Publicado: septiembre 29, 2025, 12:24 am
Muchas de las actitudes y formas de actuar de las personas, tienen su origen en la educación recibida durante la infancia, no es lo único que influye, evidentemente, pero sí tiene un gran peso, tanto lo que se ve en casa como lo que se aprende en la escuela, que en España es obligatoria desde los 6 a los 16 años.
Lo que se interioriza durante esos primeros años de vida, puede marcarnos más de lo que pensamos y llevarnos a tener recciones que no son demasiado sanas. Es lo que sucede con la complacencia, algo que explica el psicólogo Nicolás Salcedo, haciendo hincapié en el miedo a decir ‘no’ y cuál puede ser su origen.
La complacencia como mecanismo de defensa
«Ser una persona complaciente no es bondad, es supervivencia», explica en sus redes sociales el psicólogo especializado en Inteligencia Emocional Nicolás Salcedo, pasando a describir una situación habitual en algunos hogares y que puede llevar a desarrollar este tipo de comportamientos, lo que trae consecuencias en la vida adulta de muchas personas.
«Creciste en una casa donde las emociones de tus padres marcaban el bienestar emocional de los demás. Si un día estaba enfadado, había mucha tensión y estabais todos alerta para no enfadarlo más, y si estaba tranquilo, aunque podías respirar un poco, siempre estabas con un ojo puesto ante cualquier cambio que se pudiese dar», relata sobre una situación que puede ser frecuente en algunos hogares y que tiene consecuencias para el desarrollo de la persona, porque esto entrena al niño o joven a anticipar los estados emocionales de los demás, observando atentamente para poder modificar la propia conducta en función de cómo le puede afectar al otro.
«Ya sabías lo que tenías que hacer con el fin de contener su estado emocional y eso te hizo un experto en mitigar el conflicto. No en manejarlo, sino en evitarlo a toda costa», explica sobre el problema que supone esto, porque si bien es un sistema que funciona, que ayuda a sobrevivir a esa situación, supone un problema a largo plazo, porque esos patrones tienen a repetirse en la vida adulta. «Ahora como adulto sigues poniendo a lo demás por delante de ti, tienes miedo a decir que no y temes que estalle un conflicto si dices lo que realmente piensas o si pones un límite».
«Eso te hace responsabilizarte de las emociones de los demás, olvidarte de ti y cargarte con un peso que no es tuyo». La mejor solución para poder dejar atrás este tipo de comportamientos es buscar ayuda profesional, en terapia se buscarán las herramientas que ayuden a liberarse de esa carga. «Tienes que buscar formas de desahogarte, de expresar lo que realmente sientes, de ser quien tú realmente eres. Eso te va a permitir más adelante enfrentarte a la incomodidad de decir que no, de enfrentarte a la dificultad de poner límites, para que empieces a ser más auténtico y tus relaciones sean de mejor calidad».
Evitar el conflicto, callarse para mantener la paz es una estrategia aprendida que puede hacer que las cosas sean más cómodas, más sencillas. «Cuando eso te pase, pregúntate: ‘¿La paz de quién estoy manteniendo?’ Spoiler: no es la tuya».
La importancia de poner límites
Establecer límites no siempre es sencillo, pero es necesario porque nos ayuda a hacer saber a los demás qué necesitamos y qué queremos, es ser capaz de expresarlo sin por ello olvidar las necesidades y deseos de los demás. Establecer límites sirve para preservar nuestro bienestar emocional, mejorar la comunicación, fomentar el respeto mutuo y crear relaciones saludables.
Como decimos, no siempre es sencillo, puede ser por una falta de autoconocimiento, pero también por miedo a parecer egoístas y que parezca que solo pensamos en nosotros mismos, porque sentimos que, para ser queridos, tenemos que estar siempre disponibles. También puede ser porque nos han hecho creer que tenemos que ser capaces de llegar a todo. Aprender a establecer límites es una tarea que puede ser ardua, como primera medida hay que saber cuáles son nuestros deseos y necesidades.
Aprender a decir que no es también una parte importante, rechazar todo aquello que no se ajuste a esos límites, así como hacerlo sin culpa. Hay que ser asertivos, explicar cuáles son nuestros límites con tranquilidad, avisar de las posibles consecuencias de no respetarlos y también aprender a escuchar, igual que nuestros límites deben ser respetados y conviene que nos rodeemos de personas que así lo haga, nosotros también debemos respetar los de los demás.
Referencias
András Vörös, Per Block, Zsófia Boda, Limits to inferring status from friendship relations, Social Networks, Volume 59, 2019, Pages 77-97, ISSN 0378-8733, https://doi.org/10.1016/j.socnet.2019.05.007.