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Milei, Caputo el joven y el inicio de los Juegos del Hambre emocional

Publicado: febrero 11, 2025, 5:05 am

De la motosierra económica a la guillotina política. De “domados” a “ejecutados”. El gobierno de Javier Milei acaba de acompasar el ritmo de las dos batallas centrales de su guerra cultural, la batalla en temas sociales que dio con su nuevo modelo en Davos 2025, y la batalla cultural económica, que Milei ahora extiende hacia otros dilemas macroeconómicos y recarga en intensidad. El enfrentamiento con Domingo Cavallo y la decisión de echar a su hija Sonia Cavallo de su cargo ante la OEA son el ejemplo claro del nuevo capítulo del manual mileista del vamos por todo que le devuelve foco e intensidad a la esfera económica. Es el punto exacto en que la gestión económica se integra a la guerra cultural.

En uso de su “skin” de economista, según la lógica gamer que maneja la política libertaria, el Presidente volvió a su identidad más querida: “Economista”, a secas, como dice su cuenta de X. Milei avanzó con columna periodística de retórica combativa pero de fondo técnico sobre el nuevo dilema argentino: cepo y tipo de cambio atrasado o no, devaluar o no. Hubo estocadas punzantes contra todo economista que no coincida. Todos ejecutados con el estigma de “econochantas”. Inclusive, Cavallo, “el mejor economista de la historia argentina”, según lo llamó el mismo Milei en 2021. En la entrevista televisiva que dio ayer, llegó la hora del revisionismo histórico: “impresentable”, dijo del exministro de Economía.

Este año será largo y la campaña electoral ya está en marcha. El gobierno concibe el calendario como una sucesión de disparos de munición gruesa para mantener viva la llama de su cruzada y el norte de su gestión: campaña y gestión son dos caras de la misma moneda. Gobernar es batallar.

“Activados. Let the Hunger Games begin”: fue el posteo del 28 de enero con el que se divirtió la cuenta de twitter que se le atribuye a Santiago Caputo. En esa ocasión, se refería a la “marcha antifascista” contra el gobierno y los dichos de Milei en Davos y la expectativa en torno a la reacción de la oposición. Desde ahora, el gobierno propone ráfagas de provocaciones con cuatro objetivos: por un lado, trazar líneas que demarquen campos enemigos y lograr así la manifestación continua del principio de revelación de la casta política, empresaria y otras: escrachar a quién se alía con el enemigo señalado; por el otro, el disciplinamiento detrás del ideario mileista. Y muy especialmente, hacer “on” en el set de sentimientos que conmueven a la ciudadanía y también, a los políticos.

Se trata de la activación de la emocionalidad de lo político en varios planos. Primero, en dos frentes, el económico y el cultural. Segundo, en un radio de 360 grados y de forma personalizada: una oferta de estímulos políticos a medida de miedos y esperanzas de cada nicho de votante objetivo. Finalmente, los juegos del hambre emocional también atienden a cada mapa que Milei quiere conquistar, el argentino y el global.

En Davos 2025, Milei reforzó el lazo con la nueva derecha global en su denominador común más sustentable, la guerra anti woke. Ese discurso también respondió a la demanda de sus votantes más leales que quieren ir por todo: ley de género, matrimonio igualitario, aborto. La semana pasada, tocó reforzar el lazo emocional con su votante ampliado filo Pro: Milei avanzó con la prohibición de la hormonización y las cirugías en menores de edad trans, un tema con mayor consenso en la sociedad, que generó apoyo encendido en la base extendida de votantes del balotaje 2023. El aborto por ahora no se toca: Milei sabe que esa batalla emocional es riesgosa. Con la nueva política para la infancia trans, hizo control de daños de la indignación del votante liberal republicano por el discurso anti liberal de Davos. Tanto que Mauricio Macri volvió al apoyo explícito al gobierno en el tema de la infancia trans: “Felicito al Presidente (…). Es un gran paso hacia la sensatez y la protección de los niños”, dijo en X.

El filósofo Alejandro Rozitchner, que coincide el contenido y el tono del mileismo en el poder, acierta con el tema de una emoción central, el miedo: “Milei gobierna sin miedo. Es una de las claves del momento actual”, posteó en X y likeó Milei. “No están temiendo, están haciendo algo”, siguió para referirse también al equipo de gobierno y su voluntad reformista. Esa falta de miedo se traduce en un liderazgo que se ejecuta sin complejo alguno y sin pedir permiso social. Eso está claro.

