Emmanuel Macron ha tardado, pero este viernes ha elegido a François Bayrou como nuevo primer ministro de Francia, en sustitución de Michel Barnier. El líder de Movimiento Democrático (MoDem) es un perfil centrista que, además de alcalde de la localidad de Pou, fue candidato a las elecciones presidenciales en 2002, 2007 y 2012. Ahora este veterano de 73 años tendrá que armar un Ejecutivo que pase una votación en la Asamblea Nacional y no lo tendrá fácil porque su perfil es muy parecido al de su predecesor en Matignon.
El Gobierno del conservador Barnier, que ya se aprobó con muchas dudas el pasado verano y apoyado en la ultraderecha, cayó después de que Barnier aprobara el pasado lunes el Presupuesto de Seguridad Social por decreto, a través del artículo 49.3 de la Constitución, y saltándose al Parlamento. No tenía apoyos para una votación, incluso pese a ceder ante RN en temas como la energía o las pensiones. Ese paso motivo que el NFP, fuerza mayoritaria de la Asamblea, presentase una moción de censura, a la que sumó los votos del partido de Le Pen.
El objetivo primero de Macron es que el nuevo Gobierno aguante al menos hasta el verano, que es la fecha límite para convocar nuevas elecciones legislativas. En cambio, por la cabeza del presidente no pasa la opción de dimitir, algo que sí le ha reclamado Francia Insumisa, aunque no ha encontrado en esta iniciativa ni los apoyos de la derecha radical.
El nombramiento de este perfil desoye, por ejemplo, las peticiones de la izquierda a Macron para que nombrase un primer ministro de su campo ideológico. De 1993 a 1997, Bayrou fue Ministro de Educación Nacional en tres Gobiernos sucesivos (el último el liderado por Eduard Philippe en 2017). También fue diputado a la Asamblea Nacional por un escaño en Pirineos Atlánticos de 1986 a 2012 con breves interrupciones y diputado en el Parlamento Europeo de 1999 a 2002. Es alcalde de Pau desde 2014. Era uno de los principales nombres en la lista del presidente, que se ha reunido con él este mismo viernes durante casi dos horas. Macron se había dado el martes dos días para elegir al sucesor de Barnier, pero ha tardado más de lo previsto, explican medios franceses, por la «dificultad de encontrar a un nombre que pudiera generar consensos».
Una de las primeras reacciones llegó de boca de Jordan Bardella, el secretario general de Agrupación Nacional, quien dijo rápidamente que presentará las «líneas rojas» al nuevo primer ministro antes de saber si vota o no a favor de su Gobierno. Eso sí, señaló directamente a Macron y le definió como «un presidente amotinado». Desde el PS ya habían dejado claro antes de su elección que no le darían su apoyo, y Francia Insumisa no ha tardado nada en anunciar una nueva moción de censura, pero esta vez sin el apoyo «a priori» de la derecha radical. «Es un nuevo corte de manga a la democracia», lamentaron desde el partido de Melénchon, que ya quiere «hacer caer» a Bayrou.
Sí ha recibido el nuevo inquilino de Matignon la felicitación del propio Barnier. «Felicitaciones a François Bayrou, cuyas cualidades y compromiso al servicio de los franceses conozco. En este período tan grave para Francia y para Europa, todos mis votos personales y amistosos por su actuación al frente del Gobierno», escribió en redes sociales.
Con esta decisión, y a falta del paso en la Asamblea Nacional, el presidente trata de devolver la estabilidad al país en un momento además en el que su propio nivel de aprobación entre los ciudadanos es el más bajo desde que accedió al poder en 2017. Lo de Emmanuel Macron es paradójico: mientras conserva un nivel de consideración en la UE es alto todavía, su desgaste en lo nacional es también evidente. Ya no se puede presentar en 2027 a las presidenciales, pero aún así tiene un espacio político en horas muy bajas, y a Francia en un punto que ahora mismo parece muy difícil de remontar.