No cabe duda de que una de las principales razones del éxito de nuestra especie radica en la capacidad de Homo sapiens para adaptarse prácticamente a cualquier ambiente o clima. Algo que no comparte con nosotros la mayoría de las especies vivas, que suelen depender de unas condiciones ambientales concretas que, de alterarse, las condenan a desaparecer. Pero no a nosotros. Desde las más gélidas estepas a las tórridas selvas tropicales y desiertos, los humanos nos las hemos arreglado para sobrevivir y seguir prosperando en todos los ambientes posibles. ¿Pero cuándo surgió exactamente esa asombrosa capacidad de adaptación? ¿Es algo exclusivo de Homo sapiens o ya la tenían también las primeras especies del género Homo? Ahora, un nuevo estudio recién publicado en ‘Nature Communications’ ha encontrado una respuesta. Homo erectus , uno de los primeros ancestros humanos de Homo sapiens , ya era capaz de adaptarse y sobrevivir a las más duras condiciones del desierto hace por lo menos 1,2 millones de años. El hallazgo sugiere que las adaptaciones de comportamiento que le permitieron tal hazaña incluían regresar repetidamente, durante miles de años, a ríos y estanques específicos en busca de agua dulce, así como desarrollar herramientas especializadas. Los autores creen que esta capacidad de adaptación puede haber llevado a la expansión del área de distribución geográfica de esa antigua especie humana, la primera con proporciones corporales similares a las nuestras y el primer humano primitivo que fue capaz de emigrar fuera de África. Hasta ahora, ha habido un importante debate sobre cuándo los homínidos empezaron a ser lo suficientemente adaptables como para sobrevivir en ambientes extremos, como desiertos o selvas tropicales. E investigaciones anteriores a menudo han concluido que sólo Homo sapiens, nosotros, tuvimos en el pasado esa capacidad de adaptación. El nuevo estudio, sin embargo, indica que no fue, en absoluto, así. Los investigadores, en efecto, recopilaron datos arqueológicos, geológicos y paleoclimáticos en Engaji Nanyori, en el desfiladero de Olduvai en Tanzania, un sitio arqueológico clave para el estudio de los primeros homínidos. Y la evidencia reveló que Homo erectus ya era capaz de prosperar en ambientes extremadamente áridos hace más de un millón de años, mucho antes de que surgiera Homo sapiens, nuestra especie. «Actualmente extinto -explica Michael Petraglia, de la universidad australiana de Griffith y coautor del estudio- Homo erectus existió hace más de 1,5 millones de años, lo que lo convierte en un exitoso ejemplo de supervivencia en la historia de la evolución humana«. En comparación, nuestra propia especie, Homo sapiens , se originó ‘solo’ hace unos 300.000 años. «Ese éxito – dice por su parte Julio Mercader, de la Universidad de Calgary y autor principal de la investigación- se debió a su capacidad de sobrevivir durante un largo período que estuvo marcado por grandes cambios en el medio ambiente y el clima». Utilizando análisis genéticos y bioquímicos, datación cronométrica, simulaciones paleoclimáticas, modelización de biomas, reconstrucciones de la historia de los incendios, estudios paleobotánicos, conjuntos de fauna y evidencia arqueológica, Mercader y su equipo consiguieron reconstruir fielmente el ambiente de la región en los tiempos de Home erectus: un entorno desértico, extremadamente árido y dominado por matorrales. Pero a pesar de las duras condiciones, Homo erectus resistió, y ocupó repetidamente, durante muchos miles de años, aquellos áridos paisajes aprovechando las escasas fuentes de agua. Lo cual sugiere que estos humanos arcaicos ya poseían una flexibilidad ecológica previamente atribuida sólo a especies humanas muy posteriores. «El debate -asegura el coautor Abel Shikoni de la Universidad de Dodoma, en Tanzania- se ha centrado durante mucho tiempo en cuándo el género Homo adquirió la adaptabilidad para prosperar en ambientes extremos como desiertos y selvas tropicales. Tradicionalmente, se pensaba que sólo Homo sapiens era capaz de ocupar de forma sostenida tales ecosistemas, mientras que los homínidos arcaicos se consideraban restringidos a áreas más estrechas«. «Sin embargo -añade Petraglia-, la evidencia biogeoquímica, paleoambiental y arqueológica que analizamos sugiere que los primeros Homo ya tenían la capacidad de adaptarse a ambientes diversos e inestables desde el suelo del Rift de África Oriental y las áreas montañosas de África hace ya dos millones de años. Este perfil adaptativo, marcado por la capacidad de resistir en zonas áridas, desafía las suposiciones anteriores sobre los límites de dispersión de los primeros homínidos y posiciona a Homo erectus como un generalista versátil y el primer homínido que capaz de superar las fronteras ambientales a escala global«.