Publicado: octubre 29, 2025, 7:06 pm
Europa parece que ahora solo camina de urna en urna y este miércoles le ha tocado a Países Bajos, y con cierta sorpresa. Según los sondeos a pie de urna, los liberales del D66 se imponen en los comicios, por delante de la ultraderecha del PVV, el partido de Geert Wilders: 27 escaños para los primeros y 25 asientos para los segundos. El VVD, también liberales, quedarían con 23 y la alianza de centro-izquierda se quedaría en los 20, uno por encima del centroderecha del CDA. En las últimas semanas la formación de Wilders, que ya ganó en 2023, lideraba las encuestas, pero en su contra está veto del resto de partidos.
Unos 13,5 millones de ciudadanos estaban llamados a los comicios. El Parlamento de los Países Bajos, conocido como los Estados Generales, se basa en un sistema bicameral, como pasa también en España: la Primera Cámara y la Segunda Cámara. La Segunda Cámara, elegida directamente por los ciudadanos, tiene 150 miembros y desempeña el papel principal en la elaboración de leyes y la supervisión del Ejecutivo, mientras que la Primera Cámara, con 75 miembros elegidos indirectamente, revisa y aprueba o rechaza las leyes sin poder modificarlas. Dado el sistema proporcional neerlandés, es muy poco probable históricamente que un solo partido logre la mayoría absoluta, por lo que los gobiernos se forman mediante coaliciones que deben sumar al menos 76 escaños.
En la campaña los temas clave han sido la inmigración y la vivienda; ambos asuntos han dado buena cuenta de la división social en Países Bajos, con la ultraderecha centrada en elementos como el derecho al asilo o políticas más duras, algo que Wilders lleva defendiendo desde sus inicios en política y que se ha convertido en su buque insignia; mientras, la coalición de centro izquierda ha puesto sobre la mesa medidas como el ‘combate’ al auge de los alquileres, las reducciones en el transporte para jóvenes u otras propuestas relacionadas con la crisis habitacional. En ese escenario, los partidos más transversales han buscado alejarse de los extremos en un contexto de mucho hartazgo ciudadano.
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