Publicado: junio 26, 2025, 10:06 pm
SEATTLE (Enviado especial).- Todos los jugadores evitaron la atención a la prensa. Encabezados por Enzo Pérez, apesadumbrados, con la vista clavada al piso o en un horizonte lejano, arrastraban las piernas sin detenerse en la zona mixta del estadio Lumen Field, última escala de River en el Mundial de Clubes. Así lo dispuso la derrota 2-0 ante Inter y la ubicación final en el tercer puesto del Grupo E.
En las próximas horas, el siguiente destino será Buenos Aires, un breve descanso y la responsabilidad de preparar el segundo semestre del año, con los octavos de final de la Copa Libertadores (ante Libertad) señalados con resaltador en el calendario.
Le espera mucho trabajo a Marcelo Gallardo, que va camino a completar el primer año de gestión de su segundo ciclo, por ahora sin títulos. Quinto, a ocho puntos del campeón Vélez, en una Liga Profesional en la que asumió a mitad de camino por la destitución de Martín Demichelis. Eliminado en las semifinales de la Copa Libertadores 2024 ante Atlético Mineiro. Derrota por penales frente a Talleres por la Supercopa Internacional. Eliminación ante Platense en los cuartos de final de la Liga Profesional. Afuera en la etapa de grupos del Mundial de Clubes. Un balance que contrasta con su primer mandato, cuando conquistó la Copa Sudamericana 2014 a los pocos meses de asumir, marcando un hito internacional al que le dio continuidad con la obtención de dos Copas Libertadores.
Consultado por LA NACION sobre el balance y las proyecciones cuando todavía estaba fresca la caída contra Inter, Gallardo pisó el freno: “Es muy reciente, estamos dolidos por la eliminación. Teníamos expectativas de avanzar mucho más. Sacaremos conclusiones, ver lo que nos falta para rearmarnos. Ser muy puntuales y precisos. Trataremos de oxigenarnos para encarar el segundo semestre, que para nosotros será muy importante y debe ser mejor que el primero. Tenemos que dar el salto que nos falta cuando hay que pasar al frente”.
El saldo futbolístico de River en el Mundial es insatisfactorio y dejó de ingresar sumas de dinero importantes por la prematura eliminación. Recibió 15 millones de dólares por participar (el tope es Manchester City, con 38) y otros tres por un triunfo y un empate. Pero se quedó sin los 7,5 millones de octavos de final, que en los cuartos se transformaban en 14. Todo lucro cesante.
El rediseño empieza sin Franco Mastantuono, cuya última imagen con la camiseta de River fue con el llanto por la eliminación. El juvenil de 17 años pasó por el Mundial con un impacto mayor por su transferencia a Real Madrid que por su rendimiento futbolístico. De mayor a menor: bien contra Urawa, discreto ante Monterrey y anulado por Inter.
Son pocos los que regresan con el aprobado: Armani, Acuña (empañado por su incidente con Dumfries), Driussi (prematuramente lesionado) y Colidio, el mejor en los dos primeros cotejos y sin tanta influencia en el último.
Desde que esta Gallardo, en dos mercados de pases llegaron doce futbolistas por casi 50 millones de dólares. La tesorería del club se avino a sus exigencias, que no suelen ser retrucadas ni en los escritorios de las máximas autoridades ni en el departamento de fútbol que integran Enzo Francescoli y Leonardo Ponzio. Gallardo es el sumo pontífice y palabra sagrada en la arquitectura futbolística.
Los refuerzos no están elevando el nivel general del equipo. Pezzella y Martínez Quarta (expulsado contra Inter) muestran dudas, no son todo lo contundentes que se esperaba. En el caso de Pezzella, tras un buen comienzo, su declive fue pronunciado a partir de la primera semifinal de la Libertadores contra Mineiro. Pasó a ser un zaguero lento, vulnerable, que incluso perdió el puesto. Montiel y Acuña, con las interrupciones por lesiones musculares, aseguran un piso de rendimiento convincente. La espalda de Acuña muchas veces es permeable a los ataques, pero compensa con sus centros en las proyecciones. Dos de los tres goles de River en el Mundial fueron por asistencias medidas del lateral izquierdo. Montiel es empuje, determinación, atributos nada desdeñables en un equipo que no puede presumir de una gran personalidad.
A los 39 años volvió Enzo Pérez para ser más líder de vestuario que en la cancha. Le sobra oficio y sabiduría, pero el paso del tiempo es un peaje que nadie deja de pagar. Es amonestado recurrentemente (acumuló dos amarillas y fue suspendido ante Inter) y las piernas y los pulmones no le dan para aguantar los 90 minutos. Fue un regreso más justificado por lo sentimental que para resolver la carencia en el puesto, que tampoco cubre Kranevitter, como antes Villagra, como antes Fonseca, como antes… Hasta llegar al mejor Enzo Pérez, que ya no existe.
Castaño es una pieza que asegura ida y vuelta, se compromete con el juego, aunque siguen siendo exagerados los 13,8 millones de dólares que se pagaron por él para satisfacer a Gallardo. Hay varios futbolistas complementarios, que hacen más al número del plantel que a la potenciación del nivel del equipo: Matías Rojas, Pity Martínez, Lanzini, Aliendro, Simón, Gattoni, González Pirez. ¿Cuántos hinchas recuerdan que en el plantel está el delantero chileno Gonzalo Tapia? Pasó de ser supuestamente una “oportunidad de mercado” –llegó por apenas 800.000 dólares- a transformase en alguien invisible.
Seguramente no será ahora, pero se avecina una limpieza en diciembre, cuando vencerán 12 contratos: Lanzini, González Pirez, Casco, Nacho Fernández, Borja, Colidio, Enzo Pérez, Aliendro, Pity Martínez y Kranevitter, más los préstamos de Galoppo y Rojas. El único que se perfila para continuar es Colidio. En lo inmediato, el primero en irse será Gattoni, a quien le vence el préstamo y nunca conformó.
Gallardo insistirá con volver ahora al mercado. River ya tiene acordado el contrato con Maxi Salas y resta ajustar con Racing el pago de la cláusula de rescisión de ocho millones de dólares. El entrenador también pretende un lateral izquierdo (por Román Vega, de Argentinos, le surgió un competidor en Zenit de Rusia), un volante central y otro ofensivo. ¿Y las inferiores? Contra Inter tuvo minutos el volante central Giorgio Costantini, están Ian Subiabre, Santiago Lencina, el goleador Bautista Dadín, se espera la recuperación de Agustín Ruberto, volvió del préstamo en Central Córdoba Lautaro Rivero. Nadie despierta las mismas expectativas que Mastantuono o Echeverri.
River llegó al Mundial sin ser candidato o favorito, ese le quitaba una presión. La competencia debía ser una pista de despegue, pero carreteó y apenas si levantó vuelo. A los casi 30.000 hinchas que alentaron en el Lumen Field les quedó una sensación de vacío que no es nueva. “Agradecerle al hincha por su apoyo incondicional, que a mí me emociona, y pedirle disculpas por no haber podido seguir en la competencia”, fue lo último que se le escuchó a Gallardo. River había sido más pujante en las tribunas que en la cancha.