Publicado: marzo 31, 2025, 6:00 am
Se la suele considerar una ciudad de paso hacia otros atractivos famosos del país. Pero lo cierto es que se trata de un destino en sí mismo, con barrios para recorrer, ruinas milenarias, delicias únicas, joyas arquitectónicas, museos de arte, arqueología e historia y actividades en la naturaleza.
Más allá de ser la escala obligada y perfecta hacia Machu Picchu o las playas del norte y de haber ganado –muy merecidamente- fama de polo gastronómico digno de ser degustado, Lima es una ciudad a la que bien vale dedicarle unos días de exclusividad.
Durante mucho tiempo la llamaron “la horrible”. Posiblemente por ese cielo plomizo que nunca se digna a desarmarse y llover, el fuerte olor a yodo y el tránsito infernal de una urbe con diez millones de habitantes. Sin embargo, en los últimos años, la belleza limeña salió a relucir entre el caos y la oscuridad. Hoy la ciudad va a la reconquista del esplendor al que estaba acostumbrada cuando era el centro del gran imperio Inca y, más tarde, un potente y temprano virreinato, sede principal del catolicismo en América Latina.
Con su premiada gastronomía, el impulso de renovadas propuestas turísticas y en plan de puesta en valor de su arquitectura, Lima reclama ser mirada con otros ojos.
Aire de mar
Aunque es la única capital de Sudamérica con vista al mar, durante largo tiempo le dio la espalda a ese océano intenso y bravo. Esto se revirtió gracias al desarrollo de un paseo costero que va de San Isidro hasta Miraflores.
Desde esta flamante Costa Verde es posible apreciar el Pacífico a altura, ya que los acantilados distancian las construcciones de la orilla. Las velas surcan el cielo en parapentes y las tablas de surf serpentean sobre las olas. No son playas para bañistas ni hay arena donde tomar sol; no obstante, la impronta marítima está presente en el estilo de vida limeño. Especialmente en los sabores de esos fresquísimos pescados que se extraen de estas aguas, donde la helada corriente de Humboldt se encuentra con la cálida de El Niño produciendo alimento súper poderoso para las 850 especies marinas que conviven.
El Callao es uno de los hitos del litoral limeño, un barrio portuario a 15 km del centro. Dicen que, al mirar desde la costa hacia al mar, habría que imaginar una inmensa ciudad que quedó hundida. Las olas gigantes que, tras un fuerte terremoto, lo cubrieron todo casi a medianoche del 28 de octubre de 1946 son un gran estigma en esta localidad.
Nos embarcamos en lanchas para navegar el Pacífico con destino a las Islas Palomino, un grupo de pequeños islotes prácticamente inhabitados. Pasamos por la Isla El Frontón, conocida por haber sido un penal de máxima seguridad donde, en 1986 durante el gobierno de Alan García, tuvo lugar el motín de reclusos de Sendero Luminoso que terminó con la mayor matanza de la historia. También por la Isla San Lorenzo, donde se asienta una base naval y está la casa de verano presidencial, completamente aislada.
Entre las gaviotas vemos piqueros, hay pelícanos y zarcillos. La marea está serena, nos hamacamos amable y permanentemente, aunque de a ratos todo se agita y vamos a los saltos. Después de 40 minutos llegamos al corazón de la Reserva Nacional Sistema de Islas, Islotes y Puntas Guaneras que es el hábitat natural para más de 5.000 lobos marinos y pingüinos de Humboldt.
Nadar con lobos
Ya estamos con nuestros trajes de neopreno y chalecos, no llevamos patas de rana ni antiparras. “El agua está fría”, nos anticipan. Saltamos al mar y no está frío, ¡está helado! Es un segundo en el que pareciera que el corazón se va a detener y que las piernas no podrán seguir pataleando.
Lo cierto es que el neopreno funciona y pronto ya lo único que impacta con fuerza en los sentidos es el hedor que resulta irrespirable cuando da el viento de frente desde la roca impregnada con guano –el excremento que es un gran fertilizante y se comercializa-. Pero también pasa, nos acostumbramos.
