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Milei está dispuesto a todo con tal de calmar el dólar y la inflación, pero no controla el “riesgo kuka”

Publicado: agosto 16, 2025, 8:13 am

“Con la base monetaria fija, el nivel de precios no varía”, leyó el presidente Javier Milei días atrás en su séptima cadena nacional de radio y TV y aseguró para sorpresa de los televidentes del prime time que “cuando se terminen de limpiar los rezagos de la emisión monetaria pasada, las fluctuaciones del dólar, la papa o la zanahoria no tienen por qué impactar sobre el nivel general de precios y por ende en la tasa de inflación”.

¿El precio del dólar realmente puede ser lo mismo que el de la papa o la zanahoria? ¿Es apenas un precio más?

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El precio del dólar -que en las últimas semanas se acercó al techo de la banda de 1.400 pesos que había definido el propio gobierno- inquieta a los argentinos siempre. Bastante más que el precio de la papa o la zanahoria.

Y la alocada carrera del Banco Central de la semana pasada para intervenir tratando de frenar el dólar parece estar diciendo todo lo contrario al discurso del propio Presidente: las tasas que le ofrecen a los bancos saltó al 70 por ciento, y el dólar no se calmaba. Después subieron los encajes -plata que los bancos no pueden prestar y deben depositar en el propio BCRA- a un inédito 40 por ciento. Eso equivale a quitarles a los privados casi la mitad del crédito que podrían prestarles los bancos: ninguna economía puede recuperarse con tasas de interés en esos niveles y con bancos que no pueden usar sus fondos para financiar a nadie, excepto al gobierno.

Los bancos ahora están más vigilados y regulados que nunca para que ni se les ocurra -ni se les cruce por la mente- comprar dólares.

Nadie sabe si algún día -quizás lejano- el precio del dólar en la Argentina se comporte como un precio más de la economía -como la papa o la zanahoria. Pero algo pasa con el billete verde que parece estar inquietando tanto al gobierno y -sin decirlo- parece estar dispuesto a hacer lo que sea para evitar que el billete verde se escape antes de las elecciones del 26 de octubre.

El 27, Dios dirá

La suba del dólar tiene dos componentes fatales que se unen para generar el veneno más tóxico para un gobierno en la Argentina: un dólar en la tapa de los diarios da la sensación en la opinión pública de “descontrol” político y genera desconfianza.

Pero además siempre -más tarde o más temprano- toda suba del dólar se traslada a los precios. Ni el exsecretario de Comercio Guillermo Moreno, con su legendaria pistola sobre la mesa de negociación con los “formadores de precios” o la intervención fraudulenta en las estadísticas, conseguía frenar la inflación.

El ministro de Economía, Luis Caputo. (Foto: REUTERS/Agustin Marcarian)
El ministro de Economía, Luis Caputo. (Foto: REUTERS/Agustin Marcarian)

La inflación de julio ya pegó un salto y se ubicó justo debajo del 2 por ciento como consecuencia del último respingo del dólar. Milei salió a festejar que ya los precios no se mueven tanto cuando sube el dólar. Pero quizás cantó victoria antes de tiempo, porque el grueso del movimiento del billete verde se dio en agosto. Habrá que esperar a mediados de septiembre para saber qué tanto se divorció el vínculo eterno entre el valor del dólar y los precios.

Milei mantiene a rajatabla su promesa de déficit cero para terminar con el flagelo de la inflación. Pero se refiere al déficit primario. Se podrá debatir si es razonable no arreglar una ruta nacional en años o desfinanciar al Hospital Garrahan. Pero -en eso- Milei cumple.

El problema de Milei

El inconveniente es que la teoría de que si no hay emisión no debiera haber inflación, no se cumple cuando se computa la montaña de intereses cada vez más alta que paga el propio gobierno para remunerar su deuda: ese otro déficit es monstruoso y es lo que lleva al gobierno a intervenir en el sistema financiero con su garrote hasta que termina frenando toda actividad económica.

Pocos días después de la cadena oficial, la exgobernadora bonaerense María Eugenia Vidal -que no es economista- explicó con mucha simpleza en una entrevista con Diego Sehinkman por qué hay tanta inquietud con el dólar a pesar de la convicción tan fuerte de Milei de no permitir el déficit fiscal: “No hay ni un kiosquero en la Argentina, ni la multinacional más grande del mundo que vaya a generar un puesto de trabajo, mientras vea que es Milei o el kirchnerismo”.

Vidal explicaba así la razón por la que ella y otros cuadros del PRO decidieron no acompañar la decisión de Mauricio Macri en Provincia y la Ciudad de Buenos Aires de dejarse absorber por La Libertad Avanza. Qué surgirá de los “rebeldes del PRO” a tan poco tiempo de las elecciones legislativas del 26 de octubre es un misterio. En la mitad de las provincias hay rebeldes “amarillos” del partido fundado por Macri que no quieren vestirse de violeta.

Pero la definición que dio Vidal sintetiza mejor que toda la teoría económica que esbozó Milei en su cadena nacional por qué el dólar no es un precio más en la Argentina, como la papa o la zanahoria.

El dólar tiene un precio político

De alguna forma, el precio del billete verde es como “el riesgo país de los pobres”. El riesgo país se mide por la diferencia del rendimiento de un bono del Tesoro de los Estados Unidos con otro de duración similar de un país “emergente”, como la Argentina. El rendimiento es muy alto, cuando el precio del bono está muy bajo. Y el precio de los bonos argentinos es muy bajo, sencillamente porque desde hace décadas hay razonables dudas de que un gobierno kirchnerista vuelva al poder y no quiera pagarlos.

Con el dólar -en la Argentina- pasa algo muy parecido: no es equivalente al precio de la papa o la zanahoria, porque el dólar es la manera más sencilla de los argentinos de protegerse de ese riesgo. El ministro de Economía, Luis Caputo, lo bautizó recientemente “riesgo kuka”.

No por nada durante la campaña la promesa “más famosa” de Milei era la dolarización, y el candidato del partido violeta se mostraba siempre con el economista Emilio Ocampo, autor de un libro sobre cómo resolver el lío económico argentino cambiando el peso por el dólar.

Por algo prometía Milei dolarizar y llamaba al peso “excremento”.

Ahora por más controles financieros que les ponga Milei a los bancos para evitar que el dólar suba antes de las elecciones, mientras los votantes sientan que “es Milei o el kirchnerismo” -como explicó la exgobernadora Vidal- siempre buscarán protegerse con el dólar del “riesgo kuka” y violarán toda la teoría monetaria de Milei: la polarización extrema con el kirchnerismo no es buena para el plan económico del propio Milei.

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El mecanismo tan perverso que hace que en la Argentina el dólar no sea como la papa o la zanahoria no es monetario: es político, sociológico y psicológico.

Quizás la rebeldía de algunos políticos del PRO que no acataron la disolución propuesta por Macri para sumarse al partido libertario sea al final una buena noticia para el propio Milei para que los argentinos tengan algo más en su horizonte político que “Milei o el kirchnerismo”.

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