Publicado: junio 24, 2025, 3:09 am
Pedro Sánchez se encuentra en una encrucijada crítica tras la rectificación del secretario general de la OTAN, Mark Rutte, sobre el gasto militar español. Mientras Donald Trump presiona a los aliados europeos para alcanzar un 5% del PIB en defensa, Rutte ha desmentido la supuesta «excepción» que permitía a España limitarse al 2,1%, exigiendo ahora un mínimo del 3,5% en gasto militar puro. Este ultimátum, a las puertas de la cumbre de La Haya, coloca a Sánchez entre la espada de las demandas internacionales y la pared de sus socios parlamentarios, para quienes cualquier aumento militar es anatema.
La carta de Sánchez a Rutte, enviada el pasado viernes, buscaba consolidar una posición de resistencia: el 5% del PIB –unos 85.000 millones de euros anuales– era «inaceptable» por su impacto en el estado de bienestar. Proponía un 2,1% de PIB para cumplir con las capacidades de la OTAN, una maniobra que también servía como una jugada interna para apaciguar a Sumar, ERC y Bildu, contrarios al gasto militar. Sánchez presentó esta postura como una defensa de la soberanía española, ganando tiempo para mantener su frágil mayoría en el Congreso. Sin embargo, la respuesta de Rutte ha dinamitado esta estrategia: España debe alcanzar el 3,5% en el mediano plazo, sin excepciones.
La presión no viene solo de Rutte. Trump acusa a España de «pagar poco», y la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, ha insistido en que «todos deben cumplir». En La Haya, Sánchez enfrentará un escrutinio implacable, con el riesgo de ser señalado como un aliado débil en un momento de tensiones globales con Rusia, China y Oriente Medio. Internamente, el 3,5% es un veneno político. España alcanzó el 2% del PIB en defensa en 2025 tras un aumento del 70% en una década, y ahora un salto al 3,5% –unos 55.000 millones de euros– chocaría con las demandas de sus socios, que priorizan las políticas sociales. Sánchez ha usado su rechazo al 5% como carta para cohesionar su coalición, pero el nuevo umbral amenaza con fracturarla. El caso Cerdán, que erosiona al Gobierno, agrava esta vulnerabilidad.
Sánchez tiene argumentos sólidos en cuanto al problemático impacto en las Cuentas, y los porcentajes no lo son todo. España destaca en misiones internacionales y destina el 30% de su presupuesto de defensa a equipamiento, según el Real Instituto Elcano. Pero cuestionar la exigencia de la OTAN lo posiciona como un aliado incómodo, con repercusiones en negociaciones comerciales o estratégicas. La cumbre de La Haya será un termómetro de su margen de maniobra. Sánchez debe demostrar que su flexibilidad es compromiso, no evasión, en una OTAN que exige unidad frente a un mundo incierto. Juega con audacia, pero el espacio se le estrecha.
