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Una filósofa francesa explora cómo el desamor tiene un poder liberador

Publicado: septiembre 3, 2025, 6:08 pm

Elena Ferrante es un misterio. Se sabe que es un seudónimo de una supuesta escritora napolitana que suele relatar, al menos en parte, sus propias experiencias. Es un éxito editorial en todo el mundo. En su libro Los días de mi abandono describe como Olga, tras ser abandonada por su marido después de 15 años de matrimonio, debe reconstruir su vida. La historia explora el impacto emocional y psicológico que el hecho produce en ella y su lucha por encontrar un nuevo sentido a su vida y su proceso de sanación. “El abandono conlleva el riesgo de aislamiento, la tragedia de una pérdida repentina de la vida familiar, el miedo a no poder afrontar la responsabilidad parental diaria en solitario. Ese sentimiento da paso a la ira, y es en ese momento cuando el deseo de vivir resurge con toda su fuerza. La ira es una rebelión contra lo sucedido, una especie de insurrección contra el orden impuesto”, ese es el análisis que hace Fabienne Brugère (Nevers, Francia, 1964).

¿Por qué es tan difícil cortar una relación amorosa? La explicación psicológica en la era del duelo virtual

Con una profusa carrera académica que incluye las universidades de Bordeaux Montaigne y París 8, Hamburgo, Quebec y Múnich, acreedora de la Legión de Honor, el premio al mérito nacional francés más prestigioso, ha concentrado su vida en pensar el arte y la estética. Sin embargo, una ruptura amorosa brutal embistió con su saber filosófico y dio vida a un libro: Desamor. Manual de un retorno a la vida.

“Es una obra sobre el duelo provocado por el final de una historia de amor, que no era esperada. Experimenté una ruptura dolorosa y este libro es una especie de catarsis, una posibilidad de liberación, pero también un intento casi quirúrgico de analizar este duelo y el camino hacia la recuperación. Pero aún más, quería explicar qué es el fin del amor. Si bien los filósofos siempre insisten en su conexión con el deseo, la sexualidad o, por el contrario, su naturaleza eterna, creo que el amor no existe sin la previsión de su fin.

La francesa Fabienne Brugère es filósofa especializada en estética y arte

-¿El duelo llega de repente o se desarrolla lentamente?

Llega de repente, como una explosión ante una consternación repentina, ante la ruptura de una relación romántica que parece inexplicable e injusta. Pero si intentamos explorar las razones, se está gestando en nuestra historia, especialmente cuando se trata de una ruptura amorosa; hay señales de alerta que no hemos querido ver, como las discusiones, el silencio, el aburrimiento. Examinar la propia vida es, entonces, importante.

-Usaste el verbo “desamar”, ¿por qué?

Porque transmite lo que siempre tememos en una historia de amor: que termine. Sin embargo, soy filósofa y, a lo largo de la historia, los filósofos no han explorado esta naturaleza finita del amor. Quería hacerlo. Encontré recursos en la literatura, el psicoanálisis y el cine, pero muy poco en la filosofía, que desde Platón siempre ha desplegado un idealismo del amor. El amor está como suspendido en la filosofía, más cercano a los dioses que a los humanos.

-Implica poner a prueba tu propia vulnerabilidad…

-Precisamente, ya que se trata de considerar cuán vulnerables somos ante el amor y cuánto podemos sufrir. Mis preguntas son las de toda vida humana: ¿cómo volvemos a vivir después de un desamor que puede constituir realmente un momento de devastación y despojo de la propia vida? ¿Cómo volvemos a vivir después de lo insoportable? Y más aún, ¿cómo podemos vivir y amar mejor de otra manera?

-¿De qué depende nuestra actitud ante el abandono de pareja?

-De la profundidad del sentimiento, la causa del abandono, las características de la persona abandonada…

Nuestra actitud ante el abandono de pareja depende de la profundidad del sentimiento, la causa del abandono y las características de la persona abandonada

-Desamor no es fracaso, ¿o si?

-No, es una prueba de la vida, un hecho ante el que hay que reaccionar. Abre la gran posibilidad de reflexionar sobre nosotros mismos. Si se puede trascender al dolor, el desamor abre la puerta a examinarnos y encontrar un camino para amar mejor. Puede llevarnos a una reflexión sobre nosotros mismos. A pesar del dolor, desamar es la posibilidad de examinar la vida y ver cómo nos conduce a amar mejor. La ruptura, además, es una fuente de emancipación. De algún modo tiene un poder liberador. Puede conducirnos a encontrar un modo de vincularnos menos sesgado por estereotipos y menos conservador.

-Es posible superar un desamor, la mayoría lo hemos hecho. Pero ¿qué ocurre cuando es muy difícil y no podés soltar este sentimiento?