Lo que es imposible naturalizar es la sensación que producen esas decenas de lobitos de mar que nos reciben con la alegría de los chicos en un jardín de infantes. Adrenalina, emoción. Con sus lustrosos pelajes y sus simpáticas facciones, vienen en banda, apresurados como a dar un fuerte abrazo. Es una fiesta de chillidos y aleteos. Desde la orilla, imponente, un león marino de inmensa melena observa la escena con apatía.
Está prohibido tocar a los animales, nos advirtió el guardafauna. Pero eso no significa que no se pueda entrar en contacto con ellos. Hay que dejar que nos toquen a nosotros. Nos alientan a subir los pies y flotar. Esa es la señal para que se acerquen a olernos los dedos, a hacer cosquillas con los bigotes y a morder. Aunque lo hacen con ternura y no corremos ningún peligro, sentir los colmillos contra la piel es intimidante, hasta que entramos en confianza.
Estos lobos marinos no atacan, “son mansos porque viven sin depredadores y están bien cuidados”, aseguran. “Estamos en un área de biodiversidad protegida”, recuerdan.
Nadar con lobos marinos es una experiencia que se practica en pocos lugares del mundo –uno es Puerto Madryn, Chubut, Argentina– y ofrece un encuentro único con fauna silvestre.
Facetas de una larga historia
Visitar el centro de Lima es entrar en un capítulo de la historia muy diferente al que se conoce en Machu Picchu. La capital peruana es puro rastro del colonialismo. Y, a diferencia de lo que trajo la mirada crítica de las conquistas europeas, aquí la narrativa nacional se apropia del virreinato –uno de los más antiguos- sin ningún prurito.
Si fuera extraño encontrar en Buenos Aires un homenaje al Virrey Cisneros, en Lima es de lo más natural tratar al conquistador español Francisco Pizarro como a un héroe peruano. Fue quien, tras derrocar al inca Atahualpa, fundó Lima en 1535.
Los restos de Pizarro están en un ostentoso mausoleo de plata, oro y bronce construido en una de las capillas de la Basílica Catedral de Lima. También se puede visitar la catacumba donde está su cráneo, el que golpearon violentamente sus opositores hasta quitarle la vida, en 1541.
Esta catedral fue reconstruida tres veces desde su inauguración, que coincide con la fundación de Lima, en 1535. Todas ellas a causa de los daños que ocasionaron terremotos: en 1687, 1746 y 1940. Entre estas forzosas intervenciones y la expansión de la iglesia católica, pasó de ser un pequeño templo a constituirse en una gran catedral de estilo renacentista y neoclásico.
Actualmente tiene columnas antisísmicas. El altar mayor es de plata y oro. Cuenta con capillas barrocas con maderas de Nicaragua y Paraná.
La Iglesia de Lima era la más poderosa de América Latina, su jurisprudencia abarcaba desde Nicaragua hasta la Patagonia.
La Catedral, su emblema, domina la Plaza de Armas junto al Palacio Municipal de Lima, el Palacio de Gobierno de Perú, el Palacio Arzobispal y el Club Unión. Antiguamente se realizaban aquí corridas de toros, mercados de trueque y hasta ejecuciones en la era de la Inquisición. De noche e iluminada, la plaza cobra un encanto extra.
Ahí nomás, está la edificación más antigua de la ciudad: la Casa del oidor, llamada así porque albergaba a los jueces que escuchaban las peticiones y quejas de la gente. Construida en los siglos XVI y XVII, la mayor riqueza es su balcón: uno de esos cerramientos que sobresalen y parecen cajitas de madera labrada; son construcciones que se realizaron tanto en la época virreinal como en la República.
Las joyas del colonialismo
En los años 70 comenzó una ardua tarea de restauración y puesta en valor edilicia en Lima. La Unesco declaró al casco histórico Patrimonio de la Humanidad.
