Publicado: abril 9, 2025, 6:00 am
Al costado de la RP 88, en Lobería, la mayoría de las tranqueras de ingreso a los campos dicen Moro y “algo”: Moromío, Moro Chico, Los Moros, Moromar. “Son los campos del Moro”, me cuenta Andy Pavlovsky, pionero en la cría caballos árabes y quien me recibe en el Haras San Andrés del Moro, en el paraje Las Toscas, partido de Lobería, a cinco horas y media de Capital Federal. De bombacha, camisa y boina, Andy está acompañado por su hija Mora, que tampoco se llama así por casualidad. Y se entusiasma con la historia de esta zona legendaria de la costa de la provincia de Buenos Aires.
Con la Ley de Enfiteusis (1826), las tierras que van de Mar del Plata al río Quequén se repartieron entre los Peralta Ramos, Martínez de Hoz, Otamendi y Luro. “En 1880, durante la Conquista del Desierto, acá todavía quedaban malones. Según la leyenda, Luro recorría sus campos a caballo cuando unos indios salieron a perseguirlo. Logró escapar gracias a un caballo rapidísimo, de pelaje moro (gris oscuro, casi negro). Al cruzar un arroyo, el caballo murió después de tanto esfuerzo, según algunos; y, según otros, Luro lo soltó para que fuera libre, en señal de agradecimiento. Como fuera, el arroyo se llama El Moro, igual que los campos”, cuenta Pavlovsky. Su haras, San Andrés del Moro, queda en el establecimiento San Eustaquio, que recibió por su bisabuela, hermana de Benjamín Martínez de Hoz.
La pasión de Pavlovsky por los árabes comenzó a mediados de los años 70, cuando Miguel, su padre médico, compró un padrillo en La Rural y empezó con la cría. “En esa época ya había criadores pioneros y famosos, como los Ayerza y algunos otros. Mi padre se metió en el grupo. Más tarde, en los 80 empezamos a llevar padrillos a exposiciones de La Rural y sacamos un premio. Y después otro, en los 90, en una carrera de árabes en el Hipódromo. Ganamos por tener “el mejor caballo de la historia de los árabes” con Moro Famoso, un caballo que luego exportamos a los Emiratos Árabes”, cuenta Andy que además vendió ejemplares a magnates de Malasia, Arabia Saudita y Europa, que llegaron a pagar 500.000 dólares. “En esa época teníamos 170 caballos. Con los años nos fuimos achicando y ahora contamos con alrededor de 80”, cuenta el criador.
“Generamos la misma fascinación que generan los caballos de polo”, cuenta Andy y me habla de la fisonomía del caballo con orejas bien paradas, ojos grandes, la cara que se afina y el cuello redondo. “Es un animal brioso, que va rápido, es inteligente y tiene potencia. No se maneja con rebenque. Dicen que es la raza más antigua, porque nació en la Mesopotamia”, agrega Andy.
Cuenta que durante años los corrió en carreras de Endurance, una disciplina tipo maratón que en nuestro país se empezó a desarrollar en los años 90. “Antes había algo que se llamaba marcha, pero no era un deporte ecuestre, como el Endurance. Tuvimos muy buenos caballo y nos fue siempre muy bien”, comenta sobre estas competencias que a su padre lo llevaron por el mundo, al igual que a él y a su hija Mora.
Sobre la cría y la doma de los árabes, destaca que es muy difícil. Por eso le gusta más andarlos que domarlos. En el haras cuenta con la mano expreta de Hugo Méndez, un hombre de campo que nació en Necochea y trabaja hace muchos años en Estancia San Eustaquio. “Para domarlos hay que tener mucha paciencia. Son rebeldes. Si los rigoreas y les gritas, no sirve. Hay que buscarle a cada uno la forma, porque son muy distintos. Nada que ver con un criollo o un percherón”, resume Hugo.
Expertos en esta raza emblemática, los Pavlovsky ahora incursionan en una experiencia novedosa. Ofrecen cabalgatas en árabe a orillas del mar, en Centinela del Mar, un balneario desolado y con mucha mística del sur de la provincia de Buenos Aires. “La idea es que la gente pueda galopar a orillas del agua. Que disfruten de la sensación de subir médanos con los árabes, que tienen una potencia increíble, además de muchísima resistencia. Es muy lindo andarlos en el mar”, apunta Mora sobre esta experiencia que incluye algo de campo y otro tanto de playa, solo apta para quienes saben andar a caballo.
Datos útiles
Cabalgatas Andora. Andy Pavlovsky y su hija Mora guían cabalgatas en caballos árabes a orillas del mar. Desde el Haras San Andrés del Moro coordinan la experiencia. El programa Moro Famoso dura cuatro días y tres noches por los médanos y el mar, con pensión completa y alojamiento en Casa Tinto (u$s 980). Mientras que la opción Fugitivo es una salida de tres horas por la playa (u$s 80). T: +54 9 (2262) 35-1568. IG: @cabalgatasandora