<![CDATA[
Es injusto el castigo que aplicó la sociedad estadounidense a los éxitos económicos que tuvo la administración del presidente saliente de aquel país, Joe Biden.
Las políticas económicas que implementó el demócrata para sacar a Estados Unidos de la recesión causada por la pandemia de Covid-19 dieron resultados excepcionales, pero la inflación chiclosa, persistente, que tiene muchos factores globales, mantuvo en el enojo a muchos electores.
Los Bidenomics, esta política pública impulsada por Brian Deese, exconsejero económico del presidente Biden, tuvieron un récord impresionante de éxitos que, de hecho, evitaron una recesión en la economía estadounidense y arrojan como un emblemático último dato macroeconómico, una descomunal creación de empleos.
Las nóminas no agrícolas sumaron 256,000 nuevas plazas laborales en diciembre pasado, en continuidad de las 212,000 agregadas en noviembre anterior. Estos datos del Departamento del Trabajo son, bajo cualquier perspectiva, un éxito del gobierno de Joe Biden.
Solo para comparar con los resultados de su principal socio comercial, en México, los “Pejenomics” lograron que en el mismo mes de diciembre se perdieran 405,259 plazas laborales formales, la peor caída desde que hay registros.
Y así como López Obrador recibió en el 2018 una economía que creó ese año 661,000 empleos formales registrados ante el IMSS, y en un sexenio devastó la economía, así el próximo lunes Donald Trump recibe una economía sólida, con empleos, con una inflación ya controlada, pero con muchos temores sobre el futuro.
Ahora Estados Unidos se enfrenta a los “MAGAnomics”, término acuñado en el 2017 en las páginas de The Wall Street Journal por Mick Mulvaney, director de presupuesto del primer mandato de Trump, para hacer referencia a las políticas económicas del próximo presidente republicano usando el acrónimo de Make America Great Again (MAGA).
Por ejemplo, si la próxima semana, ya desde el Salón Oval de La Casa Blanca, Donald Trump firma el acto presidencial de decretar la emergencia económica e impone aranceles a diestra y siniestra, el impacto será duro.
Primero, la inflación. Un arancel a las importaciones es un sobreprecio a los consumidores. Y el daño que le produzca a los países afectados regularmente se ve compensado con depreciaciones cambiarias, pero también con aranceles espejo.
No se puede garantizar que a partir del próximo lunes Donald Trump empezará a comer lumbre para gobernar sobre el caos, ni tampoco que se habrá de moderar como en su primer mandato. Eso se llama incertidumbre y causa muchos daños.
Pero, lo que queda claro es que si impone medidas proteccionistas serán inevitablemente un búmeran en contra de su propia economía.
Las políticas económicas del gobierno saliente de Biden tienen una buena evaluación de los expertos, pero la persistente inflación, sobre todo en alimentos y combustibles, fue materia prima para la campaña de Donald Trump.
El tiempo lo dirá, pero parecía mucho más prudente seguir por ese mismo camino que dar paso al huracán que pretende desatar el republicano.
Sin embargo, el discurso emotivo y encendido del MAGA ganó la partida de la popularidad y ese país, de la mano del resto del mundo, entraremos en un terreno desconocido a partir del próximo lunes.
]]>