Entre los tesoros arquitectónicos coloniales, encabeza la lista la Casa de Aliaga. Se trata de una mansión construida en 1536 y reconstruida en 1746 tras el terremoto. Cuenta con dieciocho ambientes que siguen siendo habitados por los descendientes del capitán segoviano Jerónimo de Aliaga y Ramírez, quien recibió este solar como regalo del mismísimo Francisco Pizarro en gratitud por su apoyo en las batallas.
Uno de los patios acoge el que se jacta de ser el ficus más antiguo de América Latina, un árbol gigante de 200 años. En los cuartos se distribuye mobiliario original y se exhiben pinturas limeñas y cuzqueñas. Hay azulejos del siglo XVII pintados a mano. Hay alfombras francesas y jarrones japoneses policromados. En el salón dorado, inmensos espejos labrados y retratos de época.
Otro sitio de visita obligada es el Convento de Santo Domingo. Fue la sede de la universidad durante dos décadas –la más antigua de América latina-, ya que la formación académica era una garantía de continuidad del orden colonial y el clero católico. Fue, incluso, un lugar relevante de la vida institucional del país.
En el salón de ingreso, bajo un impactante artesonado de tres mil piezas de madera sudamericana, se entonó por primera vez el himno nacional peruano
El convento es además relevante por homenajear a tres importantes santos -miembros de la orden- que son los más representativos de Perú: Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres y San Juan Macías, coetáneos del siglo XVI.
Hijo de madre africana, Juan Martín de Porres Velázquez fue el primer santo de ascendencia negra y cobró protagonismo en su ayuda a las personas de escasos recursos. Se lo llamó el santo de la escoba por su humilde capacidad de servicio y caridad. Fue canonizado en 1962; el 3 de noviembre se lo conmemora.
San Juan Macías es el único del trío que no es peruano. De procedencia española, llegó para evangelizar y se le adjudica el milagro de haber logrado con su oración mantener en pie el convento durante un fuerte terremoto.
Sin dudas, la más importante es Santa Rosa de Lima, con su avasallante belleza y su historia cargada de significado. Isabel Flores de Oliva -canonizada en 1671- fue Patrona de América Latina y de Filipinas, curaba a los enfermos y a los animales.
No era monja, sino que se incorporó a la orden dominicana como terciaria, lo que le dio derecho a su sepultura en el convento, además de su expresa decisión que se cita en la cripta -“Hago donación de mi cuerpo a mis hermanos dominicos”- donde sus restos descansan en una caja de cristal y también están los de sus padres.
De la capilla en su honor en el convento sale cada 30 de agosto una masiva procesión. De hecho, la que conocemos como tormenta de Santa Rosa es precisamente la fecha conmemorativa de esta santa.
Durante esa jornada suelen acercarse miles de peregrinos que recorren el lugar donde vivió y realizaba sus curaciones, sobre avenida Tacna. Este santuario cuenta con un jardín donde está el pozo de los deseos, allí los devotos y turistas depositan cartas con sus súplicas y gratitudes.
Otro punto de adoración es el Monasterio de Santa Rosa de Lima, frente a la Plaza Castañeta, donde pasó el final de su vida, asediada por la tuberculosis y las consecuencias de extremos ayunos y autoflagelaciones constantes. Dicen que su cuerpo emanaba el aroma de las rosas.
Las ruinas en medio de la ciudad
Lima está construida sobre santuarios, por eso está repleta de restos arqueológicos. Es posible encontrar huacas –así se llaman estos centros ceremoniales- por doquier: hay 350 repartidas por toda la ciudad.
La principal es la Huaca Pucllana. Ocupa seis de las dieciocho hectáreas a las que llegó a expandirse y en 1983 un grupo de científicos trabajó cuidadosamente en ella para que hoy pueda ser visitada. Los importantes hallazgos se exhiben en su Museo de Sitio: instrumentos musicales como quenas y antaras, vasijas pintadas que eran ofrendas, elementos para hilados y figuras del Dios que era representado con un tiburón. También se encontraron restos de mujeres sacrificadas.
