Más allá de la intensa presencia militar en el centro de la capital, no hay nada en las calles caraqueñas que indique que un evento trascendental está a punto de suceder. Los coches y autobuses, en su mayoría viejos y deteriorados, transitan como siempre por las autopistas y avenidas, escupiendo denso humo por sus tubos de escape. Llevan a los trabajadores de regreso a la rutina después de la época vacacional. Las actividades académicas también se reiniciaron esta semana, aunque varias universidades de Caracas han establecido clases ‘on line’. No solo para evitar que los estudiantes se expongan en las calles, sino para que los que viven en otras localidades puedan permanecer con sus familias en estos días inciertos y lejos de las carreteras que están colmadas de puestos de control policiales y militares. Puestos que criminales, pero sobre todo inocentes, prefieren eludir. El próximo jueves, un día antes de la toma de posesión que tanto Edmundo González como Nicolás Maduro pretenden asumir, la líder opositora María Corina Machado ha convocado protestas en todo el país, y este martes ofreció una rueda de prensa a través de videollamada, desde donde sea que esté resguardada, para hablar sobre las próximas acciones de la oposición. La rueda de prensa comienza con 20 minutos de retraso; la capacidad de la sala virtual había sido sobrepasada por todos los periodistas del mundo que están ávidos de información. Pero pronto aparece Machado para anunciar que todos los venezolanos dentro del país están citados a las diez de la mañana, en puntos de encuentro que se irían compartiendo a lo largo de la jornada. Un evento al que ella asistirá, después de tantos meses de vida clandestina y sin contacto con la calle. La noche anterior, Diosdado Cabello había dicho sobre Machado que «está como deseosa de que la agarren». Una trabajadora de un medio estatal le había preguntado si existe una orden de captura contra ella, pero Cabello se limitó a responder: «No sabemos, vamos a ver qué pasa. Todo se irá desarrollando de acuerdo a los eventos que ellos decidan hacer. Si deciden paz, paz. Si deciden ir por la vía de la violencia, se van a encontrar con un pueblo, con una fuerza armada, con nuestra policía». «Por nada del mundo yo me pierdo ese día», dijo Machado en la rueda de prensa. «Este es un día histórico del que todos los venezolanos queremos ser parte. Es un día que le vamos a contar a nuestros nietos y que la Historia va a escribir. Además, tengo un mandato que recibí en las elecciones primarias y el compromiso de nunca jamás abandonar a los venezolanos». Como siempre, el llamamiento de Machado es una convocatoria familiar para dejar claro lo pacífico del evento, pero la población teme a la violencia ejercida por el Estado y son varios los que tienen miedo de manifestarse. «Al régimen lo único que les queda es la represión. Meterle miedo a los venezolanos», insiste Machado. «Y si juntos logramos superar ese miedo, no hay represión posible. Unos cuantos miles no pueden contra 30 millones de venezolanos, y esa es la realidad que enfrentaremos en las próximas horas». A pesar de las pruebas presentadas por la oposición, todavía hay países y socios que se niegan a desconocer a Maduro y pretenden continuar las relaciones con normalidad. Algunas naciones, en vez de enviar presidentes, enviarán a diplomáticos para asistir a su juramentación. Es una forma de no mostrar apoyo explícito, pero Machado insiste en que en esta situación no puede haber punto medio: «Esa enredada argumentación de reconocer Estados y no gobiernos para poder estar bien con Dios y con el diablo, no funciona para los venezolanos. O estás con la Constitución o estás con la tiranía». Y se refirió a Zapatero, asegurando que su visita a Caracas para respaldar a Maduro no le extrañaría, «pero a estas alturas ya no es relevante discutirlo».