Cuando escribo estas líneas es prácticamente seguro que Donald Trump ha ganado la presidencia de los EEUU, es seguro que los republicanos han ganado la mayoría en el Senado, y es posible que ganen la Cámara de Representantes y el voto popular.
Los medios de comunicación tradicionales americanos, (casi) todos los ciudadanos del mundo, el dinero, y los intelectuales del mundo entero han apoyado a Kamala Harris. ¿Cómo es posible, entonces, que haya ganado Trump?
Aunque, ciertamente, Trump tiene muchos seguidores que son fans más que votantes, muchos otros son críticos con su personalidad y con algunas de las cosas que ha hecho y ha dicho en el pasado. Pero muchos estadounidenses han votado contra los demócratas.
Kamala Harris es una demócrata de California, el Estado más izquierdista de la Unión. Ha contribuido a engañar a los americanos sobre el estado mental de Biden. No se ha sometido a unas primarias, que los americanos valoran enormemente. Y ha hecho una campaña en la que se ha dedicado a reprochar a los electores su actitud, en vez de proponer un programa que ilusionara a quienes estaban dudando si votarla o no.
Los demócratas han girado hacia la izquierda más extrema. Se han convertido en los defensores a ultranza de lo que se ha venido en llamar “políticas woke”. Defienden una inmigración masiva y desordenada; están obsesionados con los asuntos “trans”, hasta el punto de que defienden el derecho de los menores de edad a cambiar su sexo quirúrgicamente sin conocimiento ni autorización de sus padres; no puede evitar estar, de corazón, con los palestinos y contra Israel; quieren subir impuestos, prohibir los combustibles “contaminantes”, e incrementar aún más el gasto público, que ya está desbocado; desprecian a los votantes humildes, y se han convertido en el partido de las élites; y se consideran en posesión de la verdad, y “basura” a quienes no les votan.
Parecen suficientes razones para que muchos americanos hayan votado a lo que consideran que es el mal menor. Sólo queda la esperanza de que un Presidente Trump reivindicado en las urnas no siga sus instintos, y se convierta en el líder moderado razonable que América y el mundo necesitan. Veremos.