Los grandes pensadores han coincidido en que la coherencia política es fundamental para la confianza y la estabilidad, aunque algunos, como Maquiavelo , señalaron matices: lo importante no es la coherencia y la honestidad sino su mera apariencia. Aristóteles sostiene que la incoherencia surge cuando los gobernantes dicen representar al pueblo, pero actúan en beneficio propio. Max Weber afirma que un político coherente no es necesariamente el que nunca cambia de opinión, sino el que tiene un propósito claro y justifica sus decisiones con transparencia. En la España de hoy, la coherencia política (y la argumental) es un valor extinguido. Hace una semana, el batiburrillo de normas reunido en el decreto ‘ómnibus’ eran un exabrupto para el PP, la entrega… Ver Más