La huaca se puede visitar tanto de día –cuando es posible subir a la pirámide- como durante la noche, una tentadora oportunidad de cenar, muy rico, en su restaurante, con vista a las ruinas.
A una hora en auto se encuentra Pachacamac y su museo. Lo interesante de este centro arqueológico es que reúne vestigios de culturas diferentes que fueron dominantes en distintas épocas: la Cultura Lima (200 al 600), el Imperio Wari (700 al 1100) y la Cultura Ychma (1100 al 1470), además de varios tesoros Incas. El dato: los domingos, se puede recorrer en bicicleta de forma gratuita.
Pacha significa tierra y Camac se refiere a temblor. Este Dios, con un solo movimiento de su cabeza, agitaba el suelo, era el principal oráculo y a él se le suplicaba estabilidad.
Es un santuario que a lo largo de 450 hectáreas recorre el llano desértico, el valle fértil y el mar con diversos templos que fueron mantenidos y restaurados. Es parte de lo que se llamó el Qhapaq Ñan -o Camino Principal Andino-, una ruta de peregrinaje por lo que hoy es Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú. Esta red funcionó para los incas como vía de difusión del culto a Pachacamac.
Los barrios: Miraflores y Barranco
Miraflores es donde se asienta la mayor cantidad de hoteles y tiendas que atraen al turismo. Recorrer la ruta costera en bicicleta por la ciclovía –un trayecto muy bien separado del tránsito caótico, lo que permite un paseo apacible- permite ver la ciudad desde otra perspectiva.
Un poco más al sur, Barranco es otro barrio imperdible. Bohemio y con historia, era el favorito de la élite limeña hacia finales del siglo XVIII y principios del XIX. Sus playas, aunque con piedras y sin arena, funcionaban como balnearios.
Hoy es una especie de Palermo Viejo, con casas coloniales de fachadas coloridas y murales de street art. Se puede ver el antiguo tren y surcar el viejo puente de los suspiros de madera: ojo, hay que cruzarlo conteniendo la respiración para que se cumplan los deseos.
Allí, el monumento de Chabuca Granda evoca a la canela y trae la nota musical que está presente en todo el paseo. El 31 de octubre se celebra el día de la canción criolla en Perú y, aunque viene compitiendo en popularidad con el importado Halloween, es una festividad en la que aún las calles se llenan de los sonidos del cajón peruano, la guitarra y las castañuelas al ritmo de fusión que tiene mucho de vals vienés con algo de jota aragonesa, destellos de tango y ritmos afro.
Los tours en bicicleta suelen incluir alguna escala para degustar chicha morada –bebida fermentada en base a maíz-, helados artesanales o probar el tradicional ceviche.
También para recorrer mercados de artesanías y, de ser posible, visitar la afrancesada casa de la familia Osma, una mansión de arquitectura y decoración despampanantes donde se expone una valiosa colección de arte virreinal cuzqueño.
La particularidad de esta corriente radica en el “mestizaje” de las imágenes religiosas. En la era del virreinato llegaron a Perú artistas europeos para enseñar a pintar con el fin de evangelizar a los habitantes originarios, quienes acopiaron técnicas y conceptos y los plasmaron en lo que conformó la escuela cuzqueña.
Las pinturas reproducen figuras y escenas ligadas al catolicismo en las cuales se representa también la cosmovisión andina. Fiel al culto a la Pachamama, por ejemplo, la virgen adquiere figura de madre tierra y coronas con plumas.
El boulevard más bello de Barranco es el Roque Sáenz Peña donde están emplazadas coquetas casas de embajadores, residencias palaciegas y colegios de prestigio.
Esta calle, que lleva el nombre de quien luego de pelear en la Guerra del Pacífico fuera presidente de Argentina y se inicia con un monumento al General José de San Martín, cuenta también con otra presencia muy “nuestra”: Mafalda sentada en un banco mirando al mar.
