En el imaginario colectivo de los aficionados han existido de siempre dos afirmaciones sobre el deporte: que es sano y que andar no se puede considerar una modalidad más. Sin embargo, el paso de los años y la llegada a la sociedad actual han conseguido ponerlas en duda. Por un lado, la gente que alcanza y sobrepasa la cincuentena con un espíritu competitivo lo hace con el cuerpo molido a lesiones y no pocas molestias. Esto les deriva al golf, la natación, el senderismo o la bicicleta, en el mejor de los casos. Y, por otro, los éxitos recurrentes de la marcha atlética han provocado que se adquiera cada vez una mayor conciencia de la importancia de esta modalidad, como indica José Antonio Carrillo, el entrenador de los olímpicos españoles. «No solo es la disciplina atlética con más metales en los Juegos (8), si no que somos referentes para otras modalidades como las vallas o el triple. Las anteversión y retrovesión de las caderas que nosotros desarrollamos las tienen en cuenta, cada vez más, los técnicos de otras pruebas para mejorar su rendimiento». El mantra de que andar no es deporte lo rebate el preparador diciendo que «un marchador camina a 15 km por hora, más rápido que cualquier corredor de más de 800 metros en pista. Si esto lo mantenemos durante veinte o cuarenta kilómetros, pueden imaginarse el esfuerzo que supone», apunta orgulloso. De manera que nadie duda ya que se pueden obtener las bondades del deporte y evitar a la vez lesiones caminando a buen ritmo. Así que, como quien no quiere la cosa, surgió la necesidad de crear juegos adaptados a los mayores en los que su integridad no sufriera peligro. En 2011 los ingleses del Chesterfield decidieron desarrollar el fútbol andando, que actualmente tiene más de cincuenta mil jugadores registrados en las islas y que en España cuenta con el Getafe, el Betis y el Cartagena como principales promotores. Se trata de jugar al fútbol en equipos de seis, caminando sin correr, sin elevar el balón a más de un metro de suelo y, por supuesto, sin entradas ni contacto físico. «Con esta iniciativa buscamos ayudar a las personas mayores de cincuenta a mejorar su estado de salud y disfrutar a través de la práctica de un fútbol adaptado, una modalidad no sólo deportiva, sino también igualitaria y social», destaca Gema Macías, coordinadora de Walking Football de la Fundación Getafe C.F. Otras características son que se juega sin portero, en un campo de 42 x 21 m, que las porterías son más pequeñas (3 x 1) y no se pueden acercar los futbolistas a menos de tres metros del marco. Al igual que sucede en la marcha atlética, siempre hay que mantener un pie en contacto con el suelo. Hay cambios ilimitados y no existe el fuera de juego. No se pueden dar más de tres toques antes de pasar o tirar y tampoco chutar a gol desde el campo propio. Al rebufo de la propuesta futbolística el balonmano inició en Holanda la andadura del ‘Walking Handball’. Al igual que en el fútbol andando, en sus reglas destaca el mantener siempre un pie pegado al suelo; ahora bien, aquí no se puede disparar si no están todos los jugadores en campo contrario (para evitar contraataques). Ahora este juego ya ha llegado a España. «Después de cincuenta años como entrenador de balonmano en el colegio Valdeluz, estoy muy orgulloso de haber acogido el primer partido de esta especialidad en nuestro país. Así se propicia que los jugadores de toda la vida sigan en contacto con nuestro deporte de una forma diferente, pero que mantiene todos los valores que les inculcamos desde pequeños», afirma Gustavo Caso-López, su alma mater. Precisamente el gusto por el deporte es lo que va a hacer decidirse a muchos por estas novedosas propuestas. «Me parece una manera estupenda de matar el gusanillo que tenemos por el balonmano, aunque ya frisemos los sesenta; además, sin riesgo para nuestra salud », indica Antonio Martín Herreros, el mejor jugador salido de la cantera valdelucense, que llegó a jugar en el TNT Uniexpress de la Liga Asobal de los años ochenta. Estas versiones lúdicas están llamadas a triunfar entre una población cada vez más envejecida, pero más activa y preocupada por su salud física, mental y social.