Pero Roztichner no avanza con otra cara del miedo: la que Milei genera en su entorno, y más allá. La caja de herramientas políticas va sumando dispositivos: de la motosierra económica a la máquina de hacer humo cultural y a la guillotina política. Cada “ejecución” es un mensaje al resto del equipo de gobierno: disiente y saldrás eyectado. También es una señal que capta el campo de expertos, por ejemplo, los economistas, que cada vez más se refugian en el silencio o en la intervención a cuentagotas. Hay miedo al escrache presidencial, que no perdona. El caso de la familia Cavallo es la señal más resonante en ese sentido.

En buena medida, el exministro Cavallo fue una figura clave para el ascenso de Milei. Su simpatía contribuyó a darle legitimidad a las ideas del outsider de la política y también, de la economía teórica. Milei se ganó primero el lugar de experto televisivo y le costó más ganarse el respeto del ámbito académico, y todavía le falta. Sin master ni doctorado de Ivy League, Milei, que se autopercibe primero que nada como “economista” y no como “político”, tuvo que conquistar la presidencia y “domar” la inflación para al fin entrar al cielo de los economistas, algunos de los cuales fracasaron en la gestión económica. Cavallo, que logró la tríada de una experiencia en política, en política económica y es doctor en Economía por la Universidad de Harvard y uno de los economistas argentinos con mayor respetabilidad global, hizo creíble los principios que Milei defendía a puro manotazo mediático. Pero no le alcanzó: en pleno año electoral, Milei está dispuesto a defender su gestión económica cueste lo que cueste, incluso, si el precio es la cabeza de Cavallo. Y aunque los temas que Milei defiende como si fueran principios incuestionables son, en realidad, temas debatibles.

Porque el tema del tipo de cambio, el cepo y devaluación o no tiene sus bemoles. La pedagogía mileista anti déficit y anti emisión contó con tres ventajas. Primero, el consenso de los economistas racionales más respetados del mundo y una experiencia histórica e internacional para convalidarla. El Premio Nobel Thomas Sargent, que se encontró con Milei el año pasado y elogia el resultado de su política anti inflación, es un ejemplo de la legitimidad teórica de ese principio: eso de que “la inflación alta y persistente es siempre y en todo lugar un fenómeno fiscal en el que el Banco Central es su cómplice monetario”. Segundo, el kirchnerismo, que dejó en claro que cuando se desafían esos principios anti déficit y anti emisión, la economía argentina fracasa. Y por último, Milei no avanzó en un vacío: el gobierno de Macri dio el primer paso hacia la utopía del déficit cero, aunque se quedó cortísimo.

En cambio, el campo de la economía racional y ortodoxa está fragmentado en relación a qué hacer con el dólar en un contexto de cepo como el argentino. En esa puja, Milei está defendiendo más una gestión de política económica en pleno año electoral aunque crea defender principios económicos. El resultado: Milei termina señalando enemigos en su mismo campo ideológico económico.

El caso de Domingo Cavallo expone que la guillotina no perdona. El caso de la hija de Cavallo demuestra la discrecionalidad de esa guillotina: “El papá está todo el tiempo torpedeando y saboteando el programa económico”, explicó Milei ayer. No es la primera vez que Milei aplica esa lógica de nepotismo al revés: ya le tocó al entonces titular de Anses, Osvaldo Giordano, despedido porque su esposa, la diputada justicialista por Córdoba, Alejandra Torres, votó en contra de la Ley Ómnibus.

Ni el posteo laudatorio del Presidente le sirvió a Sonia Cavallo para zafar de la guillotina mileista: “Impresionante recepción del Presidente Milei en Washington. Fue un honor (…) ver el fervor en la comunidad internacional por el presidente argentino por la transformación que se está dando en mi país. Vamos Argentina”, posteó en el último viaje de Milei a Estados Unidos. No alcanza ninguna expresión pública de fidelidad para asegurar el puesto. Un mensaje inquietante para ministros y secretarios de Estado que se desviven con posteos elogiosos de la misma gestión a la que pertenecen. Malas noticias: cuando llegue la hora, no va a ser suficiente.

También Alberto Cavallo, el otro hijo del exministro, tuvo un rol central en la credibilidad de Milei y su política anti inflacionaria. Cuando el año pasado el mismo Domingo Cavallo pronosticaba una dificultad para avanzar con la baja de la inflación, su hijo Alberto, profesor de Harvard fue señalando una baja sostenida. Milei retuiteó esa información del joven Cavallo. Ahora, Milei es implacable con Cavallo padre y con su hija, sólo porque su padre plantea otros ángulos al problema del cepo y el tipo de cambio.

Toda idea que se cancela, a la larga, vuelve a la superficie. De la batalla cultural kirchnerista, surgió Javier Milei y su avance libertario. De la pretensión hegemónica y cancelatoria del mundo woke, nació la batalla cultural anti woke de proyección global y con versión local. Tanto silenciamiento inducido puede producir el regreso de lo silenciado con más fuerza que antes.

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