-Vencer un desamor nunca es lineal. Las cosas pueden ir mucho mejor y entonces te vas de vacaciones al mismo lugar donde guardaste memorias de tu historia terminada. Ese recuerdo te habita de nuevo, imágenes y emociones te asaltan e intentarás ahuyentarlas, disciplinarlas. La vida es dialéctica, con altibajos que logramos superar, transformar, experiencias negativas que un día convertimos en puras y simples. Esta reconversión presupone la capacidad de construir un legado, la comprensión del amor. Las penas, al superarlas, nos enseñan a vivir mejor. Cuando no podemos escapar de nuestro duelo, necesitamos ayuda y apoyo de todos, especialmente de profesionales, pero también de seres queridos. A veces, amigos que han sido desatendidos muestran su compromiso, su capacidad de apoyo y de fortaleza. Una simple llamada telefónica repetida para ver cómo estamos puede permitirnos olvidar nuestro duelo, al menos hablar de él, evocarlo y, por lo tanto, objetivarlo. Se trata de reinventar la propia vida, contarla de otra manera para superar el duelo, haciendo de nuestra historia algo eminentemente subjetivo.

-Cuando nos enamoramos, una parte de nuestra psique interviene. ¿Se “desactivan” estas áreas cuando dejamos de estarlo?

-Cuando el amor se desvanece, nos quedan apegos de los que debemos liberarnos. Sin embargo, influyen poderosamente en nuestra vida emocional; estos vínculos forman parte de nuestro ser. Nunca nos separamos fácilmente porque, al hacerlo, perdemos algo de nosotros mismos. Requiere tiempo, autoejercicio y apoyo (psicológico, de amistad, familiar, etc.).

Cuando el amor se desvanece, nos quedan apegos de los que debemos liberarnos

-Llevas años estudiando la ética del cuidado y la atención a la fragilidad humana. ¿Ha cambiado la ética hoy? ¿Hemos perdido parte de nuestra atención?

-La ética está cada vez más vinculada a la cuestión de la vulnerabilidad. Como individuos ultramodernos, experimentamos diferentes formas de vulnerabilidad: vital (enfermedad), socioeconómica (desempleo) o ambiental (inundaciones, incendios). En lugar de ser individuos capaces, todos somos más o menos vulnerables. Una ética del cuidado parte de la vulnerabilidad para plantear cómo podemos cuidar a personas altamente vulnerables sin abusar de nuestro propio poder en la relación. Por supuesto, prestar atención a la vulnerabilidad es difícil, y la sociedad no nos ayuda, ya que pretende convertirnos en sujetos soberanos, atentos a nuestro éxito financiero y no a los demás ni a nuestro yo interior.

-El desapego de las nuevas generaciones se ha popularizado como concepto. ¿Crees que esto influye en cómo perciben a quienes los rodean?

-No sé si las generaciones más jóvenes son más desapegadas. En Francia, por lo menos, es difícil generalizar. Es cierto que hay jóvenes que se encierran entre sus seres queridos, utilizando exclusivamente sus redes de afinidad, pero también hay otros muy comprometidos con diferentes causas, muy empáticos con todas las miserias del mundo y todas las formas de opresión. Sobre todo, creo que tienen una percepción aguda de un mundo que se ha vuelto violento, y del que quisieran protegerse lo más posible.

La playa que atrapa a los argentinos, a la que cuesta llegar y de la que cuesta irse

-¿Crees que hoy se vive el duelo de otra manera?

Creo que vivimos cada vez más en un capitalismo emocional, que las separaciones y los divorcios, cada vez más frecuentes, están acostumbrando a los jóvenes a la idea de que nada perdura, ni siquiera el amor. Creo que expresamos nuestro dolor cada vez más, que lloramos, tanto hombres como mujeres y que, de generación en generación, lo público y lo privado se mezclan. En Anora, la película ganadora del Óscar, una joven trabajadora sexual conoce al hijo de un oligarca ruso y vemos claramente cómo el dolor se mezcla con la ira, la rabia y el odio cuando las historias de amor se ven afectadas por flagrantes injusticias sociales. El amor no es amor en esta película. Los jóvenes desconfían mucho de este sentimiento, especialmente del romántico.

-Si pudieras da un consejo como “un manual para volver a la vida” después de experimentar el duelo, ¿qué recomendarías?

-Hume, el filósofo escocés del siglo XVIII, escribió que, junto con la filosofía, uno debería seguir jugando al backgammon con sus amigos, un juego de mesa con dados. Tras atravesar el duelo, es necesario experimentar el poder de las conexiones, de todos esos lazos que a menudo se descuidan al vivir una historia de amor. No renunciar a su intensidad, sino transformarlas: por ejemplo, avivar las amistades y, por lo tanto, saber reconocerlas y cuidarlas.

Tras atravesar el duelo, es necesario experimentar el poder de todos esos lazos que a menudo se descuidan al vivir una historia de amor

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