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Reseña: Kingdom Come Deliverance II, un RPG medieval como ningún otro

Publicado: febrero 4, 2025, 5:10 am

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Por los bosques de Bohemia, hoy República Checa, a principios del siglo XV, se escuchan las pisadas fuertes de un caballo que de pronto se frena ante la presencia de un hombre que obstaculiza el camino. Es un bandido que merodea cerca de un pequeño pueblo, detrás de él sus tres cómplices se abalanzan sobre el jinete, que desciende del animal, saca una espada y un escudo para hacerles frente. Los bandidos no llevan armadura, el jinete sí, y con eso la pelea se empareja. De un par de sablazos dos bandidos caen heridos de muerte, uno más requiere de un golpe certero a la cabeza, mientras que el último es golpeado con el mango de la espada y luego es atravesado por la espada.

Así, los caminos del inmenso mundo de Kingdom Come Deliverance II (KCD II) están plagados de peligros, aventuras, tesoros por explorar y la continuación de la historia de Henry de Skalitz, el hijo bastardo de un herrero convertido en caballero al servicio de la nobleza de una facción que apoya al rey legítimo de Bohemia en una sangrienta guerra civil. En la primera entrega de esta saga, en 2018, Warhorse Studios sorprendió como desarrollador independiente con un videojuego de rol inmersivo que obligó a sus fans a pasar horas aprendiendo las habilidades que un hombre común y corriente en 1403 carecía. Al inicio del juego, Henry no sabe leer y escribir, mucho menos blandir una espada, y ahí radica el reto y la enorme dificultad que, junto con una historia basada en hechos reales y aderezada con un drama digno de una épica de cine, enamoró a millones de jugadores que aceptaron el reto de meterse en la piel de un hombre que, en palabras de Martin Frývaldský, CEO de Warhorse en una entrevista de 2022 con Expansión, “pasa de ser un verdadero don nadie a otro don nadie con algunas relaciones de poder”. Tal como ocurriría en la Edad Media. Warhorse, ahora parte del conglomerado alemán Plaion, se mantuvo fiel a la filosofía que hizo de KCD un juego de culto para su segunda entrega. Sin embargo, hay cambios positivos que reflejan que el estudio es mucho más grande y mejor financiado: los gráficos son mucho más detallados y emplea una versión altamente modificada del motor CryEngine para potenciar al máximo el escenario de la Bohemia medieval. La historia se retoma en donde termina la primera entrega, con Henry acompañando al mimado e histriónico Sir Hans Capon, un noble checo, para entregar un importante mensaje a uno de los aliados del rey, Otto von Bergow, en el espléndido castillo Trosky, cerca Kuttenberg (Kutná Hora, en checo). Los actores británicos Tom McKay y Luke Dale repiten como Henry y Hans, respectivamente, con sensores faciales y de movimiento que hacen del juego una versión más cinemática y llena de realismo. La versión jugada para esta reseña fue en PC, pero está disponible a partir de hoy en consolas también. Los gráficos requieren de una tarjeta de video avanzada, mientras que en PS5 y XBOX el hardware es suficiente para tener al menos los anhelados 60 frames por segundo. El combate, uno de los puntos más criticados por su dificultad en el primer KCD, fue reformulado para la segunda entrega y el resultado son batallas más naturales y una curva de aprendizaje menor que alejará a menos jugadores impacientes. Aún así, se mantiene el grado de dificultad que representa hacer frente a tres o cuatro rivales a la vez.



En KCD II se mantiene el uso de armaduras por capas y se amplió el inventario de armas para añadir al realismo medieval. Usar una cota de malla delgada no protege de la misma forma que una armadura completa. Emplear una espada contra un rival con armadura será siempre menos efectivo que utilizar un mazo y abollar poco a poco esa protección. Pero que no quede duda: pelear en la Edad Media requiere inteligencia, habilidad, el uso correcto de las armas y aprender las técnicas necesarias para las que Warhorse volvió a contratar a especialistas e historiadores para acercarse los más posible a la realidad. Además de las espadas, mazos, hachas y demás instrumentos de muerte, Warhorse añadió ballestas al arsenal y rudimentarias armas de fuego, escasamente empleadas en el periodo en el que se desarrolla la historia, pero que comenzaban a ocupar espacios en las batallas. Henry retiene varias de las características y habilidades aprendidas en la primera entrega del juego. No se empieza de cero, pero el camino se mantiene largo para ser un auténtico caballero triunfador en el Sacro Imperio Romano. El inventario y otras interfaces fueron mejoradas sustancialmente, aunque siguen con un parecido importante con el que los veteranos de KCD se sentirán cómodos desde el inicio. La música, a cargo del compositor checo Jan Valta, repite como otra de las coronas del juego: una mezcla de sonidos medievales de Bohemia, que mezcla tonos populares con una orquesta que hace de cada batalla y cada recorrido por los bosques una experiencia inmersiva. Hay películas históricas que envidiarán la mezcla de sonidos y el realismo en la defensa de un pequeño castillo; aquí no hay héroes acabando con ejércitos enteros o dragones al rescate, en este universo hiper realista se defiende tirando piedras a los enemigos desde los muros y derribando las escaleras por las que suben. Realismo, nuevamente, como principio de todo. Dan Vávra, el director del juego, ha dicho en entrevistas que la intención de la segunda entrega era mantener la fidelidad que hizo que millones se enamoraran de un personaje tan común en un entorno tan hermoso como es el Paraíso Checo, Kutná Hora o Sázava. Visualmente poderoso y sonoramente perfecto, KCD II es el ejemplo de la repetición de una fórmula exitosa con más recursos y mejor tecnología para enamorar a la audiencia. Desde luego, no todo es perfecto, y KCD II adolece de pronto de misiones secundarias repetitivas y una larga lista de nombres, títulos nobiliarios y lugares que obligan al jugador a leer el códex de los menús para aprender un poco más de ellos. Hay sitios del mapa, más del doble de tamaño en esta segunda entrega que en la primera, que de pronto se sienten vacíos, aunque, de nuevo y por experiencia propia, los bosques checos siguen escasos de gente y Kutná Hora se mantiene como el corazón de una región que en la Edad Media proveyó a un imperio completo de plata y otros minerales. Al final, KCD II está dirigido para apelar a una masa de jugadores más amplia, aunque los fans no sentirán ninguna traición. Henry y Hans son personajes entrañables inmersos en un mundo feudal hostil, complejo y donde las decisiones de un pequeño caballero poco o nada influyen en el desarrollo de una historia donde mandan reyes y nobles. Y eso es algo que hace de KCD II nuevamente una joya de los videojuegos: vivir el mundo que tocó habitar y hacer lo mejor que se pueda, nada más. Los fans de la saga seguro están ahora mismo explorando Kuttenberg, pero una nueva camada de jugadores se sentirá atraída por estos cambios visuales y una historia poderosa, solo se requiere paciencia y el premio, como en cualquier batalla, llegará con creces.

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