Publicado: enero 28, 2025, 11:20 pm
En ocasiones la historia es caprichosa. Juega con el azar, con las coincidencias, seguramente para demostrarnos lo torpes que somos, una y otra vez. Cuando más estupefactos estamos con todo lo que está pasando con la llegada de Trump, con las purgas que ha iniciado contra quienes osaron investigarlo, juzgarlo, contra quienes ocuparon un puesto de relevancia; cuando ha arrancado las redadas aleatorias en colegios, en escuelas y en hospitales para deportar a miles y miles de personas, para enviarlas de vuelta a casa aunque en su pasaporte ponga que son estadounidenses porque nacieron ahí; justo ahora los actos conmemorativos de lo que pasó en la liberación de Auschwitz nos sacuden la conciencia y la memoria.
Los testimonios de los pocos supervivientes que quedan ahí son como una especie de antorcha que se ilumina en medio de tanta oscuridad. Su recuerdo de cómo llegamos a ese episodio tan oscuro de la historia nos sacude y nos recuerda que, en algunos momentos, estamos cometiendo los mismos errores. Los mismos discursos, los mismos argumentos y la misma apatía de quienes lo veían venir y no hicieron nada.
Sí, las imágenes de migrantes sacados a la fuerza de sus casas en Chicago o montados en aviones para devolverlos a su país, o personas hacinadas en tiendas de campaña en la frontera de México, recuerdan demasiado a lo que pasó en muchas ciudades de Europa durante la segunda Guerra Mundial. Los testimonios de quienes sobrevivieron son los de personas que lo han visto todo y que ven, con pavor, cómo estamos olvidando.
«Si Europa quiere evitar la destrucción, su gente debe anticipar mejor las consecuencias de sus acciones». En primera fila, escuchando el mensaje que les dejaba uno de esos supervivientes de Auschwitz, los representantes de las principales monarquías, jefes de Estado y, justo detrás, Zelensky. Semblantes serios, observando y escuchando lo que esos ancianos y ancianas nos iban pidiendo, a ellos, a los que toman decisiones, pero también a nosotros, a los que seguimos ideas o ideologías sin cuestionar ni sancionar nada.
Ahora que el mundo parece querer volver a señalar al diferente, a criminalizar al que viene de fuera, a los migrantes, dejo por aquí uno de los testimonios más potentes que escuchamos en la ceremonia del lunes. Se llama Marian, tiene 99 años. Estuvo en Auschwitz y sobrevivió: «Todo el odio y los discursos de odio que llevan a conflictos armados entre pueblos vecinos o grupos étnicos siempre han acabado en baños de sangre». Y qué razón tiene. Israel con su vecina Gaza. Rusia con su vecina Ucrania. Los vecinos comparten fronteras y espacios. Y la historia, caprichosa siempre, tiende a repetirse por la torpeza de quienes la escriben. Ahí lo dejo.