Es una escultura de Pablo Irrgang, idéntica a las que hay en Buenos Aires, Mendoza, Jujuy, Mar de Cobo, Oviedo, Santa Coloma de Gramenet, Caracas, San Pablo, Santiago de Chile, Madrid y Pelotas. Este año, el personaje concebido por Quino tiene planeado, también, sentarse en Tucumán y en México.
La gastronomía
El generoso patrimonio gastronómico de Lima cuenta con todas las credenciales para ser el mayor atractivo turístico de la ciudad. Basado en la amplísima variedad de productos y en la integración de culturas influyentes a través de la inmigración y las conquistas, la capital peruana es garantía de comer delicioso, tanto en sus lujosos restaurantes como en los puestos callejeros.
La importante feria Perú Mucho Gusto Lima convoca a especialistas y turismo sibarita. Por eso, suele ser difícil hablar de circuitos limeños que excluyan las mesa. Al menos, es una perspectiva poco habitual. Pero es posible, tal como queda demostrado en este recorrido.
Algo está cambiando y hay –además de a través del paladar- mucho para ver y experimentar en Lima desde otra perspectiva.
Agradecemos a PROMPERÚ su colaboración en esta nota.
Datos útiles
. DÓNDE DORMIR
Casa Andina Select Miraflores
Calle Schell 452.
T: (0051-1) 416-7500.
Un eslabón de esta cadena presente en todo el país, de espacios amplios, con 155 habitaciones distribuidas en 11 pisos, restaurante, jacuzzi y gimnasio. La doble, desde u$s 64 con un desayuno muy completo.
Pullman Lima Miraflores
Calle Juan Fanning 515 – 525.
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Hotel cómodo y mediano, cerca de la zona comercial de la avenida Larco, ideal para familias. La doble desde u$s 117 con desayuno.
Hotel Antigua Miraflor
Av. Grau 350. T: (0051-1) 241 6116.
reservas@antiguamiraflores.com
Emplazado en una vía que usaban los incas para llegar al mar, el hotel está en una casa de 1923, varias veces ampliada y remodelada. Hoy cuenta también con una parte totalmente nueva. Desde u$s 92 la doble con desayuno.
Gran Hotel Bolívar
Jr. De la Unión 958, Lima.
(+51-9) 3612-0746.
Con vista de la plaza San Martín y a pasos del casco histórico, este hotel fue construido en el apogeo de los años 20. Su imponente edificio de estilo europeo aloja 99 habitaciones y un Cocktail Lounge que se jacta de ofrecer los mejores tragos con pisco. La doble, desde u$s 88 con desayuno continental.
. PASEOS Y EXCURSIONES
Casa de Aliaga
Jirón de la Unión 224, Cercado de Lima.
Abre todos los días de 9:30 a 17.
Entrada: 35 soles.
Basílica Catedral de Lima
Plaza de Armas de Lima, Jirón Carabaya s/n, Cercado de Lima.
Abre de lunes a viernes de 9 a 20; sábados de 10 a 22 y domingos de 13 a 19.
Entrada: 30 soles.
Museo Convento Santo Domingo
Jirón Camaná 170, Jirón Conde de Superunda 262, Cercado de Lima.
Abre de lunes a viernes de 10 a 18.
Entrada: 15 soles.
Islas Palomino
T. (+51-9) 8667-1093.
El nado con lobos marinos, u$s 59 por persona + u$s 7 de entrada a la reserva.
Museo de Sitio Pucllana
Calle General Borgoño cuadra 8, Miraflores.
Miércoles a lunes (horario diurno) de 9 a 17.
Miércoles a domingo (horario nocturno) de 18.45 a 21 (previa reserva).
Entrada: 15 soles (horario diurno) y 17 soles (horario nocturno).
Museo Pachacamac
Antigua Carretera Panamericana Sur Km 31.5, Lurín. pachacamac.cultura.pe
Martes a sábados de 9 a 17; domingos de 9 a 16.
Entrada: 15 soles.
Bicitour
Avenida Larco 812, Tienda 102, Miraflores.
De lunes a sábados de 9 a 18 y domingos de 11 a 18.
Entre u$s 35 y u$s 68 por persona el tour.