Publicado: octubre 22, 2025, 6:00 am
Ni lluvia ni nubarrones. El pronóstico personal de Bárbara Diez indica un cielo completamente despejado, muy parecido al que acaba de disfrutar en Mendoza, un destino frecuente en su agenda como event planner, mentora, asesora y conferencista. Ni bien arranca la charla con ¡HOLA! Argentina, que esta vez será telefónica y en medio del viaje, dirá que atraviesa un momento de mucha paz. Y así se la escucha. También reconocerá que está muy agradecida con este presente luminoso, donde el trabajo se le multiplica y diversifica y sus hijas, Manuela Calderón (29) y Paloma (23) y Serena Rodríguez Larreta (9), que son la razón de su vida, florecen como mujeres plenas y con brillo propio. “Miro para atrás y no puedo creer todo el camino que recorrí, aunque creo que no me va a dar la vida para concretar todas las ideas y sueños que tengo”, asegura Bárbara, hada madrina y referente indiscutido en el mundo de las celebraciones desde hace veintiséis años.
DE PLANNER A MADRINA
Volviendo a su tour mendocino, se entusiasma con cada parada que hizo: “Estuve en bodegas donde se llevan a cabo bodas de destino, como Salentein, con su capilla enclavada en medio de los viñedos; Finca Decero y Lagarde, con su restaurante, Fogón, elegido como el mejor de Mendoza, además de estar entre los 15 mejores del país. También visité Zonda Cocina de Paisaje, creado y liderado por Sofía Pescarmona y el chef Augusto García. Es un restaurante escuela que explora la cocina y las tradiciones cuyanas y fue reconocido con una Estrella Michelin y una Estrella Verde Michelin en 2024 y 2025. Y disfruté muchísimo en The Vines Resort & Spa, que es una auténtica joyita”, explica.
En el plano personal, si hay algo que la tiene entusiasmada es que en noviembre de 2026 se casará su hija mayor y celebrará con una fiesta en El Dok Haras, en Exaltación de la Cruz.
–¿Cómo lo estás viviendo?
–Estoy muy conmovida y disfrutando muchísimo. Decidí no ser la planner porque quiero disfrutar como madrina, ¡voy a estar del otro lado! Por supuesto que me involucro, elijo, ayudo, pero se ocupa mi socia, Dolores González Calderón.
–¿Ya empezaron a ver sus vestidos?
–¡Por supuesto! Ya miré mi vestido para el Civil y para el casamiento. Ella me acompañó a unos viajes y lo va a definir muy pronto, pero falta un año. Estamos disfrutando con cada visita, con cada proveedor que es parte de la fiesta. Nuestro lema de este año es que todo sea una fiesta, incluidos los preparativos.
–Tus hijas tienen edades muy diferentes, ¡qué desafío!
–Me encanta ser mamá, creo que es lo que mejor hago y ellas son mi mayor satisfacción. Soy muy relajada y cuando necesito ser firme puedo serlo, pero con mucho afecto. Doy muy pocas batallas, sólo las que realmente me importan. A las tres las tuve con mucha diferencia de tiempo, o sea, fueron casi únicas hijas. Y disfruté siempre mucho, a Manuela, incluso, pude darle el pecho hasta los tres años y medio, nunca se quebró, nunca se enfermó, nada.
–¿Qué hacen tus hijas mayores?
–Manuela es diseñadora, se recibió de la carrera Gestión de Estéticas y Moda y en diciembre pasado vendió su empresa [The Comité]. Durante un tiempo se quedó trabajando con quienes la compraron y ahora trabaja conmigo. Ella es un mujerón y superorganizada, muy entusiasta, y maneja toda esta parte tecnológica y de diseño que yo no manejo. Entonces, se ocupa, por ejemplo, de mis cursos y clases online para que queden listos para ser vistos en forma asincrónica. Paloma, que se recibió en el ITBA, trabaja en una compañía que es uno de los “unicornios”, pero prefiero no decir cuál.
NUEVOS SUEÑOS, LA FE Y EL CORAZÓN
–¿Qué implica que te diversificaste?
–Estoy muy dedicada a la enseñanza con Bárbara Diez Academy, que es la carrera de Organización de Eventos, y podés tomar las clases a tu ritmo desde mi página web. Y acabo de terminar el “Método Bárbara Diez”, que es una forma de trabajar y vivir, es emprender con propósito. En noviembre, además, arranco el curso “Hojas de ruta”, bien específico de organización, con alumnos de Latinoamérica y de habla hispana de Estados Unidos. También estoy armando una escuela para chicas y chicos de 7 a 12 años que se llama “Los buenos modales no pasan de moda” y es presencial. Por ejemplo, en el curso “Estamos invitados a tomar el té” hablamos del uso de la vajilla y la mantelería, entre otras cosas, y en “La comida en el bosque”, sobre cómo tienen que sentarse, presentarse y generar conversaciones que incluyan a todos. Hay mucho para construir desde ahí. No está encarado desde el protocolo, sino desde el agasajo y el respeto por el otro. Y como no quiero perder vigencia, aunque estoy muy dedicada a todos estos proyectos, me permití hacer hasta cuatro eventos por año. No más. De corazón, hoy puedo elegir el trabajo, todo con ayuda de Dios. Muchos me preguntan cómo hago para seguir vigente y yo no tengo una respuesta. Pero sí sé que veo la oportunidad y me tiro a la pileta, no tengo miedo. Y eso no quiere decir que todos los emprendimientos hayan visto la luz.
–En la última nota hablamos del momento tan duro que pasaste con tu divorcio y cómo la fe te sostuvo. ¿Cómo estás hoy?
–La fe sigue siendo mi pilar. Sé que es políticamente incorrecto hablar de esto, pero me importa muy poco. Emprender con propósito es dar y recibir afecto, cumplir sueños, celebrar la vida. Pero mi propósito interior, si me preguntás, es ir al cielo, no tengo empacho en decirlo. Es muy raro que me digan que soy mística porque creo en Dios.
–Lo de mística se dijo el año pasado, cuando cortaste con Patricio Tobal [estuvieron juntos un año].
–Sí, lo leí, y no tuvo nada que ver con lo que dijeron. [Hace una pausa]. Hoy se puede hablar de cualquier tema, pero la fe pareciera algo extraño. No me siento criticada, aunque sí me llama la atención. Yo hablo sobre mi fe, sobre la alegría de ser cristiana y además te aseguro que gracias a la fe soy mucho más feliz.
–¿Estás saliendo con alguien o te gustaría volver a enamorarte?
–Estoy en una etapa de mucha paz y por supuesto que estoy abierta a todo. Tengo muchas ganas de compartir la vida con alguien, todo es mucho más lindo de a dos.
–¿Te volverías a casar?
–Eso está en manos de Dios, realmente que sea lo que Dios quiera. El mes que viene cumplo 56 años y creo que tengo mucha vida todavía por vivir.
–¿Qué tiene que tener un hombre para que te enamore?
–Cuando encontrás a alguien y te deslumbra ya no importa qué es lo que te habías imaginado. Es más, seguramente no tenga nada que ver con eso. Lo que sí sé es que después de tanto recorrido, compartir la fe es algo que seguramente sería una condición.
–Recién me mencionaste la edad. ¿Te pesa en algún sentido?
–¡Nada! Es muy lindo lo que me pasa. Alterno entre el chat de mamis del primario por un lado y la organización del casamiento de Manuela en el otro extremo. [Se ríe]. Complejo con la edad, ninguno. Es más: sueño con ser abuela.