Publicado: marzo 6, 2025, 6:00 am
Casi una vez por semana, Claudia Sheinbaum se queja de la comentocracia. Así dice ella. No le gusta que la califiquen de Presidenta débil. Es obvio, le molesta; a cualquiera le incomodaría.
Pero esto no empezó el 1 de octubre. Viene de más allá, desde los tiempos en que sus propios compañeros de Movimiento, así le llama ella al partido que patrocinamos los mexicanos, acusaron que los dados estaban cargados para hacerla candidata o cuando no pudo hacer que se cumplieran las reglas para que su favorito a la jefatura de gobierno contendiera por el cargo, a pesar de que estaba a la cabeza de las preferencias.
Ya declarada electa, en lugar de prepararse para el encargo, se convirtió en la dama de compañía de López Obrador. Todos los fines de semana iba tras él, quien aprovechaba para dejar en claro quién la había llevado hasta ahí; incluso la incluyó en el espaldarazo al cuestionado gobernador de Sinaloa.
Dejó que le impusieran más de la mitad de su gabinete, los líderes en el Congreso y en Morena, cuando en todo el mundo es más que sabido que el mandatario en turno asume todos los controles. ¿No fue así durante todo el sexenio pasado?
Ya en la presidencia, ni siquiera le desalojaron los aposentos. Su narrativa es de sometimiento a su mentor. Escúchenla: «El presidente López Obrador, el mejor presidente de la historia». Los demás son Salinas, Zedillo, Fox o Calderón. No incluyo a Peña porque, al parecer, sigue vigente el llamado pacto de impunidad.
La imposición de la presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos o la ley antinepotismo son ejemplos de la debilidad de Claudia Sheinbaum. ¿Le hubieran hecho lo mismo a López Obrador?
La gota que derramó el vaso fue la declaración de García Harfuch: «La señora presidenta no tuvo nada que ver… Fue decisión del Consejo Nacional de Seguridad».
Le regatearon o se regateó una medalla que la hubiera fortalecido. Era la primera de los últimos 40 años que atendía el reclamo de Estados Unidos acerca de Caro Quintero. ¿No es ella quien debe presidir el CNS? ¿No es ella la Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas? Si ni siquiera pidieron su opinión, no hay mucho que especular. ¿A quién le quiere decir que no fue cosa de ella?
A todos los presidentes les llega un momento en que tienen que actuar con fuerza. Salinas de Gortari no se desanimó y convenció a Bush padre de que el tratado comercial era el camino para los tres países. Zedillo no cayó en la tentación de usar la línea de crédito que le abrió Clinton. A Fox no se le fue el país de las manos, como pronosticaban. Calderón respondió a la amenaza del crimen. Peña Nieto subió el precio de la gasolina en año electoral.
Después, los problemas se agravaron cuando, en lugar de resolverlos, se culpaba al de atrás. Ante los desafíos, como la pandemia, se dejó morir a la gente, se abandonó la educación y quedaron a su suerte los pequeños y medianos empresarios. No necesito fundamentar nada: 400,000 mexicanos que no debieron morir, atraso por lo menos de dos años en la educación primaria y el cierre de un millón de negocios.
En los últimos meses: el himno nacional, la bandera, Kalimán, las encuestas y el mitin. A lo que el huracán naranja responde: «México nos hace felices» . Eso después de los 29 narcos, los 10,000 militares en la frontera, las deportaciones y ¡LOS ARANCELES!
La presidenta siente tanta orfandad que necesita sentirse arropada por su “85 por ciento de aceptación”. Como los priistas de antaño, recurre al acarreo y al aplauso comprado. Seguramente, como a Trump el martes en el Capitolio, Sheinbaum será ovacionada hasta la abyección. Allá con las loas al emperador y acá por patriotera defensa de la soberanía .
Y no, Claudia Sheinbaum Pardo no es una presidenta débil, porque eso significaría que hay presidenta. No es cosa de críticos ni comentócratas. Es ella y su sometimiento, son sus dizque aliados que nomás ni la pelan y el país que se está cayendo en pedazos. ¿Pruebas? Economía en camino de la recesión, sistema de salud roto, educación en deterioro, campo abandonado, deuda en crecimiento, rompimiento del orden constitucional, estado de derecho inexistente, inversión tímida. ¿Algo más?
Claro que México es un país fuerte, tanto que ha aguantado pésimos gobiernos… Y los sigue aguantando.