Publicado: mayo 20, 2025, 5:38 am
De vez en cuando, suena el timbre de mi puerta trayendo otro recuerdo de las consecuencias del Brexit. Hace dos semanas era una pequeña piedra plana dentro de una tarjeta de cumpleaños para mi hijo. Enviada por una amiga de Inglaterra, el regalo era de poco valor económico y mucho valor sentimental. “Tienes que pagar 6,45 euros”, me dijo la cartera. Ya no tiene que explicarme que el pago es para la aduana, que Correos requiere el pago en efectivo o que ella hoy no lleva cambio.
Estos pagos son ahora menos frecuentes: la mayoría de mis familiares ya saben que sus envíos tienen ese lado negativo para el receptor, una situación que ha beneficiado únicamente a unas pocas de las grandes empresas que saben sortear los trámites y costes post-Brexit.
No es de sorprender que negocios de todos los tamaños afectados por la salida del Reino Unido de la Unión Europea estén mirando atentamente los detalles de un nuevo acuerdo “win-win”, anunciado el lunes en la primera cumbre entre las dos partes desde el Brexit.
A pesar del Brexit, la UE sigue siendo el socio comercial más importante del Reino Unido, pero el año pasado las exportaciones fueron un 18% inferiores que en 2019 en términos reales. Sobre todo, sufrieron las exportaciones de productos alimentarios, cayendo más de un tercio.
Patatas de siembra, por ejemplo, procedentes sobre todo de Escocia, no han podido ser exportadas hasta la UE desde la ruptura, explicó Alex Moore, responsable de ventas del Reino Unido para la empresa holandesa Agrico Potatoes, a la BBC Radio 4. «Si pudiéramos solucionar esto, los negocios pueden comerciar entre sí, permitiendo patatas de alta calidad…que proporcionarían seguridad alimentaria de forma global», dijo.
El nuevo acuerdo eliminará muchos trámites sobre los productos alimentarios británicos que entren en la UE, añadiendo 9.000 millones de libras a la economía británica y rebajando los precios en los supermercados, aseguró el gobierno laborista de Keir Starmer.
A cambio, los pescadores de la UE podrán continuar faenando en aguas británicas en las mismas condiciones que ahora para los próximos 12 años, una extensión del acuerdo post-Brexit alcanzado por el brexitero Boris Johnson. Ese hecho no ha impedido a su experiódico y a miembros de su Partido Conservador acusar a Starmer de “una rendición” y “una traición”, adoptando el lenguaje bélico del partido del más brexitero aún Nigel Farage, Reform UK.
¿Por qué describiría un trato con aliados claves, que además tienen un enemigo en común, Rusia, hablando de “rendimiento”, el “lenguaje de una guerra”?, preguntó el presentador de Today, de la BBC, en una entrevista con Andrew Bowie, un diputado conservador que es “ministro en la Sombra” para Escocia. Tuvo que insistir con la pregunta por lo menos cinco veces porque Bowie no quiso o no pudo responderle.
Lamentablemente, ese tipo de lenguaje hacia los socios más cercanos, hacia ciudadanos que nos reciben en sus ciudades, pueblos y playas, está ocupando demasiados titulares en la prensa y en las ondas de mi país de origen.
Y tiene poca explicación porque algunos de los más afectados por el acuerdo y los trámites del Brexit no hablan así. “Está claro que la pesca es un tema muy emotivo, pero tenemos que recordar que el 86% de los mariscos pescados y llevados a tierra en el Reino Unido están exportándose a los mercados europeos,” explicó Gary Hodgson, presidente del Comité de Mariscos de la Federación de Organizaciones Pesqueras, en un tono muy distinto.
“No deberíamos estar hablando de rendimiento. Y no deberíamos estar hablando de lo que estamos renunciando”, dijo Stuart Rose, expresidente del almacén británico Marks&Spencer. El conservador de la Cámara de los Lores celebra el acuerdo del partido rival: “Deberíamos estar hablando de oportunidad, oportunidad, oportunidad”.
No parece probable que desaparezcan con este acuerdo los impuestos sobre mis paquetes, pero huelo oportunidades de vender bizcochos ‘Colin, la oruga’, en los Marks&Spencers de Marbella y Madrid.