El papa Francisco abrió este martes la Puerta Santa de la basílica de San Pedro y dio inicio al Jubileo, el evento de la Iglesia católica que se celebra cada 25 años, y posteriormente celebrará la misa del gallo.
Francisco llegó al atrio de la basílica donde se había colocado una rampa ante la Puerta Santa para permitir el acceso a la silla de ruedas en las que se mueve el pontífice por sus problemas en la rodilla y tras las oraciones y lecturas se acercó y, siempre sentado, golpeó tres veces y la puerta se abrió y la atravesó en total silencio.
En la plaza de San Pedro se congregaron cerca de 30.000 personas y unas 6.000 en el interior de la basílica para seguir este acto de inicio del Jubileo, que accedieron entre imponentes medidas de seguridad entre pasillos establecidos y detectores de metales.
«En la Navidad del Señor, luz de luz, esperanza inextinguible, nos disponemos a entrar con fe por la Puerta Santa. Los pasos de nuestro camino son los pasos de toda la Iglesia, peregrina en el mundo y testigo de la paz», dijo el papa antes de abrir la puerta, y continuó: «Crucemos el umbral de este templo santo y entremos en el tiempo de la misericordia y del perdón, para que se abra a cada hombre y a cada mujer el camino de la esperanza que no defrauda».
Después entraron el papa y representantes de los cinco continentes en procesión ante el altar y comenzó la misa del gallo.
El primer Año Santo ordinario del papa Francisco -aunque ya instituyó uno extraordinario en 2016 dedicado a la misericordia- comenzó con este acto y se cerrará el 6 de enero de 2026.
Las otras Puertas Santas de Roma se abrirán el 29 de diciembre en San Juan de Letrán, el 1 de enero en Santa María la Mayor y el domingo 5 de enero de 2025 en San Pablo Extramuros sin la presencia del papa, pero, como acto excepcional, Francisco acudirá también a la prisión romana de Rebibbia para la apertura de otra Puerta Santa el 26 de diciembre.
En la tradición católica, el Jubileo o ‘Año Santo’ es un tiempo dedicado «a consolidar la fe y la solidaridad», durante el cual la Iglesia concede indulgencias o el perdón de los pecados a todos aquellos que hagan obras de caridad y atraviesen algunas de las Puertas Santas: en San Pedro o en las otras basílicas romanas.