Publicado: junio 5, 2025, 9:20 am
La OTAN sigue buscando cómo adaptarse a los nuevos tiempos y su secretario general, Mark Rutte, ha dibujado este jueves algunos pasos a futuro, tanto para el medio como para el largo plazo. El neerlandés ha dejado claro en el marco de la reunión de ministros de Defensa de la Alianza en Bruselas que llegar al 5% de gasto en seguridad como pide Donald Trump es un objetivo que se debatirá en la cumbre de líderes de este mes en La Haya, pero ve importante asociar esa inversión «a las capacidades» que necesite la organización, un punto en el que hace hincapié por ejemplo España.
«Lo que decidiremos en La Haya, lo que gastaremos en defensa en el futuro, el nuevo plan de inversión en defensa, se basa en lo que necesitamos en términos de capacidades duras», sostuvo Rutte, que da una serie de pautas para hablar de ese 5%. El secretario general de la Alianza Atlántica divide el plan en dos partes, de aquí al año 2032. De ese 5%, un 3,5 % se destinaría al gasto militar puro, mientras que el 1,5% restante se invertiría en cuestiones relacionadas con la defensa, como la protección de infraestructuras o la ciberdefensa, elementos que también incorpora en su definición de seguridad el Gobierno español, de la mano de otros como el italiano.
Rutte reconoce que todo esto es un proceso. «Analizaremos las lagunas que tenemos, no solo para ser capaces de defendernos hoy, sino también dentro de tres, cinco, siete años, y todas estas inversiones necesitan ser financiadas, y eso es lo que haremos en La Haya», desarrolló, mientras desde Estados Unidos insisten en la cifra del 5%. «Quiero asegurarme de que todos los países de la OTAN entienden que hay que arrimar el hombro, cada país tiene que contribuir a ese nivel del 5% como reconocimiento de la naturaleza de la amenaza«, dijo en este sentido desde Bruselas el secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, que añadió que «el poder duro es lo que realmente disuade».
Pero a la meta que propone Washington y que compra Rutte no se puede llegar por llegar, coinciden en la OTAN. Son muchos ya los aliados que asumen que hay que aumentar el gasto en Defensa sí o sí, y así lo han dejado claro gobiernos como el francés, el alemán o el sueco. Ahora, la clave está en el cómo. «Tenemos que invertir en nuestros sistemas de defensa aérea, en nuestros misiles de largo alcance, en nuestras maniobras de formación en tierra, sistemas de mando y control. Todo esto tiene que pasar, y esto significa grandes inversiones», sentenció Rutte.
España, por ejemplo, no quiere hablar de cifras, como dejó claro hace algunas semanas la ministra de Defensa, Margarita Robles. O al menos, su discurso pretende ir más allá de ellas. «Creemos que en este momento no procede hablar de nuevos porcentajes, que lo importante es ver cuáles son las capacidades que se necesitan. España está muy comprometida en las distintas misiones que realiza, pero nosotros creemos que en este momento las prioridades para España son cumplir el 2%«, sostuvo, alejándose de los reclamos de la OTAN de pasar a hablar ya de un 3% o 4% del PIB, unas cifras que se debatirán en la cumbre.
«España es un aliado fiable, responsable y serio. Nos hemos comprometido a cumplir el 2%, y lo vamos a hacer este año con el plan que hemos aprobado. Y hemos dejado muy claro que eso supone un esfuerzo, un esfuerzo muy importante, de 10.471 millones de euros más, además de lo que está en el presupuesto de defensa», añadió la titular, que insistió en que «hablar de porcentajes puede no responder a la realidad de las capacidades» que tenga Europa ahora mismo.
La hoja de ruta del Gobierno en este sentido, presentada por Pedro Sánchez hace un mes, contempla una inversión de 10.471 millones de euros para alcanzar el 2% del PIB en gasto militar este mismo año, cumpliendo así con los compromisos adquiridos con la OTAN y la Unión Europea. Este plan incluye más de 30 programas de modernización de las capacidades de las Fuerzas Armadas, con especial énfasis en la adquisición de nuevos equipos de defensa y disuasión, así como en la renovación de las capacidades de telecomunicaciones y ciberseguridad, destinando un 31% del presupuesto a estos últimos ámbitos.
La mirada se pone por tanto en el año 2032 y por eso la cumbre de La Haya se va a presentar como la casilla de salida para una nueva era que ya no solo está marcada por la defensa y la seguridad, sino que salta del qué al cómo… y sobre todo bajo la presión de Estados Unidos: Rutte no duda «del compromiso» de Trump, pero las exigencias desde Washington para los aliados europeos son cada vez mayores.