Las mujeres que viven en las aldeas periféricas de la reserva de tigres de Corbett, en la India, pasan mucho tiempo en el bosque recolectando leña y otros productos, sobre todo cuando llega el invierno y no hay tanto trabajo en los campos de cultivo. Para ellas, acudir ahí no es solo una cuestión de trabajo, también lo ven como un espacio en el que socializar, desahogarse y hasta cantar. Pero cada vez les resulta más complicado. Un reciente estudio elaborado por la Universidad de Cambridge muestra cómo los gobiernos locales y hombres de las aldeas están utilizando tecnología dedicada a la vigilancia de tigres y elefantes para molestar y espiar a estas mujeres . «Nadie podría haber imaginado que las cámaras trampa instaladas en los bosques indios para monitorear mamíferos en realidad tienen un impacto profundamente negativo en la salud mental de las mujeres locales que usan esos espacios», dijo el doctor Trishant Simlai, investigador del Departamento de Sociología de la Universidad de Cambridge y autor principal del informe, que acaba de ser publicado en la revista científica ‘ Environment and Planning F ‘. Simlai pasó en las proximidades de la reserva de tigres India 14 meses, los cuales dedicó a entrevistar a 270 lugareños, entre ellos a muchas mujeres. En las conversaciones, muchas de ellas llamaron la atención sobre la vigilancia de la que eran víctimas cuando se encontraban en el bosque. Ya no pueden llevar la ropa como lo hacían antes, con los vestidos atados por encima de las rodillas para moverse mejor. «Tenemos miedo de que nos fotografíen o nos graben de manera incorrecta», señaló una en conversación con el investigador. En el estudio también se narra cómo, presuntamente, los agentes forestales vuelan bajo de forma deliberada drones de vigilancia con el fin de molestar a las mujeres y hacer que se les caiga la leña y los frutos que han recogido. En el año 2017 tuvo lugar el hecho más delicado que se narra en el estudio. Agentes forestales utilizaron las cámaras de vigilancia silvestre para grabar a una mujer autista mientras hacía sus necesidades en el bosque. Las imágenes, además, fueron compartidas a través de redes sociales por los implicados. Los aldeanos respondieron acudiendo al bosque y procediendo a destruir todos los sistemas de grabación que encontraron. Sin embargo, no todos los hombres lo ven igual. Muchos se alegran de que esta tecnología esté disponible para poder controlar lo que hacen las mujeres, o si realmente se encuentran en el bosque, como ellas dicen. «Nos ponemos muy contentos cuando el Departamento Forestal instala cámaras en esta parte del bosque, nuestras mujeres regresan temprano o no van», señalaba en una de las entrevistas un aldeano. El espionaje a través de cámaras y drones también pone en riesgo a las mujeres, de acuerdo con el estudio. «Muchas de ellas ya no cantan canciones –algo considerado como una práctica de resistencia porque en ellas denuncian las injusticias que padecen– o cantan en voz muy baja, por miedo a ser grabadas y denunciadas frente las autoridades gubernamentales o comunitarias. Esta situación ha generado, además, que estas mujeres sean ahora más vulnerables al posible ataque de tigres o elefantes», señala en un comentario, recogido por SMC, Jaime Paneque-Gálvez, investigador titular en el Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental de la Universidad Nacional Autónoma de México. «En general, las mujeres de estas comunidades han tenido que modificar sus comportamientos tradicionales en el bosque debido al riesgo constante de ser fotografiadas o filmadas», prosigue el investigador que, además, hace hincapié en que, para estas mujeres, «el bosque representa un espacio fundamental para la socialización de estas mujeres, jugando a veces un papel esencial también para escapar de la violencia doméstica que padecen o para olvidarse por un rato de sus problemas». Por su parte, Rosaleen Duffy, experta en conservación de la Universidad de Sheffield (Reino Unido), dijo a la ‘ AFP ‘ que «lamentablemente» no estaba sorprendida por esta investigación. «Lo que me sorprende son los conservacionistas que imaginan que las tecnologías pueden introducirse y utilizarse en un vacío social, político y económico», dijo.