Publicado: agosto 5, 2025, 6:07 pm
Desde hace un año, María B. alquila en forma temporaria un pequeño departamento ubicado en la primera cuadra de la calle Montevideo, en el barrio porteño de Congreso, a través de la plataforma Booking. Hasta el domingo 27 de julio no había tenido inconvenientes. Ese día, un hombre reservó el lugar por cuatro noches. “Vino solo, sin equipaje. Me dijo que lo tenía en el auto. Me pagó en efectivo y quedó en irse el jueves a las once de la mañana”, relató.
El jueves pasado, María intentó comunicarse con el inquilino temporario para coordinar el check out, pero no obtuvo respuesta. “Llamé, escribí, nada. Le pedí al portero que subiera conmigo como testigo. Golpeé la puerta y me contestó alguien de adentro. Era un chico de unos veinte años, todo dormido. Le pregunté quién era y me dijo que había alquilado el departamento. También había una chica durmiendo. Yo pensé que me lo habían ocupado”, contó a LA NACION sobre lo que sería solo la punta del iceberg de una estafa fríamente calculada.
Los jóvenes, de nacionalidad mexicana, le explicaron que habían alquilado el departamento por dos o tres meses a través de una publicación en Facebook. “Le pagaron a un señor $1.500.000. Yo me quería morir. Ese departamento es mío, lo alquilé por tres noches nada más. Al día siguiente venía otra gente”, contó María.
La mujer descubrió que el hombre que le había alquilado el departamento lo había publicado en redes sociales y lo subalquiló de forma fraudulenta. “Los chicos fueron estafados. La chica lloraba y yo intentaba consolarla. Era todo un desastre”, recordó.
María intentó comunicarse con Booking para reportar lo ocurrido, pero no obtuvo respuestas concretas. “Los llamé una vez y se cortó. Los llamé otra vez, estaba contándoles lo que pasó y se volvió a cortar”, relató. Finalmente, logró enviar un correo electrónico y bloquear al usuario en la aplicación, pero la respuesta que recibió fue genérica: le informaron que iban a evaluar la situación. “Como les pasa a todos los que tuvieron algún problema similar, Booking no se hace cargo de nada”, se lamentó.
Pero el engaño no terminó ahí. Al revisar el departamento, María notó que faltaban numerosos objetos: “Me robó todo. Microondas, pava eléctrica, tostadora, secador de pelo, estufa, bolsa de agua caliente, una chapita que decía Buenos Aires, el equipo de mate. El departamento estaba pelado. Quedaron la tele, el escritorio y la cama. Todo lo demás no estaba”.
Tras realizar la denuncia en la comisaría, María decidió buscar en Facebook el perfil desde el cual los jóvenes habían alquilado el departamento. “Encontré el aviso: ‘Alquilo monoambiente en Buenos Aires’. Todo parecía normal. Pero cuando empecé a escrolear, encontré mi pava eléctrica, mi tostadora, mi estufa. Decía ‘vendo todo urgente por mudanza’. Estaban ahí todos mis productos”, contó con asombro.
A las ocho de la mañana del viernes pasado, María se comunicó con la división de Cibercrimen de la Policía de la Ciudad. “Una maravilla cómo trabajan. Me atendieron enseguida. Yo tenía todo: fotos de los productos, fotos de los mismos productos en la cocina de mi departamento, video de Facebook, conversaciones, teléfono. Tenía todo”, explicó.
Con todas las pruebas, los investigadores organizaron una compra controlada para recuperar los objetos robados. “El oficial fue de civil al punto de encuentro para comprar los objetos. El policía me llamó y me mostró: ‘¿Este es tu microondas?’, ‘¿Esta es tu estufa?’. Sí, eran las mías. En ese mismo momento quedan detenidos y se recuperaron los productos robados, todo. El oficial llamó a la fiscalía para que le dé el ok para detenerlos y el fiscal le dijo: ‘No, libéralos’. Le pidió al menos retener el celular, donde estaban todas las pruebas de las estafas. ‘No, libéralos, no les agarres el celular’. Así que el policía, que estuvo laburando todo el día, se fue a las cinco de la mañana del sábado con el microondas y la estufa, nada más”, se lamentó María.
La causa quedó en manos de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N° 58, a cargo de Jorge Héctor Emilio Fernández. Según María, los sospechosos son padre e hijo: cuyas iniciales son A.A y E.A.
El caso de María no fue aislado. Al día siguiente, en un grupo de anfitrionas de Booking, otra usuaria contó una experiencia similar. “A una clienta mía le pasó lo mismo. Pagó una plata y cuando llegó al departamento, el departamento no existía. ¿Dónde quedaba? En Congreso. ¿En qué dirección? Montevideo primera cuadra. El mío queda ahí también. Le pedí que me mostrara las fotos del departamento que le habían alquilado de manera apócrifa. Cuando me las mostró, vi que era mi departamento también”, relató María.
Los estafadores utilizaron las mismas imágenes para engañar a varias personas. “Con las fotos de mi departamento estafaron a dos personas, a mí me robaron todo, la Policía los tenía para detener, pero la fiscalía los dejó libres y la frutilla del postre: los estafadores son padre e hijo”, concluyó.
Los jóvenes mexicanos, víctimas de la estafa, habían confiado en el sistema de alquiler informal por redes sociales. “Allá todo lo hacen por Facebook. Compran ropa, todo. Y además los estafadores no les pedían seña. Les decían: ‘Vengan a ver el departamento, si les gusta, me pagan y se quedan’. Eso les dio seguridad a los pobres chicos. Pensá que tienen veinte años”, explicó María.
Marketplace, un mercado sin control
Marketplace, la sección de avisos clasificados de Facebook, funciona desde octubre de 2016 y ha experimentado un crecimiento sostenido en volumen de publicaciones y transacciones. Aunque Meta establece normas sobre qué se puede ofrecer y brinda recomendaciones de seguridad para los usuarios, la plataforma se convirtió en terreno fértil para estafadores, ladrones y vendedores de bienes robados o falsificados.
En ese espacio se ofrece prácticamente de todo: desde autos, motos, bicicletas y celulares robados hasta inmuebles con documentación irregular, recetas médicas, certificados truchos y drogas ilegales. También hay cientos de usuarios que publican productos nuevos o usados de buena fe y terminan siendo víctimas de engaños. Otros son atraídos por ofertas demasiado tentadoras, que en realidad son trampas: los delincuentes pactan encuentros solo para asaltar a quienes llegan con dinero en efectivo para pagar artículos que no existen.
El uso de Marketplace se disparó a partir de marzo de 2020, con el inicio del aislamiento obligatorio por la pandemia de Covid-19. Desde entonces, se consolidó como el principal mercado informal de productos usados.