Publicado: febrero 19, 2025, 1:04 pm
“Yo no tuve nada que ver”, repetía Alberto Locati con gesto serio en el lobby del hotel Odeón. Minutos antes, los gritos de una mujer habían roto la calma de la madrugada marplatense. A las 5.30 del 19 de febrero de 1980, en una de las habitaciones del hotel, el actor forcejeaba con su pareja, la vedette Eva Olguín, conocida como Cielito O’Neill. Lo que sucedió después quedó registrado en los titulares de los medios de comunicación de la época: la mujer cayó al vacío desde la ventana y sobrevivió de milagro.
Locati, Barreda, Monzón…
Locati había alcanzado popularidad en la televisión y el teatro de revistas, con papeles cómicos que le valieron el reconocimiento del público. Sin embargo, su apellido quedó ligado a la violencia de género en una época en la que estos crímenes eran minimizados o tomados a la ligera. El actor insistió en que O’Neill se arrojó por su cuenta, pero las pruebas indicaban otra cosa. El caso no solo ocupó los diarios, sino que también alimentó bromas pesadas. Su apellido, parecido a la palabra “loco”, lo convirtió en blanco de chistes en la industria del espectáculo, como si el episodio hubiera sido una excentricidad de un artista talentoso y no un intento de femicidio. Durante años, su nombre se mencionó en tono de burla, mientras las denuncias contra él se acumulaban.
“Locati, Barreda, Monzón y Cordera, también, matan por amor” es una estrofa de La Argentinidad al palo, un popular tema de La Versuit Bergarabat, que enumera varias de las características que poco nos honran como sociedad, entre ellas la connotación positiva que, por tratarse de ídolos populares, se le dio a los casos de los femicidios más recordados de los veranos marplatenses.
Debut y carrera en teatro y televisión
Alberto Locati nació en Buenos Aires el 24 de diciembre de 1935. Estudió para técnico industrial en una escuela secundaria de Caballito pero su verdadera pasión era el escenario. Mostraba gran talento para la actuación, la música y el humor, hacía imitaciones de personajes famosos y dominaba varios idiomas. En 1956 comenzó su carrera en Canal 7 con el programa La Troupe de TV, imitando a Nicola Paone.
Ese mismo año, se unió al programa cómico Dislocada, que se emitió durante veinte años en radio y televisión. Junto a Carlos Balá y y Jorge Marchesini, formó el trío Los Tres, y por muchos años trabajaron juntos en radio, televisión y teatro, en el programa de Antonio Carrizo en Radio El Mundo y en The Andy Russell Show en Canal 7.
En los años 60, Locati tuvo su propio programa de televisión, Un Señor Locati, dirigido por Gerardo Sofovich, y participó en otros programas como Sabor Circulares con Pipo Mancera y Cabalgata YPF con Diana Masi, Ernesto Bianco y Juan Carlos Altavista. Además, en el teatro compartió escenarios con grandes actores como Adolfo Stray, Alfredo Barbieri y Ethel Rojo, entre otros. Su capacidad para imitar personajes se convirtió en uno de sus sellos, y se anunciaba “Las mil caras de Locati” en los carteles de sus obras.
En el cine, participó en tres películas junto a José Marrone: La Chacota, Cristóbal Colón en la Facultad de Medicina y El Mago de las Finanzas. A mediados de los 70, intentó probar suerte en Estados Unidos, realizando shows en Las Vegas y Los Ángeles, pero su humor no lograba conectar con el público norteamericano. En 1979, tras separarse de su primera esposa Irma Esther Aborcesi, se casó con la vedette Eva O’Neill.
Una pareja de artistas despareja
En 1978 Locati y Eva O’Neill, se conocieron en Mar del Plata y se enamoraron al instante. Locati dejó a su mujer y viajó con Eva a Las Vegas con la esperanza de hacer carrera en Estados Unidos. Pero ambos no tuvieron la misma suerte: mientras Eva brillaba en distintos escenarios, Locati apenas obtenía roles secundarios. La felicidad les duró un suspiro…
Las tensiones en la pareja llegaron a su punto máximo en 1980. El 19 de febrero, en Mar del Plata, Alberto Locati agredió violentamente a Eva O’Neill en el hotel Odeón. Intentó estrangularla contra una pared, la golpeó con el puño cerrado y la arrojó por el balcón. Eva sobrevivió a la caída, pero quedó gravemente herida, con cinco costillas rotas. La encargada del hotel también fue golpeada al intentar intervenir.
“En el hospital, herida por los golpes y el impacto de la caída, Eva le dirá a la prensa que Alberto le tenía celos profesionales. Que él ya no trabajaba y que en Estados Unidos ella tuvo que mantenerlo. Incluso, en sus contratos agregaba una cláusula en la que obligaba a los empresarios a realizar una doble contratación. Si actuaba Eva, también debía actuar Alberto. Pero de nada serviría eso. Locati no era del agrado del público estadounidense y casi no trabajaba. Por eso empezó a pedirle a Eva que dejara las tablas. Que si él no actuaba, ella debía dejar todo y volver juntos a la Argentina. Pero esos no eran los planes de la rubia escultural”, publicará años más tarde el diario marplatense El Atlántico.
