Jimmy Carter, el 39º presidente de Estados Unidos, falleció este domingo a los 100 años de edad en su casa de Plains (Georgia), su pueblo natal, según confirmó su hijo Chip al Washington Post.
Aunque padecía cáncer y otras dolencias graves, hace más de un año había elegido no seguir siendo tratado ni intervenido. El demócrata, que se había convertido en el presidente más anciano de la historia del país, ocupó el despacho oval entre el 20 de enero de 1977 y el 20 de enero de 1981. Fue un solo mandato: perdería la reelección ante Ronald Reagan y los nuevos tiempos ferozmente conservadores.
Entre los logros de la presidencia de Jimmy Carter están la firma de los acuerdos de Camp David, que permitieron la paz entre egipcios e israelíes, el Tratado del Canal de Panamá y la segunda ronda de los Acuerdos SALT.
Pero todo lo bueno quedó casi sepultado por su gestión de la crisis de los 63 rehenes estadounidenses en la embajada de Teherán en 1979. Aunque su liberación fue negociada y garantizada por el gobierno de Carter, los rehenes no fueron liberados hasta el 20 de enero de 1981, cuando Reagan ya había ganado las elecciones y tomado posesión como presidente.
En 2002, recibió el Premio Nobel de la Paz en reconocimiento al «incansable esfuerzo (desplegado) en la búsqueda de soluciones a los conflictos internacionales».
El actual presidente, Joe Biden, lo calificó en su 100 cumpleaños de «influyente estadista», pero en su tiempo los estadounidenses no tuvieron tan alta opinión de su máximo jefe.
Cuentan los historiadores que Carter fue un heterodoxo que no encajó en el establishment de Washington. Tanto como que ni siquiera contó con un apoyo sólido de su propio partido. En resumen, antes e incluso ahora, se considera que fue mejor persona que presidente.
Era demócrata y su política económica distaba bastante de las liberalizaciones al extremo que llegarían luego con Reagan. Su administración se encontró con una grave crisis económica, caracterizada por la subida de los precios de la energía y la estanflación. Al final de su gobierno, Carter había logrado reducir sustancialmente el desempleo y el déficit público, pero no fue capaz de acabar por completo con la recesión.
Claro que en política exterior las diferencias con los republicanos no eran tantas. Ahí está la Doctrina Carter, la que el presidente expuso en su discurso del Estado de la Nación el 23 de enero de 1980. Carter anunció que EEUU usaría la fuerza militar, de ser necesario, para defender sus intereses nacionales en el Golfo Pérsico.
Pero negoció mucho e intentó siempre la paz. Los acuerdos de Camp David (1979) hicieron posible la paz entre Egipto e Israel. El 26 de marzo de 1979, ambos países firmaron el tratado de paz. El papel de Carter fue esencial. «No importa a quien se le pregunte, estadounidenses, egipcios, o israelíes, la mayoría están de acuerdo: sin Carter no habría existido ningún tratado de paz«, afirma el analista y negociador Aaron David Miller en su libro The Much Too Promised Land.
Como presidente situó los derechos humanos entre sus prioridades, lo que supuso una ruptura con sus predecesores. Carter dejó de dar apoyo al régimen de Somoza en Nicaragua, históricamente respaldado por EEUU, y dio su ayuda al nuevo gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional que asumió el poder después del derrocamiento de Somoza. Fue también conocido por sus críticas a los dictadores Alfredo Stroessner de Paraguay y Augusto Pinochet de Chile, aunque ambos asistieron a la firma del Tratado del Canal de Panamá.
Carter también protestó contra el apartheid en Sudáfrica y continuó la política de imposición de sanciones a Rodesia (hoy Zimbabue) hasta la elección democrática de Robert Mugabe. En su debe, desentenderse de los derechos de las mujeres en Arabia Saudita o ignorar la petición del arzobispo Óscar Romero en El Salvador para que no enviara ayuda militar a ese país (Romero fue asesinado más tarde).
Su prestigio fue creciendo después de dejar la Casa Blanca. Durante años, Carter recibió alabanzas por su labor filantrópica en favor de los derechos humanos y las elecciones libres, y su crítica a los regímenes autoritarios. Lo ha hecho a través del Carter Center, fundado por él y su esposa Rosalynn. Con la fundación Habitat for Humanity construyeron durante décadas casas para familias de renta baja.
El expresidente fue en 2002 la primera personalidad política estadounidense de alto rango en visitar Cuba y entrevistarse con Fidel Castro después de que Washington impusiera en los años 60 el embargo económico a la isla. Pasaron otros 13 años hasta que un presidente de EEUU, el también demócrata Barack Obama, viajase a La Habana en visita oficial como parte de la «normalización» de relaciones diplomáticas entre ambos países.
En los últimos años, numerosos países solicitaron la intervención de Carter con motivo de la celebración de elecciones generales. Entre ellos están Panamá, Nicaragua, Zambia, Haití, República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela, Indonesia, México y Perú.
En 2002, recibió el Premio Nobel de la Paz en reconocimiento al «incansable esfuerzo (desplegado) en la búsqueda de soluciones a los conflictos internacionales». Al recibir el galardón en Oslo, Carter dijo: «Podemos optar por aliviar el sufrimiento. Podemos optar por trabajar juntos por la paz. No solo podemos hacer estos cambios, debemos hacerlos». Junto a él estaba Rosalynn, con la que estuvo casado 77 años y tuvo cuatro hijos. Ella falleció en noviembre de 2023.