Publicado: febrero 25, 2025, 12:20 am
Los alemanes acudieron masivamente a las urnas este domingo, dándonos una sensación tremenda en Europa de que sus elecciones estaban influidas por lo que ha llamado Pedro Sánchez una “internacional ultraderechista” y por una connivencia de dos superpoderes, la Rusia invasora de Vladimir Putin y los Estados Unidos.
Pero ya había señales de que la extrema derecha europea rechaza que sus votantes los vean claramente teledirigidos desde la Casa Blanca o desde el Kremlin. El viernes, Jordan Bardella, presidente del partido francés de extrema derecha, la Agrupación Nacional, anuló su discurso en una conferencia ‘trumpista’ cuando el exestratega del presidente norteamericano, Steve Bannon, hizo lo que pareció ser un saludo nazi. El joven líder del partido, fundado por el antisemita, Jean-Marie Le Pen, decidió no ser ponente, declarando en un comunicado: “Uno de los locutores se permitió, para provocar, un gesto haciendo referencia a la ideología nazi”.
La hija de Le Pen, Marine, y su discípulo Bardella, no quieren que Bannon estropee una década de trabajo intentando detoxificar a su partido, antes conocido como el Frente Nacional. Bannon reaccionó diciendo que hizo el mismo gesto cuando habló en un evento del partido francés en Lille en 2018, diciendo a Le Monde que, si Bardella no fue a hablar, sería porque no tenía “cojones”, dedicándole otros insultos groseros y concluyendo que “no va a liderar a Francia”.
“Para ser líder en este movimiento, tienes que ser absolutamente como [el primer ministro húngaro Viktor Orban” ,dijo Bannon al periódico francés. “Tienes que ser feroz. Tienes que ser como Trump. Tienes que decir a esta gente: ‘Que te jodas. Estamos ganando, y no vamos a participar en tus juegos menores’”.
Para los estrategas de Trump decidir quién tiene las “pelotas” para gobernar en sus respectivos países europeos es un tema favorito. Mirando hacia el Reino Unido, el ministro más influyente del gobierno Trump, Elon Musk, lleva meses atacando al gobierno Laborista de Keir Starmer, diciendo incluso que el primer ministro tiene que dimitir.
En diciembre, Musk estuvo considerando donar 100 millones de dólares al partido nuevo del arquitecto de la votación del Brexit, Nigel Farage, gran admirador de Trump, según The Sunday Times.
Mientras los analistas políticos se preguntaban si había que cambiar la ley británica para impedir una donación tan grande desde fuera (incluso a través de una empresa británica), Farage se fue a la finca de Trump, Mar-a-Lago, con Nick Candy, el tesorero de su partido Reform UK.
La foto de Farage y Musk recordó una foto de noviembre 2016 de los brexiteros con Trump en Trump Tower y pareció confirmar quien iba a ser el elegido en el Reino Unido para recibir el dinero y los favores del algoritmo del propietario de X, pero para sorpresa de todos, unas semanas más tarde, el billonario sacó un tweet, diciendo que Farage “no tiene lo necesario”. “El partido necesita un nuevo líder,” zanjó Musk.
Nadie sabe con certeza porqué Musk “traicionó” a Farage, pero el cambio de criterio vino después de que el británico se negó a dejar entrar en su partido a Tommy Robinson, un activista de extrema derecha encarcelado. Según Musk, Robinson, ex socio del partido fascista británico British National Party, es un prisionero político, pero la inmensa mayoría de los británicos lo consideran un delincuente que ha ido a la cárcel varias veces por muy buenas razones.
En Alemania, puede parecer que no hay muchas grietas entre Musk y Alice Weidel, la líder del partido de la extrema derecha Alternative für Deutschland (AfD), pero parte del público alemán ha dado su veredicto sobre la intromisión del hombre más rico del mundo: las ventas de los coches Tesla de Musk cayeron un 60% en enero en Alemania.
Los populistas Bardella y Farage intuyen que hay peligro en seguir ciegamente a los Republicanos norteamericanos que utilizan saludos nazis y llaman “dictador” a un Zelenski considerado por muchos europeos como el mejor estadista desde Winston Churchill.
¿Y que pasa con Vox? De momento, no hay grietas. Santiago Abascal, “Obescal” como le llamó Trump, ha unido su futuro electoral al “patriota” de la Casa Blanca.