Publicado: septiembre 27, 2025, 6:06 am
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El 17 de mayo del 74 nació en Louth (Irlanda) la más pequeña de la familia Corr. Su madre, Jean, y su padre, Gerry, eran músicos que versionaban de bar en bar canciones de grupos como ABBA o The Eagles. Visto el antecedente, no es de extrañar que los hermanos Corr, Jim, Caroline, Sharon y Andrea, tuvieran una instrucción musical temprana. Andrea, por ejemplo, pronto estudió piano y flauta irlandesa, entre otros instrumentos.
Así, no sorprendió a nadie que la descendencia de la familia se decidiera a formar un cuarteto, al que bautizaron The Corrs, aunque tal vez nadie podía esperar el éxito que seguiría después: a principios de los noventa empezaron a destacar por una mezcla de rock y pop en la que se sentían fuertes influencias celtas.
En 1995 triunfaron con su álbum Forgiven, Not Forgotten, y a este siguieron Talk on Corners (1997) y In Blue (2000), que les proporcionaron hits como Breathless, Runaway o Old Town.
El éxito trajo a la familia Corr giras y reconocimiento internacional, aunque también altibajos personales. Por ejemplo, en 1999 Jean Corr falleció, y la banda hizo pausas para que los hermanos pudieran atender sus asuntos. En este impasse, Andrea comenzó a explorar otras facetas (ya había hecho algo de cine, como en The Commitments o Evita) y en 2007 se lanzó a una carrera en solitario con Ten Feet High.
En 2018 publicó su autobiografía, Barefeet Pilgrimage, en la que comparte recuerdos de infancia, experiencias personales y artísticas y reflexiones vitales.
A día de hoy, Andrea Corr sigue activa, no solo en el panorama musical, sino que también mantiene su presencia en televisión y medios, e incluso se deja ver en alguna película, como El viaje de sus vidas, de 2021. Este verano dio un concierto en Hamburgo en el que, interpretando grandes éxitos de The Corrs, hizo las delicias de los fans.
En una entrevista reciente la pequeña de los Corr reflexionaba acerca de la música digital, el valor del álbum como formato físico y la importancia del legado artístico. Afirmó que le gusta «leer las letras, ver las fotografías, sentir el crujido del vinilo», lo que pone en relieve que, a pesar de saber adaptarse y mantener una voz reconocible, es capaz de equilibrar lo que fue con lo que es gracias a su sensibilidad hacia la tradición musical.