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María Corina Machado, la premio Nobel que hace 'camino al andar' hacia una Venezuela libre de chavismo

Publicado: octubre 10, 2025, 1:25 pm

Por su «incansable labor en la defensa de los derechos democráticos». Ese es el motivo por el que el Nobel de la Paz ha ido a parar en 2025 a una María Corina Machado que sueña con una Venezuela libre, pero no desde el punto de vista puramente del eslogan: libre de verdad. Una ‘dama de hierro’ que ahora lidera a la oposición venezolana en busca de acabar con el régimen chavista. En busca, precisamente, de esa paz que dice el Nobel. El camino es largo y ella lo sabe, pero lo ha comenzado a andar… y le han llegado los reconocimientos. El de este viernes ya se une, de hecho, al premio Sajarov que le otorgó el Parlamento Europeo en 2024.

María Corina Machado (Caracas, 1967) nació en el seno de una familia acomodada. Su padre, Enrique Machado Zuloaga, fue un reconocido empresario del sector metalúrgico, cuyas empresas fueron expropiadas por Chávez. Su madre, Corina Parisca Pérez, dedicó su vida al tenis y tras retirarse estudió la carrera de Psicología. María Corina, por su parte, estudió Ingeniería Industrial y se especializó en Finanzas. Trabajó en varias empresas pero después decidió dedicar su vida a la política. Llegó a la Asamblea Nacional en el año 2010 como diputada independiente y en 2012 se presentó a las primarias de la oposición, en las que perdió contra Henrique Capriles Radonski. Dos años más tarde perdió su cargo en la Asamblea tras haber impulsado, junto a Leopoldo López, las protestas contra Nicolás Maduro.

El apodo ‘dama de hierro’ probablemente le venga de la relación de su familia con el sector, pero también podría deberse a su actitud irreverente y crítica contra el chavismo. No en vano, también impulsó las protestas de 2017 y de 2019. Además, a pesar de las agresiones verbales y físicas que ha sufrido en múltiples ocasiones, su postura y sus convicciones no han cambiado. Sigue considerando al Gobierno de Maduro una «dictadura» y hasta ahora siempre ha rechazado los intentos de negociación con el oficialismo. También se ha mantenido distante a otras facciones de la oposición, a quienes ha llegado a tildar de «colaboracionistas», aunque ahora se muestra dispuesta a conseguir «espacios de consenso».

Su recorrido, como el de Venezuela, no ha llegado al final… de hecho, ese fin último es el de un país nuevo, alejado de la sombra de ese puño de hierro con el que le han sometido primero Chávez y después Maduro. Machado no huyó; la lucha que ahora le reivindica el Nobel es la que hace desde casa, esquivando al régimen, sí, pero sin doblarse.

Son tiempos complicados; lo llevan siendo desde casi siempre en la historia reciente. Pero en ella ha emergido para muchos venezolanos una nueva esperanza. En una Caracas marcada por la tensión política y la incertidumbre, María Corina Machado se dirigió a la multitud con la firmeza que la caracteriza, recordando que la lucha por la democracia no puede depender de negociaciones que prolonguen la opresión: con o sin negociación, la tiranía se va. Cada palabra parecía atravesar la calle abarrotada de gente, donde más de 50.000 personas se habían reunido aquel día para manifestar su rechazo al gobierno de Nicolás Maduro. En su perfil escrito tienen que caber esos pasos con y para la gente. Consciente del peso histórico del momento, afirmó que aquel diez de enero dejaba un registro para la historia de la libertad de Venezuela, subrayando que la memoria de la resistencia es un arma tan poderosa como cualquier manifestación. Mientras hablaba, muchos levantaban sus banderas y carteles, y se sentía la fuerza de un pueblo que, pese al miedo y la represión, seguía creyendo en la posibilidad de un cambio.

La líder opositora continuó su discurso con un desafío directo que parecía resonar en cada rincón de la ciudad: que Maduro se atreva a debatir frente a frente, porque, si alguien organiza la oportunidad, ella está dispuesta a enfrentarlo. Recordó también que los obstáculos legales que intentaban impedir su participación política habían sido superados por el respaldo de más de dos millones y medio de venezolanos que participaron en las primarias opositoras, demostrando que la fuerza de la ciudadanía es más potente que cualquier inhabilitación. Cerró su mensaje con una frase que se convirtió en lema de convicción y determinación: mano segura no se tranca, un recordatorio de que la firmeza y la coherencia en los principios son esenciales para que la libertad pueda abrirse paso en un país donde la historia todavía está en construcción.

María Corina Machado no solo ofrece palabras, sino un plan concreto para reconstruir Venezuela. Su propuesta incluye la privatización de empresas públicas, la reestructuración del Estado y la atracción de inversión internacional para revitalizar sectores clave como la energía, la salud y la educación. En el ámbito energético, busca convertir al país en el «centro energético de las Américas», aumentando la producción petrolera a más de tres millones de barriles diarios.

Además, propone un programa de estabilización económica con apoyo del Fondo Monetario Internacional y agencias multilaterales, destinado a atender la emergencia humanitaria y reactivar la infraestructura básica. Con estas acciones, Machado aspira a transformar Venezuela en una nación próspera y democrática. Y mientras la multitud escucha, su mensaje resuena con fuerza: se puede resumir en que la libertad no se espera, se conquista, y Venezuela está lista para dar ese paso definitivo hacia una nueva era, la de la democracia. Los reconocimientos internacionales del calibre del Nobel, aunque no lo parezca, hacen camino. Y como dijo otro Machado: se hace camino al andar.

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