Cientos de fieles se congregaron en la Iglesia de la Natividad y en sus alrededores en la ciudad palestina de Belén, cuna del cristianismo, para celebrar unas navidades opacadas por segundo año consecutivo por la guerra en Gaza. En el Vaticano el Papa Francisco inauguró el «Año Santo» de la Iglesia católica, una gran peregrinación internacional para la cual se esperan durante 2025 más de 30 millones de fieles de todo el mundo en Roma. Desde el Vaticano, como cada año, el Papa ha presidido la misa de la Noche de Navidad, la misma noche en la que inauguraba el Jubileo desde la básilica de San Pedro en El Vaticano. Lejos de allí, en Belén, en Cisjordania ocupada y a 10 km de Jerusalén, el alcalde Anton Salman explicó que su ciudad «limitó» la alegría durante las festividades. «No armamos un árbol de Navidad (en la plaza de la Manger), ni decoramos las calles. Queremos mostrar al mundo que Palestina sigue sufriendo por la ocupación israelí y la injusticia», añadió. Pese a la herida de la guerra, Belén vio cómo la ciudad acogía algún tímido festejo. En las calles del centro, un desfile de scouts recordaba a los vecinos que era Nochebuena. Alguno de ellos aprovechaban las fiestas para pedir el cese de las hostilidades al Gobierno de Benjamín Netanyahu, quien en una alocución este martes prometió a la población cristiana luchar contra «las fuerzas de mal». Mientras en sus pancartas se podía leer soflamas como «detengan el genocidio en Gaza» y «Nuestros niños quieren jugar y reír», el patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa narraba a AFP su último viaje a Gaza. «Llegué ayer de Gaza. Vi todo lo que fue destruido, la pobreza, el desastre», ha declarado. «También vi vida. No se rinden. Así que ustedes tampoco deben rendirse», espetó a los jóvenes.