Publicado: junio 17, 2025, 4:00 pm
Practicar algún tipo de actividad fÃsica como rutina, adaptada siempre a las condiciones fÃsicas y las necesidades de cada quien solo tiene beneficios para la salud, al hacer que nos sintamos mejor, con un ánimo diferente y mayor energÃa, además de que contribuye al control saludable del peso.
Además, el deporte, sea cual sea, nos ayuda a mantenernos activos, a subir el colesterol ‘bueno’ (HDL), a reducir los triglicéridos, prevenir enfermedades cardiovasculares, promover un mejor sueño e, incluso, algo que cada vez es más necesario: a socializar. Eso sÃ, con el ejercicio está casi garantizado el sudor, la manera en la que nuestro organismo expulsa las toxinas, y que eliminamos con una buena ducha. ¿O no?
Ducharse tras el ejercicio, imprescindible con matices
Los expertos recomiendan darse una buena ducha después de haber estado haciendo deporte, por supuesto. Con el agua caliente, vamos a favorecer la dilatación de los vasos sanguÃneos y a aumentar el caudal de sangre que llega a los músculos, con el objetivo de favorecer la recuperación.
Por otra parte, la ducha va a acelerar la limpieza corporal y a drenar esos residuos y toxinas que han salido al exterior a través del sudor. Además, el agua (con el jabón adecuado, suave) va a tonificar la piel y a evitar potenciales infecciones. Con el entrenamiento, la temperatura corporal aumenta y el cuerpo reacciona sudando para contrarrestarla: a mayor esfuerzo, más temperatura y más sudor.
Una vez hemos terminado, lo primero en lo que pensamos es en una ducha reconfortante. Sin embargo, los expertos recomiendan esperar un tiempo prudencial antes de hacerlo, por tres razones que argumenta el doctor José Manuel Felices Farias en sus redes sociales.
1. Hay que evitar los cambios bruscos de temperatura
Mientras entrenamos, «los músculos queman energÃa, y eso produce calor, lo que eleva la temperatura de nuestro cuerpo. Para compensarlo, los vasos sanguÃneos se dilatan y se facilita la sudoración. Poco a poco esta se va evaporando en la piel, y la temperatura disminuye».
Hasta aquÃ, todo correcto. El problema surge, según el doctor Felices, «cuando terminamos el entrenamiento y nos vamos corriendo a la ducha. Si lo hacemos, estaremos interrumpiendo el proceso natural de regulación de la temperatura, lo que puede dar lugar a mareos e, incluso, sÃncopes«.
Este fenómeno de la termorregulación hace que nuestro cuerpo siga ‘apagando el motor’, y lo hace a través del sudor y durante un buen rato después de haber finalizado. Esta es la primera razón por la que no hay que correr a la ducha nada más terminar la actividad fÃsica concreta que cada uno desempeñe.
2. El cuerpo necesita un tiempo para eliminar todas las toxinas
El sudor, además de regular la temperatura corporal, también cumple la función de «arrastrar toxinas que salen a la superficie de la piel. Si nos duchamos enseguida no permitimos al cuerpo que termine de excretar esas toxinas, dejando la sensación de que no se ha completado la limpieza incluso como si siguiésemos sudando después de ducharnos», explica el experto.
Además, es importante tener en cuenta que con el ejercicio los vasos sanguÃneos se dilatan. Si nos mojamos rápidamente, la tensión baja y pueden desencadenarse mareos e indisposiciones evitables solo con esperar unos minutos (15 según la ciencia).
3. La piel debe estar equilibrada para protegernos de las bacterias
«La piel tiene un ph ligeramente ácido, lo que la protege de bacterias y agresiones externas mientras hacemos ejercicio. Si nos duchamos inmediatamente después de terminar, sobre todo si empleamos jabones alcalinos, vamos a romper ese equilibrio. Con él, la piel queda más indefensa y hay más probabilidades de que pueda irritarse o resecarse».
El doctor José Manuel Felices concluye que «la ciencia apoya que estos procesos duren unos 15 minutos después de acabar la actividad. Mientras tanto, os aconsejo aprovechar para hidratarnos, socializar con los compañeros, y reflexionar o comentar lo bien que lo hemos hecho. Un cuarto de hora después, podemos darnos esa merecida y necesaria ducha».