en espacios mucho más reducidos que un avión.
Los fallos en el motor, sin embargo, son inusuales, según señala Abad: «Lo normal es que sea un problema con algún otro sistema». En función de la incidencia, hay tres formas de proceder: «luces rojas» (necesidad de aterrizaje inmediato en las mejores condiciones posibles), aterrizaje «tan pronto como sea posible» (es decir, una emergencia que permita maniobrar hasta una zona segura) y aterrizaje «tan pronto como sea práctico» (emergencias leves que permiten dirigirse a un punto de aterrizaje autorizado).
Los accidentes de helicóptero, en datos
Según datos del Equipo de Seguridad de Helicópteros de Estados Unidos (USHST), solo en el año 2024 se registraron 78 accidentes de estos vehículos en Estados Unidos, 11 de ellos con víctimas mortales (hasta 26 fallecidos). En España, el Ministerio de Transportes no hace distinciones por aeronave y enmarca los helicópteros en la categoría de «aeronaves de ala rotatoria», en su Informe Anual de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil: los últimos datos disponibles, de 2023, cifran los accidentes e incidentes en 6 para este tipo de aeronaves, sin que se hayan registrado víctimas mortales.