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Una investigadora escanea su cerebro 75 veces para saber cómo reacciona el cerebro a los anticonceptivos

Publicado: octubre 21, 2024, 2:00 pm

La neurocientífica Carina Heller es probablemente la mujer más escaneada en la historia de la neurociencia. Cada mañana durante 75 días a lo largo de un año, Heller se realizó a un escáner cerebral. Su objetivo no era ser la mujer más escaneada, sino algo era mucho más ambicioso: explorar cómo cambia su cerebro a lo largo de su ciclo menstrual , tanto en su estado natural como bajo los efectos de los anticonceptivos orales. Los resultados preliminares de este estudio, que Heller presentó en la conferencia anual de la Sociedad Americana de Neurociencia y se recogen en un artículo en la revista ‘ Nature ‘, sugieren que tanto la morfología como la conectividad cerebral fluctúan de forma diaria a lo largo del ciclo menstrual, y que la píldora anticonceptiva influye en estas variaciones. Heller es parte de un creciente grupo de investigadores que buscan llenar los vacíos en el conocimiento sobre la salud de la mujer, especialmente en relación con los anticonceptivos orales y sus efectos en el cerebro, un área históricamente descuidada. Su objetivo es generar más datos que permitan a las mujeres y a los médicos tomar decisiones más informadas sobre el uso de estos fármacos, y sobre qué fórmulas pueden ser más adecuadas para cada persona. «Queremos ofrecer a las mujeres herramientas que les permitan entender mejor cómo sus cuerpos y cerebros reaccionan a los anticonceptivos», afirma Heller, investigadora de la Universidad de Minnesota Twin Cities en Minneapolis . Emily Jacobs , neurocientífica de la Universidad de California en Santa Bárbara y colaboradora de Heller, destaca la dedicación de la investigadora: «Se entregó a la ciencia en un experimento extremadamente riguroso, lo que nos ha proporcionado un nuevo nivel de comprensión sobre cómo funciona el cerebro humano». A través de su experimentación personal, Heller se convirtió en sujeto y científica, aprovechando su propio cuerpo para generar datos sobre cómo los anticonceptivos orales influyen en la estructura y funcionalidad cerebral. Heller sigue la estela de otras investigadoras, como Elizabeth Chrastil. El equipo de Elizabeth Chrastil  se propuso estudiar los cambios en el cerebro de la mujer durante el embarazo. Para ello, Chrastil se sometió a 26 resonancias magnéticas (MRI) y evaluaciones de sangre que comenzaron tres semanas antes de la concepción y se extendieron durante los tres trimestres del embarazo, hasta dos años después del nacimiento del bebé. Esta investigadora de la Universidad de California- Irvine , reconocía que «poder contribuir a la ciencia como neuróloga, sabiendo lo mucho que aún no entendemos, fue lo más emocionante. Decidí decir «hagámoslo», quedar embarazada y observar qué sucedía. Fue increíble ver los cambios en mi propio cerebro, pero también darme cuenta de que todo estaba bien. Pude experimentar estos cambios , convertirme en madre y darme cuenta de que todo esto es parte de la vida y la naturaleza». «Este estudio es pionero porque muestra cómo el cerebro cambia semana a semana, desde antes del embarazo hasta dos años después del parto», señaló Jacobs, de la UC Santa Barbara (EE.UU.) y una de las autoras este estudio publicado en hace unos meses en ‘ Nature Neuroscience ‘. Los anticonceptivos orales, introducidos en la década de 1960, han transformado la vida de millones de personas al regular el ciclo menstrual y prevenir el embarazo mediante hormonas sintéticas como la progesterona y el estrógeno. A pesar de su uso generalizado por más de 150 millones de mujeres, se sabe poco sobre sus efectos en el cerebro. Los datos sobre su impacto psicológico son contradictorios: algunas personas experimentan una disminución de la ansiedad y la depresión, mientras que otras reportan lo contrario, sin claridad sobre las causas. Esto es especialmente preocupante, ya que muchas mujeres los comienzan a usar durante la pubertad, un periodo clave en el desarrollo cerebral. La mayoría de los estudios de neuroimagen involucran el uso de resonancias magnéticas (RM) para examinar los cerebros de entre 10 y 30 participantes, que se escanean solo una o dos veces. Este enfoque, aunque efectivo, no capta la dinámica diaria que experimenta el cerebro a lo largo del ciclo menstrual. Para abordar esta limitación, Heller recurrió a una metodología conocida como « muestreo denso «, que consiste en realizar múltiples escaneos de un mismo individuo o de un pequeño grupo durante un período prolongado. Este sistema permite obtener un conjunto de datos más detallado, revelando cambios sutiles que podrían pasar desapercibidos en estudios más convencionales. Aunque el muestreo denso presenta el desafío de trabajar con una muestra limitada de personas, las observaciones minuciosas que genera ofrecen una perspectiva invaluable sobre los procesos cerebrales. En su propio caso, Heller se sometió a tres rondas de exploraciones cerebrales exhaustivas. Durante la primera fase, se realizó 25 escaneos a lo largo de cinco semanas, capturando imágenes de su cerebro en diferentes etapas de su ciclo menstrual natural. Después, comenzó a tomar anticonceptivos orales y esperó tres meses para asegurarse de que su cuerpo se adaptara a los fármacos. Luego, se sometió a 25 nuevas exploraciones. Finalmente, dejó de tomar la píldora, esperó otros tres meses y completó la última serie de 25 escaneos . En paralelo, se le extrajo sangre y completó cuestionarios sobre su estado de ánimo después de cada exploración, con el fin de vincular sus respuestas hormonales y emocionales con los cambios observados en su cerebro. Los resultados preliminares revelaron un patrón rítmico en los cambios de volumen y conectividad cerebral a lo largo del ciclo menstrual. Mientras tomaba la píldora, el volumen y la conectividad entre ciertas áreas del cerebro disminuían ligeramente, pero estos cambios no necesariamente se correlacionan con una función cerebral «mejor» o «peor». Una vez que dejó de tomar anticonceptivos, el patrón cerebral volvió en gran medida a su estado natural, lo que sugiere que el cerebro es altamente adaptable. La investigación de Heller está inspirada en el trabajo de Laura Pritschet , neurocientífica cognitiva de la Universidad de Pensilvania, quien escaneó su propio cerebro durante 30 días consecutivos mientras no tomaba anticonceptivos y otros 30 días mientras los tomaba, en un estudio que denominó « 28andMe » (en referencia a los 28 días de un ciclo menstrual típico). Pritschet, que también colaboró en el estudio de Elizabeth Chrastil sobre los cambios en el cerebro de la mujer durante el embarazo publicado en ‘ Nature Neuroscience ‘, observó que los niveles más altos de estrógeno incrementan la conectividad de redes cerebrales importantes, como la red neuronal por defecto, vinculada a la ensoñación y la memoria. Por otro lado, la progesterona parecía tener el efecto contrario. Además, Pritschet realizó un estudio con su esposo, llamado « 28andHe », en el que lo escaneó durante 30 días consecutivos para comprender mejor las fluctuaciones hormonales en el cerebro masculino. Aunque estos estudios solo abarcan a un puñado de participantes, proporcionan un conjunto de datos altamente detallado que puede ser la clave para comprender las diferencias individuales en la respuesta cerebral a los anticonceptivos. El siguiente paso en la investigación de Heller será comparar sus resultados con los de mujeres que padecen endometriosis, una enfermedad dolorosa que afecta a aproximadamente el 10% de las mujeres en edad reproductiva. Su objetivo es investigar si las fluctuaciones hormonales que observó en su propio cerebro podrían estar relacionadas con los síntomas de esta condición, lo que podría arrojar luz sobre su origen y posibles tratamientos. Heller y su equipo están a la vanguardia de un área de investigación que promete mejorar el entendimiento del cerebro femenino y el impacto de los anticonceptivos en su funcionamiento. Este trabajo no solo es pionero en su metodología, sino que también tiene el potencial de influir en el futuro de la salud reproductiva y neurológica para millones de mujeres alrededor del mundo . Para Susana Carmona , Psicóloga y doctora en Neurociencias y líder el grupo de investigación Neuromaternal del Hospital Gregorio Marañón Madrid , el objetivo de investigaciones como este es «revertir el vacío que existe en la literatura científica acerca de cómo la hormonas sexuales modulan la actividad y la anatomía y la conectividad del cerebro». Recuerda Carmona que solo un «0,5% de todos los estudios de neuroimagen que hay publicados están dedicados a evaluar el efecto de las hormonas a nivel cerebral». Carmona trabaja en colaboración con Heller y Jacobs en diferentes consorcios para estudiar paliar el déficit en investigación en la salud cerebral de la mujer.

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