Locati fue detenido y procesado por intento de homicidio y lesiones. Aunque fue condenado a seis años de prisión, quedó en libertad tras unos meses debido a que la condena no estaba firme. Pasó un tiempo internado en un instituto neuropsiquiátrico. En 1982, fue arrestado nuevamente por agresiones, y en mayo de ese mismo año fue detenido por otro caso de agresión sexual. Sin embargo, su vida siguió marcada por la violencia y los escándalos, que sacudieron al mundo del espectáculo y dividieron a la sociedad. Como en los casos de Barreda y Monzón, Locati cosechó opiniones a favor, sosteniendo su inocencia con argumentos flojos como “ella se tiró para inculparme” que muchos eligieron creer.
Sus mentiras alcanzaron tal grado de aprobación que hasta llegaron a afectar a la propia Mirtha Legrand. Casi va presa.
En noviembre de 1980, poco después de haber sido condenado por la Justicia, Mirtha invitó a Locati a su mesa. Tuvieron una entrevista “a solas” en la que el humorista negó todos los cargos e insistió en su inocencia. Durante el programa, la conductora leyó la carta que había enviado un televidente en la que felicitaba a Locati alegando que “tarde o temprano, todo hombre quiere tirar su mujer por la ventana”.
Y Mirtha remató: “No sé si fue cierto o no lo que ocurrió, pero hiciste realidad el sueño de muchos maridos. Muchos maridos te admiran”.
El juez Luis Méndez Villafañe actuó de oficio y acusó a la diva de haber hecho apología de un delito. Incautó el video del programa y durante algunos días todos los medios especularon con la posibilidad de que la diva terminase presa.
El testimonio de O’Neill ante Moria Casán
En una entrevista realizada por Moria Casan, en 2019, Eva O’Neill rememora la noche fatídica en la que sobrevivió a la violencia. “(El estaba hospedado) en el hotel Odeón de Mar del Plata, yo ya lo había abandonado en Estados Unidos. Me vine antes, yo estaba hospedada en el Hotel Argentina, porque mi empresario me lo abonaba, y entonces, él (me dijo) ‘perdoname, que no tuviera problema, y yo iba al hotel, al hotel del amigo de él, porque el dueño de Calis Concert, en ese momento, tenía también ese hotel (…) Juanito Belmonte, que Dios lo tenga bien, que fue quien me puso O’Neill, tenía un boliche Juanes, en la avenida Constitución, donde entregaba premios. Entonces fuimos. Yo estaba trabajando en Cabaret Las Vegas y él estaba trabajando con la señora Violeta Rivas. El iba a recibir un premio y ahí parece que le pintó, no sé, la violencia… (…) Me mató a golpes, me mató a golpes cuando yo fui a buscar, con uno de mis tíos, que me llevó en el auto, fui a buscar, no mi dinero, sino mi pasaporte y la ropa. La señora, que era la suegra de su amigo, estaba en el hotel. Ella me acompañó, entró primero. Él estaba escondido y le dio una trompada a la dueña del hotel. Menos mal que no llegó a rodar por las escaleras.”.
Un final sin honores
“Fue un genio, un superdotado que vivía como un chico grande y no entendía bien lo que pasaba por el mundo real”, confesó muchos años después Marchesini cuando la fama artística de Locati ya estaba empañada por otro tipo de protagonismo, menos admirable.
El tiempo terminó de exponer el perfil violento de Locati. Años después del caso de O’Neill, protagonizó otros episodios de agresión y abuso. Finalmente, fue condenado por intento de violación a una menor y terminó en prisión, un desenlace que muchos consideraron inevitable. Su carrera quedó sepultada por su prontuario y su nombre, que alguna vez brilló en marquesinas, pasó a la historia por las razones equivocadas.
Locati nunca se arrepintió ni reconoció la gravedad de sus actos, pero el público no se lo perdonó. En sus últimos años, quedó relegado del espectáculo, sobreviviendo con apariciones esporádicas en televisión y funciones menores en el teatro. Su caso es una muestra de cómo la impunidad y la cultura de la banalización permitieron que un hombre con antecedentes de violencia continuara su vida sin mayores consecuencias.
El intento de femicidio, un término que en los discursos de la época todavía no había sido acuñado, fracasó. Eva O’Neill sobrevivió para contarlo y para demostrar que, por más que su agresor lo negara, no se cayó sola por la ventana. Pero el humorista nunca lo admitió: “Me comí casi tres años en la cárcel. Sí, el famoso tema de la ventana”. Con estas palabras, en una entrevista con el diario Clarín, en junio de 1996, minimizaba su responsabilidad por los años que pasó en prisión, así como de algo más triste para un artista consagrado: el inicio del declive de una carrera artística que podría haber dejado una huella entrañable en la memoria del público.
Alberto Locati falleció el 12 de diciembre de 2007 de un infarto a los 71 años.